La metamorfosis de la Feria

Resulta paradójico que la Feria de Abril, una de las manifestaciones más castizas de Sevilla, fuese promovida inicialmente por un catalán (Narciso Bonaplata) y un vasco (José María de Ybarra) en 1846. Ambos, a la sazón concejales de la ciudad hispalense, habían oído de hablar de las dos ferias anuales (una en abril y otra en septiembre) que se celebraban siglos atrás durante el reinado de Alfonso X el Sabio y remitieron una propuesta al Cabildo Municipal para recuperarlas. El alcalde, Conde de Montelirio, trató de convencerles de que esa idea estaba condenada al fracaso porque ya existía una muestra de mucho tirón en Mairena del Alcor, pero tras la insistencia de los dos ediles terminó dando su brazo a torcer. Eso sí, sólo autorizó una de ellas: la primaveral.

 

Así pues, durante los días 19, 20 y 21 de abril de 1847 se celebró la primera edición en el Prado de San Sebastián, que en esos momentos formaba parte de la periferia de la ciudad. Alrededor de sus 19 casetas se comerció con chacinas, dulces, vinos, licores, y sobre todo, con ganado. Al fin y al cabo, la feria había sido concebida principalmente para la compra y venta de caballos, bueyes, carneros, toros…y las escasas fotografías que se conservan dan buena fe de que el terreno se convirtió por momentos en una especie de dehesa densamente poblada. El éxito fue rotundo y las crónicas cifraban una asistencia aproximada de 75.000 personas sumando a autóctonos y forasteros.

 

Desde su concepción, la Feria también estuvo estrechamente ligada a los acontecimientos taurinos y las mejores corridas se reservaban para esas fechas. Por aquel entonces ya era una estampa habitual que los aristócratas y los ganaderos más prósperos se desplazaran desde el Real hasta la Plaza de la Maestranza en carruajes. Se puede decir que esa es una de las pocas cosas que no han cambiado, ya que con el paso del tiempo la fiesta ha ido evolucionado y desmarcándose de lo que fue en su origen. Una de las razones que explican la metamorfosis es que fue seduciendo a todos los sevillanos independientemente de su condición social. Y claro, al disparase la demanda, la oferta no sólo se multiplicó, sino que también se diversificó. Así, fue necesario construir una pasarela (el origen de lo que hoy es la Portada) que servía como paso elevado y evitaba aglomeraciones, se habilitaron zonas de baile, se fomentaron las comidas en grupo, se instalaron atracciones de ocio… hasta transformarse en lo que hoy conocemos como la Feria de Abril de Sevilla.

El Paseo de Caballos

jinetesLlegado el mediodía se inicia el tradicional paseo de caballos y enganches por el recinto ferial. Cada día jinetes, amazonas y enganches recorren las calles del Real, ofreciendo una muestra de elegancia y belleza a todo aquel que se acerca a ver este magnífico espectáculo. Ataviados con el traje típico corto y de flamenca, realizan su entrada al recinto ferial por varios puntos de acceso controlados por los servicios municipales, y discurren por todas las calles del recinto ferial. El horario oficial para el paseo por las calles es desde las 12.00 h. hasta las 20.00 h. Numerosas son las familias que se acercan al recinto para disfrutar de este majestuoso desfile, para proseguir su camino hacia el parque de atracciones y poder disfrutar de los llamados “cacharritos” y de la tan mencionada calle del infierno.

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La forma más absurda de destrozar la exhibición de enganches

enganchesLa empresa Pagés negó el acceso a los carruajes para preservar el piso del coso. La tradicional exhibición de enganches prevista para ayer en la Real Maestranza de Caballería resultó un fiasco. La empresa Pagés -concesionaria de la plaza de toros sevillana- se negó a abrir las puertas del coso con la excusa de preservar el piso plaza para la corrida de rejones anunciada por la tarde que, además, finalmente se suspendió por decisión unánime de los tres rejoneadores anunciados. La organización del multitudinario acto, el Real Club de Enganches de Andalucía, no tuvo más remedio para salvar los muebles -que no el dinero- y no defraudar a las miles de personas que estaban ya en las inmediaciones de la plaza de toros que organizar la exhibición por las calles aledañas a la plaza de toros (Adriano, Antonio Díaz y Paseo de Cristóbal Colón).

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Museo de Carruajes

Museo de CarruajesEl edificio en el que está ubicado el museo fue fundado en 1574 por los Carmelitas descalzos. Permanecieron en él hasta 1835, fecha en la que lo abandonan definitivamente tras la Desamortización de Mendizábal, pasando el convento a manos seculares y siendo utilizado como almacén de maderas, casa de vecinos, etc.En 1928 Rafael González Abreu compra el edificio con el fin de convertirlo en la sede de la fundación que lleva su nombre y del Instituto Hispano-Cubano de Historia de América. Lo restauró y adaptó, dividiendo toda la iglesia en dos plantas, la baja con entrada por el ajardinado de la actual Plaza de Cuba y la superior con acceso desde Juan Sebastián Elcano, aprovechando unas majestuosas escaleras dobles que llevan a la parte de Investigación. A la nave total se le anejan dependencias tales como la Secretaría, la Dirección y el Salón de Lectura.Durante la Guerra Civil el edificio fue ocupado por maleantes y se quemaron libros y documentos de sus fondos. El edificio estuvo en el olvido hasta que en 1992 se decidió instalar allí un centro de información turística sobre la Exposición Universal. En la actualidad, la sede del Instituto sigue ubicado en la planta superior del edificio, mientras que la planta baja acoge al Museo de Carruajes.

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