Sevilla no sólo tiene la cualidad de dar a luz a grandes y numerosos artistas, sino también la de atraer a otros que han nacido en distintas ciudades, por más lejanas que sean. Un buen ejemplo es el de Antonio Machín, natural de Sagua la Grande (Cuba), donde creció en una familia numerosa de quince hermanos. Desde niño mostró interés por el canto y nada más alcanzar la mayoría de de edad hizo las maletas para labrarse un nombre. Primero se dio a conocer en la capital de su país, La Habana, y posteriormente probó fortuna en Nueva York. Con cierta fama adquirida, decidió dar el salto a Europa en 1936, haciendo escalas con su orquesta en Inglaterra, Francia y Suecia antes de desembarcar en 1939 en España, el país de su padre.
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El Porvenir de un cementerio
El cementerio más grande que ha tenido Sevilla a lo largo de su historia estuvo emplazado en lo que hoy conocemos El Porvenir. No fue un proyecto faraónico, ni mucho menos, sino una respuesta improvisada a las incontables epidemias que se produjeron durante la Edad Media. La más mortífera fue la peste bubónica, conocida popularmente como ‘peste negra’, la cual se extendió por toda Europa a mediados del siglo XIV y dejó a la población seriamente diezmada. “No hay suficientes vivos para enterrar a los muertos”, escribieron algunos testimonios. No es de extrañar, por tanto, que aquella necrópolis hispalense creciera sin orden ni control.
Dicho cementerio estuvo operativo hasta el siglo XIX, fecha en la que fue relevado por el de San Fernando. Ya a principios del XX, y tras un largo periodo de inactividad, los terrenos, que por aquel entonces eran propiedad de dos familias acaudaladas, fueron adquiridos por el Ayuntamiento de Sevilla. El motivo: edificar un nuevo barrio que bordeara a la Exposición de Iberoamericana de 1929. Inicialmente acuñó el nombre de San Sebastián, el mismo que habían tenido previamente tanto el campo santo como la ermita que se encontraba en sus proximidades, pero poco después pasó a llamarse El Porvenir, en un claro guiño a la ‘ciudad del futuro’ que se había proyectado.
Así se explica también que una de las calles fuera bautizada como ‘Progreso’, mientras que otras de las primeras vías recibieron nombres relacionados con la muestra que estaba a punto de celebrarse (Río de La Plata, Brasil, Montevideo, Exposición, etcétera). Algunos de los arquitectos más reputados que participaron en la Exposición Iberoamericana (incluido Aníbal González) quisieron dejar su sello en el barrio a modo de villas y edificios de gran valor (como la fábrica de La Catalana de Gas), propiciando el despegue definitivo de El Porvenir. Además, en el epílogo de plena Guerra Civil, fue fundada allí la Hermandad de la Paz, creando un arraigo más profundo si cabe entre sus vecinos.
El lugar más transitado de Sevilla
hecho, el espacio que ocupa la Plaza Nueva era conocido como la laguna de la Pajería, ya que era propenso a las inundaciones. Por esta razón, durante mucho tiempo esta zona no estuvo poblada y fue empleada como cementerio, huerto, etcétera. Sin embargo, los cambios geológicos propiciaron que la orden franciscana se instalase allí en el siglo XIII, abarcando desde la Plaza de San Francisco (por eso fue llamada así) hasta la calle Zaragoza, donde fue levantado el convento de San Francisco el Grande.El milagro del Cristo de las Mieles
recibió el encargo de tallar una imagen en bronce para el Cementerio de San Fernando, se aferró a este proyecto como un clavo ardiendo para empezar de cero. Aun así, no pudo sentir mayor decepción cuando, al terminar la obra, se dio cuenta de que había esculpido la pierna izquierda sobre la derecha (al revés de lo que dicen Sagradas Escrituras). Incapaz de asumir su error, decidió ahorcarse en su estudio, aunque otras fuentes apuntan a que se pegó un tiro en la cabeza.Bajo los cipreses
Fue inaugurado en 1852, es decir, en pleno Romanticismo, como respuesta al crecimiento demográfico y las necesidades de la ciudad de concentrar en un mismo lugar a todos los fallecidos. Anteriormente los sevillanos eran enterrados principalmente en iglesias o en cementerios improvisados, tales como el de El Prado de San Sebastián, el de Los Pobres, el de los Canónigos o el de San José (Triana). A diferencia de estos, el nuevo estuvo bien organizado desde el primer momento a través de la alineación de cipreses, el árbol fúnebre por excelencia, aunque también hay muestras de palmeras, laureles, romeros, cedros, etc. Todo el recinto se encuentra presidido por la regia figura del Cristo de las Mieles, cuya leyenda ya abordaremos en otro momento.Prehistoria en Valencina
significativo, cabe destacar que es el único de Andalucía que está orientado hacia el oeste. Medio siglo más tarde, concretamente en 1917, se desenterró también de forma inesperada el segundo: el de Matarrubilla. A la vista de personas no expertas en la materia, nada hacía indicar que la gran losa granítica que se asomaba a la superficie fuese una gran cámara sepulcral, pero los arqueólogos se encargaron de confirmarlo. Además, llegaron a la conclusión de que el monolito de mármol negro que se hallaba en su interior hacía las veces de altar o mesa de ofrenda en tiempos pretéritos.Los pétalos de las ’17 rosas’ de Guillena
ellas fueron detenidas en septiembre de ese mismo año.Profanación masiva de nichos en Castilleja de la Cuesta
Daños en 50 tumbas para arrebatar objetos metálicos y de cobre en un trasfondo de conflicto laboral en la Policía Local. Medio centenar de nichos del cementerio municipal de Castilleja de la Cuesta han aparecido destrozados con el objetivo de sustraer cualquier objeto de valor que se encontrara en el lugar, un suceso que tanto los sindicatos policiales como la oposición municipal atribuyen al largo conflicto de la Policía Local, cuerpo enfrentado con el gobierno que lidera Manuel Benítez (PSOE) a cuenta del impago de determinados servicios y que propicia una merma en los efectivos de seguridad de la localidad.Fuentes policiales han explicado a Europa Press que han sido unas 50 las tumbas perjudicadas con la meta de encontrar «cobre y objetos metálicos».Continuar leyendo «Profanación masiva de nichos en Castilleja de la Cuesta»
La «Venta de los Gatos»
Desde la Puerta de la Macarena hasta el Monasterio de San Jerónimo, hoy llamada Avenida Sánchez Pizjuán, existió desde el siglo XVIII una famosa venta llamada «Venta de los Gatos», próxima a la orilla del río Guadalquivir. Era un lugar frecuentado por la vecindad sevillana en las tardes de los días de fiesta para merendar y para que los mocitos jugaran por aquella pradera, o se cantaba y se bailaba. Gustavo Adolfo Béquer, célebre poeta del Romanticismo, estuvo en esa venta por el año 1854, y cuenta que admirado por la belleza de una joven que estaba cantando en un animado grupo, sacó su block y su lápiz e hizo un pequeño retrato del rostro de aquella moza, regalándoselo después al novio de ésta. Supo que la muchacha se llamaba Amparo y que habiendo sido abandonada cuando era un bebé, fue recogida por el dueño de la Venta, padre del muchacho, y que al hacerse mayores se enamoraron y pensaban casarse próximamente.