No es ningún secreto que el poder de seducción de Sevilla traspasa cualquier frontera y que gracias a él recibe visitantes de todos los rincones del planeta, pero el último estudio demográfico revela un dato realmente llamativo en este sentido que no tienen que ver con el turismo en sí, sino con el traslado definitivo de chinos a nuestra ciudad. En otras palabras, con la llegada de inmigrantes ‘legales’ procedentes del gigante asiático. Concretamente, en la provincia de Sevilla hay censados casi 80.000 extranjeros, de los cuales, 4.000 hablan el mandarín, lo que supone aproximadamente un 5% del total, un porcentaje superior a la media andaluza y española.
Ni siquiera en Madrid o en Barcelona hay tantos chinos como en Sevilla en términos proporcionales, lo cual deja a las claras el auge de esta colonia en la
capital hispalense durante los últimos años. Como todo el mundo sabe, o imagina, los chinos tienen una forma de entender la vida muy diferente a la de los inmigrantes originarios de Sudamérica, África o Europa del Este. Uno de sus rasgos distintivos es que suelen ser emprendedores y prefieren montar su propio negocio, por muy pequeño que sea, antes que trabajar para un empresario, y la prueba que lo demuestra es que el 43% de ellos está afiliado al régimen de autónomos.
Habitualmente regentan restaurantes, bazares o tiendas en las que se pueden encontrar, al mismo tiempo o por separado, productos alimenticios, textiles o artesanales, ofreciendo siempre precios competitivos. Asimismo, la población china que habita en Sevilla también se caracteriza por ser joven y la mitad de sus integrantes no supera la barrera de los 30 años. Además, a diferencia de otras etnias, los chinos acostumbran a desplazarse en familia y no individualmente. Teniendo en cuenta que les gusta Sevilla y que existen 1.300 millones de inmigrantes chinos potenciales (tantos como habitantes tiene su inmenso país), es de esperar que el asentamiento de asiáticos en Sevilla siga creciendo en el futuro, ayudando a crear una ciudad cada vez más cosmopolita.