Allí donde muere gente a diario siempre se generan historias macabras y el Hospital de las Cinco Llagas, por muy buen servicio que ofreciera, no es ninguna excepción. Más si cabe teniendo en cuenta que en siglos pasados la mente humana estaba mucho más abierta que ahora para creer en fenómenos sobrenaturales. Por todo ello, con relativa frecuencia, pacientes y familiares hablaban de apariciones espectrales, ruidos extraños (rápidas pisadas, gritos de pánico, sollozos de niños recién nacidos), etcétera. Los difusos protagonistas eran soldados que habían sufrido graves heridas en la batalla, mujeres que perdieron la vida al dar a luz, víctimas jóvenes de una cruel epidemia y, en resumidas cuentas, todo tipo de personas con un trágico final que contar.
Hubo denuncias por escrito e investigaciones formales, pero, como suele ser habitual en estos casos, nunca se llegó a demostrar nada. Aun así, la intranquilidad no se evaporó y
algunos vigilantes de seguridad, tanto en el pasado más lejano como en el no tan lejano, se negaron a hacer las rondas en solitario ante el temor de ser abducidos. Ya en tiempos más recientes, el propio Plácido Fernández Viagas, antiguo presidente de la Junta de Andalucía, reconoció haber vivido una experiencia paranormal dentro del edificio, lo cual deja a las claras que no estamos ante unos testimonios aislados, independientemente de que se crea en la parapsicología o no.
algunos vigilantes de seguridad, tanto en el pasado más lejano como en el no tan lejano, se negaron a hacer las rondas en solitario ante el temor de ser abducidos. Ya en tiempos más recientes, el propio Plácido Fernández Viagas, antiguo presidente de la Junta de Andalucía, reconoció haber vivido una experiencia paranormal dentro del edificio, lo cual deja a las claras que no estamos ante unos testimonios aislados, independientemente de que se crea en la parapsicología o no.De entre todos los fenómenos que presuntamente se dieron en el Hospital de las Cinco Llagas, hubo uno a mediados del siglo XVIII que cobró especial relevancia. Se trataba de la aparición del fantasma de Sor Úrsula, una monja que había trabajado previamente allí y que no había dejado precisamente un buen recuerdo entre los enfermos debido a su carácter despiadado, huraño e insensible. Tras fallecer, comenzó a manifestarse por las noches en los pasillos, vestida con un hábito antiguo y portando un manojo de llaves en el cinto. A diferencia de otros episodios, el espectro de la religiosa no fue visto por una persona ni por dos, sino por decenas, aunque la racionalidad siempre ha encontrado argumentos para tratar de explicar lo aparentemente inexplicable.

En esencia, el diseño se basa en un gran rectángulo en cuyos vértices se elevan torres. Estaba previsto que todo el interior se organizara en torno a diez patios dispuestos de tal manera que aprovecharan al máximo la luz solar, aunque finalmente sólo se construyeron nueve y hoy día sólo se conservan ocho. A sus bellos jardines llegó en nuestros tiempos la escultura de Hércules que había sido expuesta durante la Exposición Universal de 1992 en el Pabellón de Andalucía, y su imponente portada fue ejecutada por Asensio de Maeda, aunque los bocetos correspondían a Miguel de Zumárraga.
En 1559, el Hospital de las Cinco Llagas (también conocido más tarde como Hospital de la Sangre) echó a andar. Su ubicación, fuera de las murallas de la ciudad, suponía una gran novedad en aquellos tiempos y dejaba claro que estaba destinado a los pobres. No en vano, el hecho de que se levantara extramuros era una ventaja para controlar posibles epidemias, pero también una amenaza, ya que hacía las veces de puerta de entrada para personas de todas las condiciones y procedencias. Aun así, para contrarrestar todos estos peligros, se aplicaban medidas higiénicas extremas, evidentemente no como las que se toman ahora, pero sí mucho más estrictas que las de entonces, gracias a la instalación de cloacas y acueductos para el abastecimiento del agua.