Una regata con solera

regataLa sana rivalidad entre Betis y Sevilla no conoce límites y va mucho más allá de lo futbolístico. Tanto es así que, desde hace más de 50 años, heliopolitanos y nervionenses vienen retándose en el Guadalquivir con motivo de una regata que fue concebida por Miguel López Torróntegui, integrante de la famosa delantera ‘Stuka’, poco después de que se fundara el Club Náutico de Sevilla. Los clubes, personificados en Benito Villamarín y Ramón de Carranza, no sólo acogieron de buen grado la propuesta, sino que accedieron a comprar las embarcaciones que eran necesarias para la prueba (el ocho con timonel), cuyos costes eran inasumibles para el resto de asociaciones deportivas.

Así las cosas, la primera regata Sevilla-Betis se celebró el 16 de octubre de 1960,  aunque poco después, concretamente tras la tercera edición, hubo un parón debido a problemas organizativos. La competición se retomó en los años setenta y la que se celebrará este sábado 9 de noviembre será la 47ª en la historia de este evento. Hasta el momento, los sevillistas han ganado más veces (el premio es un trofeo con forma de cocodrilo), aunque en los últimos años los verdiblancos están equilibrando la balanza con varios triunfos consecutivos. Cabe destacar que con el paso de los años el nivel de la prueba ha ido en aumento y buena prueba de ello es que ha contado con la participación de 15 remeros olímpicos, incluyendo al medallista Fernando Climent.

La regata Sevilla-Betis está inspirada en la que enfrenta a los universitarios de Oxford y Cambridge en el río Támesis (Londres), la cual ha llegado a congregar en los últimos años a más de 250.000 personas. Además, gracias a su difusión televisiva, está al alcance de más de 500 millones de personas, cifras que dejan a las claras su repercusión mediática. No obstante, hablamos de un evento deportivo creado en 1859 que respeta al pie de la letra las tradiciones, pues se sigue celebrando el mismo día, con la misma distancia y el mismo recorrido que hace 150 años, sin ni siquiera alterar el punto de salida y el de llegada. Es más, el sorteo de las calles se realiza con la misma moneda de oro que se utilizó la primera vez. Casi nada. 

Un reptil en la Catedral

lagarto imagenEn la Catedral de Sevilla, concretamente en el techo de una de las naves del Patio de los Naranjos,  se encuentran cuatro objetos realmente peculiares: un cocodrilo de madera, un colmillo de elefante, un bocado (freno) aparentemente de caballo y un bastón de mando. Y la pregunta es inevitable: ¿cómo llegaron hasta allí? Existen varias leyendas que tratan de ofrecer una explicación razonable, y aunque ninguna de ellas tiene una base cien por cien sólida, pueden acercarnos a la realidad. La más extendida nos remonta hasta 1260, año en que el sultán de Egipto quiso casar a su primogénito con Berenguela, la hija del rey Alfonso X el Sabio.

Para conseguir su propósito envió una delegación cargada de regalos y entre ellos se hallaban el colmillo de elefante, un cocodrilo vivo extraído directamente del Nilo y una jirafa domesticada. Aun así, el monarca español rechazó la unión y mandó de regreso a los emisarios del sultán con nuevos presentes. Eso sí, se quedó con el cocodrilo, que fue disecado una vez muerto, y la jirafa, cuyo freno fue colgado junto a la piel del reptil. Con los años se añadió a la colección la vara del embajador castellano que viajó a Egipto para declinar amistosamente la proposición.

Ahora bien, ¿son esos objetos los mismos que podemos contemplar hoy día? No exactamente. El cocodrilo actual, conocido popularmente como ‘lagarto’, está tallado en madera y data del siglo XVI. Es muy posible que su estructura se corresponda con el original, pero a partir de ahí no hay más conexiones. Con todo, su imponente presencia llama poderosamente la atención,  sobre todo porque su naturaleza no guarda relación con el entorno, de ahí que sea uno de los mayores atractivos para los niños que visitan la Catedral. Otra teoría más ‘escéptica’ sostiene que el animal fue colocado en esa posición simplemente para espantar a las aves que se colaban en el templo.