De Melonares se lleva hablando tanto tiempo… que ya nos parece un pantano antiguo. Y nada más lejos de la realidad, pues oficialmente aún no se ha estrenado. Pero vayamos por partes. A principios de los setenta se llegó a la conclusión de que era ineludible construir un nuevo embalse para aumentar el abastecimiento de agua en el área metropolitana de Sevilla y acabar con el temor a las prolongadas sequías. La ubicación elegida fue la Sierra Norte, y más concretamente, un parque natural situado entre las localidades de El Pedroso y Castilblanco de los Arroyos que recibe el nombre de Los Melonares.
Como suele ocurrir con todos los proyectos de gran envergadura, los plazos iniciales no se cumplieron y hubo que esperar más de lo debido para ver los planos transformados en realidad. Tanto es así que las obras, financiadas con fondos europeos, comenzaron durante el mandato de Soledad Becerril (1995-1999) y no concluyeron hasta diciembre de 2007. Pero claro, una cosa era rematar el pantano y otra, conectarlo a la red de Emasesa. Dichos trabajos están a punto de finalizar, por lo que, si no hay imprevistos de última hora, los sevillanos podrán beber agua procedente de este embalse a finales de este mismo año.
Cuando hablamos de Melonares nos estamos refiriendo al pantano más grande de los que abastecen a Sevilla (186 hectómetros cúbicos), muy por encima del de Zufre (175). Se nutre del río Viar, que nace en Monesterio (Badajoz) y desemboca en el Guadalquivir, regando entre medias (su canal) las cosechas de los pueblos de Cantillana, Villaverde del Río, Alcalá del Río, Burguillos, Guillena y La Algaba. Una vez que las conexiones estén operativas, el agua ‘viajará’ desde Melonares a El Carambolo (Camas), donde Emasesa tiene su estación de bombeo. En total, hará un recorrido de 60 kilómetros antes de introducirse en las tuberías de la capital hispalense.