Una de las formas más rápidas de apreciar el brillo de Sevilla es recorrer la calle Betis y dejar que nuestros ojos miren en todas las direcciones, pues apunten donde apunten siempre encontrarán algo admirable. Lo primero que llama la atención es la proximidad del Guadalquivir, que discurre de forma paralela a un palmo de terreno, de ahí que la vía tomara prestado el antiguo nombre del río (Betis, para los romanos). Asimismo, sin necesidad de fruncir el ceño, desde esta ubicación podemos divisar dos hermosos puentes (el de Isabel II y el de San Telmo), la Torre del Oro en su esplendor e incluso la preponderancia de la Giralda sobre el cielo hispalense.
Y qué decir de su principio y de su final, pues en un extremo de la calle Betis se encuentra la Plaza del Altozano y en el otro, la de Cuba. Entre medias, una hilera de hermosas casas diseñadas bajo el patrón de la arquitectura popular andaluza del siglo XVIII, con patios coloridos y balcones que ofrecen unas vistas inigualables. Además, esta vía alberga un buen puñado de restaurantes, pubs, cafeterías, terrazas, discotecas y otra serie de locales que la convierten en una de las zonas más ambientadas de Sevilla durante la noche. Y por si fuera poco , también es ‘sede’ temporal de la Velá de Santa Ana que se celebra todos los años en el mes de julio.
Si retrocedemos en el tiempo, debemos reseñar que en la calle Betis se encontraba la Universidad de Mareantes, centro en el que se instruían los marineros para posteriormente viajar hacia América. Y si nos referimos a la rabiosa actualidad, es imposible no hacer referencia al debate sobre su peatonalización. En estos momento está implantada una fórmula ‘mixta’ que consiste en permitir exclusivamente el acceso de los vehículos de los residentes autorizados, pero desde las esferas políticas se está estudiando tanto la posibilidad de peatonalizarla por completo como la de abrirla al tráfico sin restricciones. El tiempo dirá.
edificación y recordó los beneficios que acarreará para los sevillanos tanto en términos de riqueza. Así pues, cumplido el objetivo, se puede decir que todo ha quedado en un susto y que Sevilla ha salvado un ‘match ball’ decisivo de cara a su imagen en el exterior. No obstante, el alcalde ha tenido que comprometerse a no construir en el futuro ningún edificio más de gran altura en las cercanías del casco antiguo y, como muestra de buena voluntad, organizará en el capital hispalense un encuentro internacional de expertos para abordar el concepto de paisaje histórico urbano y arquitectura moderna.