Nueve años, dos meses y veintidós días. Ese es el tiempo que ha transcurrido entre el inicio de las obras de demolición de la cárcel de La Ranilla (26 de enero de 2007) y la inauguración de la zona verde que ya ocupa su espacio.
Fue el pasado 19 de abril cuando el alcalde Juan Espadas abrió por fin las puertas de un parque que, tras haber sufrido numerosos retrasos, ya es una realidad tangible.

Con una inversión aproximada de 3,7 millones de euros, el parque cuenta con 27.000 metros cuadrados de extensión, 237 árboles, tres zonas de juegos infantiles y un gran repertorio de fuentes y estanques.
Lejos de romper con el pasado, el arquitecto ha querido recordar la antigua prisión con muchos elementos. Por ejemplo, los caminos pavimentados de granito reproducen la antigua planta de la cárcel y marcan los espacios que ocupaban sus módulos.
Uno de ellos, el de los presos políticos, está señalado además con una pérgola metálica. También se han colocado fotografías del edificio desaparecido y se han conservado la especies vegetales que crecían en las zonas comunes (palmeras, principalmente), al margen de incorporar otras 30 nuevas.
El parque, que está enclavado entre el centro cívico y la sede de la Delegación Municipal de Seguridad y Movilidad, aún no tiene nombre. Serán los vecinos, y más concretamente los niños del barrio, quienes elijan su denominación mediante un concurso de ideas que, una vez finalizado, llegará a la mesa de la junta de distrito para su aprobación definitiva.
Por último, cabe reseñar que la edificación del parque no será la última intervención que se haga en el entorno, ya que próximamente se restaurará el pabellón de ingreso.
Presumiblemente, este edificio será destinado a la preservación de la memoria histórica, tal y como fue acordado en pleno el pasado mes de octubre.
La Giralda es el monumento de Sevilla que más fascina a los extranjeros. Buena prueba de ello es que ha tratado de ser ‘exportada’ a muchos puntos de la geografía internacional y, muy especialmente, a Estados Unidos, donde se realizaron varias réplicas. Hoy hablaremos de la más famosa, la de Nueva York, aunque desgraciadamente no haya llegado a nuestros tiempos. Terminó de construirse en el año 1890 y las obras fueron supervisadas por los arquitectos Charles McKim, William Rutherford Mead y Stanford White, quienes, a raíz de esta obra, se convirtieron en unos de los más cotizados de su profesión.
tallada en 1578 y renovada en 1622, la cual reza así: ‘Hércules me edificó, Julio César me cercó, de muros y torres altas, el Rey Santo me ganó, con Garci Pérez de Vargas (…)’. En 1846 la puerta fue derribada y sustituida por otro, pero, ironías del destino, la nueva duró poquísimo, ya que apenas 20 años después fue demolida al mismo tiempo que la muralla y ya no se levantó ninguna más.
Ya por aquel entonces su actividad había menguado y sólo recluía a presos de tercer grado. Era la prueba evidente de que las autoridades pensaban ‘jubilarla’ más pronto que tarde y en 2007 se iniciaron las tareas de demolición pese a la oposición de los vecinos de La Concepción, antiguos condenados y asociaciones de la Memoria Histórica, que sólo pudieron conseguir que se conservara la fachada principal y el pabellón administrativo. Así pues, donde antes hubo calabozos, barrotes, corredores, aseos comunes, garitas y alambres, pronto habrá un parque, un centro cívico y una nueva jefatura de la Policía local. Sin duda, será un cambio drástico al que tendrán que acostumbrarse todos, especialmente, los que pasaron una parte de sus vidas en aquel imborrable lugar.
Pero a lo largo de su dilatada historia no ha sido sólo una atalaya y un almacén, sino que también fue empleada como capilla dedicada a Santa Isidoro, prisión, oficinas… hasta llegar al museo naval que alberga actualmente. A todo ello habría que añadir una leyenda no contrastada según la cual, el Rey Pedro I el Cruel la aprovechaba para su disfrute personal, encontrándose allí con sus amantes. Incluso una de ellas, doña Aldonza, llegó a residir en la Torre del Oro durante algunas temporadas según cuenta este relato.
El Ayuntamiento espera que en junio o julio se abra el entorno para el disfrute ciudadano.La unión temporal de empresas (UTE) constituida entre las constructoras Martín Casillas y Bellido para la peatonalización de la avenida de Isabel la Católica; proyecto promovido por el Ayuntamiento de Sevilla para enlazar el parque de María Luisa con la monumental Plaza de España, ha comenzado hoy el derribo del cerramiento que separa el parque, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), del complejo arquitectónico diseñado por Aníbal González para la Exposición Iberoamericana de 1929.