Un tesoro oculto en Tomares

El pasado 27 de abril sucedió algo inesperado en el municipio sevillano de Tomares. Concretamente, en el Parque del Olivar del Zaudín, donde se estaban realizando unas obras de canalización.

Allí lo rutinario se convirtió en extraordinario cuando los operarios descubrieron accidentalmente nada más y nada menos que 600 kilos de monedas romanas, o lo que es lo mismo, decenas de miles de ellas.

Estaban guardadas en 19 ánforas, y, aunque hay algunas bañadas en plata, la mayoría son de bronce y pesan entre ocho y diez gramos.

“Se trata de un hallazgo que, aún por estudiar y analizar, ya podemos calificar de una importancia enorme. Es un conjunto único con poquísimos paralelos.

Desde luego, en la historia del Imperio Romano y del Bajo Imperio Romano en España, no conocemos nada similar”, ha afirmado Ana Navarro, directora del Museo Arqueológico de Sevilla”.

Las ánforas halladas no son como las que se utilizaban para transportar vino y aceite. De hecho, son más pequeñas, por lo que puede que fuesen diseñadas específicamente para guardar dinero. ¿Y por qué estaban almacenadas en un mismo lugar?

Si bien aún es pronto para afirmarlo con rotundidad, las primeras hipótesis apuntan a que ese dinero se estaría recolectando para el pago de impuestos imperiales o para sufragar los gastos de las tropas, y que, por motivos que

Tesoro encontrado en Tomares, Sevilla
Tesoro encontrado en Tomares, Sevilla

se desconocen, nunca llegó a ser entregado.

Las monedas datan de los siglos III y IV después de Cristo, incluyen figuras de los emperadores Maximiliano y Contantino en el anverso, y alegorías romanas -como la abundancia- en el reverso.

Aunque el paso del tiempo y el polvo han dejado su huella en ellas, hay indicios que sugieren que estaban recién acuñadas cuando se introdujeron en las ánforas, por lo que nunca habrían entrado en circulación.

Después de encontrarse semejante tesoro, algunas voces reclaman una excavación más minuciosa en la zona, aunque lo cierto es que las obras en el parque se han reanudado. Eso sí, con mucho más cuidado y con los cinco sentidos en alerta.

Un teatro con sabor añejo

En la provincia de Sevilla hay un teatro con 2.000 años de historia. Y no, no hemos puesto un cero de más por error. Nos referimos al Teatro de Itálica, la obra civil más antigua de esta provincia romana. Fue construido en la época de Augusto sobre el Cerro de San Antonio, en el término municipal de Santiponce, y originalmente contaba con una capacidad para 3.000 espectadores. En él se representaban esporádicamente obras trágicas y cómicas, casi todas ellas encaminadas a resaltar la figura del emperador y ridiculizar a sus enemigos, aunque también había momentos para espectáculos musicales y de mimos.

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Arva, la ciudad olvidada

Sabemos mucho de Itálica, pero no tanto de Arva, otra ciudad romana que se levantó en la provincia de Sevilla. Para más señas, en una colina situada entre los antiguos municipios de Axati (Lora del Río) y Canama (Alcolea del Río), o lo que es lo mismo, entre el arroyo de Los Premios y el Guadalquivir. Justo allí, el emperador Vespasiano ordenó construir un asentamiento que tenía como objetivo controlar la economía de la provincia bética. Y no sólo en términos recaudatorios, sino también a nivel productivo, tal y como quedó más que demostrado en 1981 con la excavación de cinco hornos en los terrenos de El Tejarillo.

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El Colón sevillano

rodrigodebastidasLos libros divulgativos de Historia tratan de simplificar los acontecimientos más relevantes para que puedan ser comprendidos con facilidad. Por eso todos sabemos que Cristóbal Colón descubrió América en 1492, pero es evidente que una sola persona no pudo llevar a cabo semejante empresa. De hecho, está más que demostrado que el genovés no llegó a conocer muchos de los países que conforman el continente y la tarea de explorarlos correspondió a otros hombres. Y uno de ellos fue un sevillano que respondía al nombre Rodrigo de Bastidas.

Nacido en lo que hoy es Triana, Rodrigo de Bastidas acompañó a Colón en su segundo viaje a las Indias en 1493. Ocho años más tarde consiguió la licencia necesaria para poder rastrear por su cuenta nuevas tierras, zarpando desde Cádiz al mando de dos naves (San Antón y Santa María de Gracia). Fue el primero en divisar las costas colombianas y panameñas después de haber recorrido todo el litoral venezolano, y si no avanzó más fue porque sus barcos empezaron a flaquear y se vio obligado a atracar en Santo Domingo, donde los españoles tenían su base de operaciones. Una de sus naves naufragó, pero la otra, la que almacenaba el oro, logró resistir, y quizás por ello fue acusado de negociación ilegal con los indígenas.

Pese a todo, fue declarado inocente y entregó su botín a la Corona, razón por la cual se le fue asignada una pensión vitalicia, procedente de la producción anual de una provincia que él mismo había descubierto (Urabá). Regresó a España y vivió de las rentas con cierta comodidad, pero su cabeza seguía estando en América, de ahí que decidiera volver sobre sus pasos en 1525. Fue entonces cuando fundó la ciudad de Santa Marta (Colombia), donde era respetado por todos menos por su mano derecha, Juan Villafuerte, quien, ávido de poder y riquezas, orquestó una conspiración en su contra. Herido de consideración y sin poder fiarse de nadie, Rodrigo de Bastidas emprendió la huida en busca de un lugar seguro, pero sólo llegó a Santiago de Cuba, donde falleció en 1527. 

El puente que no deja a nadie indiferente

Los sevillanos ya estamos acostumbrados, pero una de las cosas que más impresiona a los turistas que visitan nuestra ciudad por primera vez es cruzar el río Guadalquivir a través del Puente del V Centenario. Diseñado por los ingenieros José Antonio Fernández Ordóñez y Julio Martínez Calzón, fue construido con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1992 y tuvo un presupuesto cercano a los 6.500 millones de las antiguas pesetas. Fue bautizado con este nombre para conmemorar el 500 aniversario del descubrimiento de América e inaugurado el 15 de noviembre de 1991 por José Borrell, a la sazón ministro de obras públicas del gobierno de Felipe González.

Inicialmente se estudió la posibilidad de construir un túnel en su lugar, pero finalmente las autoridades se decantaron por un puente atirantado para ganar en espectacularidad (era más visible desde el exterior). De esta forma, se erigió en la segunda estructura más alta de la capital hispalense (110 metros), sólo superada por la Giralda, de ahí que los barcos no hayan tenido ningún problema para pasar por debajo en todo este tiempo. Además, durante algunos años fue el puente más largo de España gracias a los 265 metros que separan sus pilares y a los 2.016 de su longitud total.

Dada su densidad de tráfico, el puente no ha estado exento de críticas. Y es que en un primer momento fueron planificados tres carriles por cada sentido y finalmente, por motivos económicos, sólo se plasmaron dos más uno reversible. Además, la ausencia de un arcén específico entorpece la circulación cuando se producen averías y siniestros en horas punteras. Pese a estos inconvenientes, el Puente del Quinto Centenario sigue siendo la primera opción de los conductores para bordear la ciudad y buena prueba de ello es que unos 120.000 coches pisan su asfalto cada día.

Prehistoria en Valencina

Si ya es difícil que edificios construidos hace cien años sobrevivan a nuestros tiempos, pueden imaginarse lo extraordinario que es hallar y conservar vestigios anteriores a la vida de Jesucristo.  Pues bien, en la provincia de Sevilla, concretamente en la localidad aljarafeña de Valencina de la Concepción, se encuentra uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de la prehistoria en nuestro país. En esencia es una necrópolis, es decir, un cementerio de grandes dimensiones, y en ella destacan sobremanera sus tres dólmenes. Estos monumentos funerarios, que tienen aproximadamente cinco milenios de antigüedad, se caracterizan por sus piedras sin tallar, hincadas en la tierra de tal manera que dan como resultado una forma similar a la de una mesa.

En 1860, mientras se plantaban unos viñedos, se descubrió accidentalmente el primero de los dólmenes: el de la Pastora. Su corredor subterráneo tiene una longitud de 46 metros, está dividido en tres tramos y desemboca en una cámara circular. Como dato significativo, cabe destacar que es el único de Andalucía que está orientado hacia el oeste. Medio siglo más tarde, concretamente en 1917, se desenterró también de forma inesperada el segundo: el de Matarrubilla. A la vista de personas no expertas en la materia, nada hacía indicar que la gran losa granítica que se asomaba a la superficie fuese una gran cámara sepulcral, pero los arqueólogos se encargaron de confirmarlo. Además, llegaron a la conclusión de que el monolito de mármol negro que se hallaba en su interior hacía las veces de altar o mesa de ofrenda en tiempos pretéritos.

En 1948 se descubrió el último dolmen hasta la fecha, el de Ontiveros. Acuñó este nombre porque así se llamaba la finca bajo la que se encuentra, aunque ahora se le conoce como finca de Nuestra Señora de los Reyes. El caso es que no sido posible realizar una excavación completa por el riesgo de que el edificio pueda resentirse. Aun así, en las exploraciones realizadas hasta la fecha se han localizado fragmentos óseos, puntas de flechas, cuchillos, cerámica y otra serie de objetos que pueden observarse actualmente en el Museo Arqueológico de Sevilla. En resumen, se podría decir que en Valencina de la Concepción se encuentran los restos de nuestros antepasados más remotos, aquellos a los que nadie podrá poner nombre y apellidos en un árbol genealógico, pero cuya existencia fue tan real como la vida misma.

Los hombres de los barcos dicen adiós

Probablemente ninguna otra ciudad del mundo sin mar haya tenido tanta relación con los barcos como Sevilla a lo largo de los siglos. Desde la lejana época tartesa, pasando por los años posteriores al descubrimiento de América, sin olvidar las atarazanas y la modernización del siglo XIX, hasta llegar a su último largo capítulo, el que va desde 1946 hasta hace tan sólo unos días. Obviamente, su historia no habría sido tan longeva si el Guadalquivir no hubiera sido el único río navegable de España, aunque ni siquiera la particularidad de su cauce ha impedido que el astillero desaparezca.

Ha habido momentos de todos los colores: de esplendor, de alegría, de incertidumbre, de desesperación, de lucha… En plena posguerra se inició la construcción de la factoría que hoy conocemos y fue como una bombona de oxígeno en términos industriales y de empleo. El mismísimo Franco vino a la capital hispalense para inaugurarla en 1953, dando el pistoletazo de salida a un enorme y ambicioso proyecto. Tanto es así que la plantilla de trabajadores llegó a contarse por miles (alcanzó la cifra de los 5.000) y en épocas de bonanza, como la de la década de los setenta, se llegaron a construir nada más y nada menos que once navíos en tan sólo un año.
Astilleros Sevilla dicen adiósPero dicen que todo lo bueno se acaba y a partir de 1993 la actividad del astillero fue menguando sin visos de detenerse.

Comenzaron los recortes, esa palabra que tan de moda está actualmente pero que ni mucho menos es nueva, y la factoría terminó tomando el camino de la privatización sin ningún éxito. De hecho, al ser traspasada al propietario del astillero de Huelva, las cosas no mejoraron y cada vez eran más los trabajadores que eran despojados del oficio de toda su vida. Y es que la competencia de los países asiáticos, capaces de levantar barcos a la velocidad de la luz y venderlos a un precio mucho menor, redujo notablemente la demanda. En cualquier caso, los trabajadores protestaron todo lo que pudieron y más durante estos años, denunciando que la administración les había dejado de lado, pero el cierre de la planta ya es un hecho, puesto que los contratos de los últimos 58 empleados de Astilleros de Sevilla expiraron el pasado sábado 30 de diciembre en cumplimiento del ERE. Así pues, desgraciadamente, los hombres de los barcos han dicho adiós.

Hallan restos mudéjares en la iglesia de San Luis de los Franceses

iglesia san luisDicho hallazgo, que ha tenido lugar durante su restauración, permitirá la apertura de dicho templo, cerrado desde los años 60.La diputada provincial de Cultura e Identidad de la Diputación de Sevilla, Guillermina Navarro, y el arquitecto responsable del proyecto de restauración de la iglesia de San Luis de los Franceses y la Capilla Doméstica del Antiguo Noviciado de los Jesuitas, Fernando Mendoza, han guiado este viernes una visita por varios recintos del complejo jesuítico más señero del barroco sevillano, con el objetivo de comprobar en el propio conjunto monumental el curso de las obras de este proyecto, que comenzaron el pasado mes de julio, promovidas por la Diputación de Sevilla en colaboración con el Ministerio de Fomento del Gobierno de España, y que finalizarán en 2012.Según ha explicado Navarro, «una vez que concluyan las obras, en julio de 2012, la Diputación tiene previsto que San Luis forme parte de un circuito turístico en torno al barroco de la capital hispalense y que sus espacios recuperados, tales como la cripta y la Capilla Doméstica, sirvan como salas de exposiciones y conciertos y acojan varios proyectos culturales, de forma que la iglesia forme parte del pálpito y de la vida del barrio de San Luis, del que forma parte».

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La Catedral de Sevilla exhibe su plano más antiguo, hallado por una profesora de la UC

planoEste «tesoro», según su descubridora, está «excelentemente conservado» y tiene un «enorme grado de detalle» sobre la planta del mayor templo del gótico español, sólo superado en dimensiones por las catedrales de San Pedro del Vaticano y de San Pablo en Londres.La catedral de Sevilla acoge hasta el próximo 6 de febrero la exposición ´Aedificare, evangelizare, servare´, un recorrido por cinco siglos de arquitectura en el templo de la capital andaluza, y que exhibe el plano completo más antiguo de la iglesia, hallado en el convento vasco de Bidaurreta por la historiadora de la Universidad de Cantabria (UC) Begoña Alonso Ruiz.Este «tesoro», según su descubridora, está «excelentemente conservado» y tiene un «enorme grado de detalle» sobre la planta del mayor templo del gótico español, sólo superado en dimensiones por las catedrales de San Pedro del Vaticano y de San Pablo en Londres.El descubrimiento fue realizado en la primavera de 2008 en colaboración con Alfonso Jiménez Martín, maestro mayor de la catedral metropolitana de Sevilla y arquitecto, y, un año después, ambos investigadores publicaron un libro en el que reconstruyen su hallazgo y el trabajo realizado para contextualizarlo, informa la UC en nota de prensa.

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