Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de Cruces de mayo
La festividad de la exaltación de la Cruz, es el 3 de mayo.
De los orígenes de esta festividad religiosa y su celebración pagana, hablaremos el próximo día.
Hoy vamos abrir boca recordando esta tradición.
En Sevilla los siglos de esplendor fueron el XVIII, XIX y principios del XX.
En esas fechas se festejaba la cruz y se celebraban fiestas, con cantes y bailes, todos los sábados y domingos del mes.
Corrales de vecinos, patios particulares y plazas eran los sitios donde se engalanaba una cruz y se bailaba y cantaba a en torno a ella.
Dicen las crónicas que las más famosas fueron la de los Jardines de Murillo y la de la Plaza de Santa Cruz.
Sería difícil distinguir las más famosas porque Sevilla mantenía esta tradición en todos los rincones de la ciudad.
Se montaba una cruz de papel, hecha con flores de papel, se rodeaba de macetas y de mantones bordaos y a bailar.
A bailar sevillanas al son de las palmas y de las guitarras.
Hasta el alba.
Como en todas partes, las celebraciones religiosas van acompañadas de una celebración pagana, lúdica y social.
En Sevilla, no podía ser menos.
Las mocitas y las niñas se vestían de gitana, se ponían peinecillos para recogerse el pelo, lucían sus mejores galas y sus mayores encantos.
Una de las finalidades, además de pasarlo bien, era encontrar un mozo guapo que las pretendiera y las llevara al altar.
-“¿Adónde vas?
-A Triana, a la Cruz de mayo del corral de Anita.
– Ay, hija, a ver si tienes suerte y este año te sale novio.”
Esa expresión sevillanísima de “salir novio” tiene toda la gracia.
“A mi prima le salió un novio, el Jueves Santo”
-“Ay! Pues si a mí no sale ahora, iré a la Velá de Santa Ana. Yo sin novio no me quedo. Pa vestir Santos las viejas”
Y con el empeño y la juventud que ponían, a veces, salía más de uno.
“!Ay, chiquilla! Me han pretendido Pepe y Rafael. No sé con quién quedarme. Pepe es un granuja muy guapo, pero Rafael tiene un tipito muy saleroso y trabaja de mozo con Don Alberto.
Ay!, hija! No sé, no sé.”
¿Con quién se quedaría la muchacha?
Quizás, ante la duda, con ninguno y buscara el desempate en la Velá de La Señá Santana.
Eran tan jóvenes que tenían todo el tiempo del mundo para dejarse pretender, enamorase, sentir el cosquilleo por todo el cuerpo y volver a empezar en otra fiesta.
Eso es lo que tiene el amor. Los inicios son los mejores.
Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de Cruces de mayo.
Manuela Sosa Martin.