Muchos han oído hablar de él y muy pocos han podido visitarlo. Hablamos del palacio de Las Dueñas, propiedad de la Casa de Alba y uno de los inmuebles más valiosos de Sevilla. Se construyó entre los siglos XV y XVI por orden de la familia Pineda, la cual se vio obligada a venderlo antes de lo deseado. Y es que uno de sus miembros fue secuestrado por los musulmanes y, para pagar el rescate, no les quedó más remedio que deshacerse de su residencia más preciada. Así pasó a manos de Catalina de Ribera en 1484, condesa de Los Molares, estirpe que regentaría el lugar hasta que fue traspasado a la Casa de Alba a mediados del siglo XVII.
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Las sirenas del casco antiguo
El palacete de estilo francés que se encuentra en el centro de la Alameda de Hércules es la llamada ‘Casa de las Sirenas’. No siempre tuvo este nombre, ya que su denominación original fue ‘El Recreo de la Alameda’, pero sí mantuvo su aspecto hasta que el paso del tiempo hizo mella en su estructura. Su construcción data de mediados del siglo XIX, momento en el que el marqués de Esquivel (Lázaro Fernández de Angulo) se propuso levantar una pretenciosa mansión para vivir en ella… y mostrársela a toda la aristocracia sevillana.
El curioso caso del Pabellón de Brasil
Inicialmente, Brasil no fue invitada a la Exposición Iberoamericana que se celebró en Sevilla en 1929. Portugal tampoco, y quizás muchos de vosotros os estéis preguntando ahora mismo por qué. Una de las razones se encuentra en el pretexto de la muestra, que no era otro que el de ensalzar a España y su hegemónica influencia en el Nuevo Continente. Y claro, los dos países anteriormente citados eran los únicos que podían discutir esta afirmación, pues la conexión entre ambos también había sido muy importante. También tuvo su peso el hecho de que Brasil hubiese votado en contra del ingreso de España en el Consejo de la Sociedad de Naciones años atrás, así como el escaso interés que había mostrado España en una muestra que se había celebrado en Río de Janeiro poco antes.
El techo de Andalucía
Una vez edificadas sus últimas plantas, la Torre Pelli se ha convertido en el edificio más alto de Andalucía gracias a sus 178 metros de altura. Le ha arrebatado el primer puesto a las Torres de Hércules de Los Barrios (Cádiz), un moderno centro de negocios que alcanza los 126 metros y fue inaugurado en octubre de 2009. El tercer puesto en el ranking regional lo ocupa la Torre Laguna (Almería), un enorme inmueble de 105 metros que alberga tanto viviendas como oficinas. Su construcción, como la de casi todos los edificios imponentes, generó mucha polémica e incluso llegó a los tribunales, aunque las obras pudieron finalizarse en 2011.
Vitrinas que guardan nuestro pasado (II)
La sede del Museo Arqueológico de Sevilla fue en su día el edificio más caro que se construyó en la Plaza de América para la Exposición Iberoamericana de 1929. El diseño corrió a cargo del afamado Aníbal González, quien se inspiró en el Palacio de de Monterrey (Salamanca) para crear su Palacio del Renacimiento (así se llamó). Una vez finalizada la muestra, no fue excesivamente difícil adaptarlo a su uso actual, ya que poseía suficiente espacio y una buena distribución. Así, hoy tenemos a nuestra disposición un museo de tres plantas con nada más y nada menos que 27 salas.
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El Instituto de Higiene del doctor Murga
El error más repetido en la historia de Sevilla ha sido el de demoler edificios sin tener en cuenta su valor artístico y patrimonial. Un buen ejemplo es el del Instituto de Higiene, que estaba situado en el número 35 de la calle Marqués de Paradas. Fue construido entre 1905 y 1907 para ser, simultáneamente, la residencia, el laboratorio y la clínica del doctor Leopoldo Murga Machado, y estuvo en pie hasta 1958. Quienes no hayan oído hablar nunca de él, a buen seguro que se sorprenderán al ver fotografías de su fachada, pues parece mentira que un inmueble con semejante encanto se redujera a escombros.
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Los Baños de la Reina Mora
Los almohades dejaron una huella imborrable en Sevilla. No en vano, muchas de sus grandes obras (La Giralda, la Torre del Oro…) siguen dando lustre a la ciudad, si bien su arquitectura civil no corrió tanta suerte. De hecho, son pocos los edificios de este tipo que han sobrevivido a nuestros tiempos, aunque hay honrosas excepciones, como la que hoy nos ocupa. Hablamos de los Baños de la Reina Mora, que datan del siglo XII y se encuentran ubicados entre las calles Baños, Jesús de la Veracruz y Miguel Cid, es decir, en el corazón de la ciudad.
Mitad teatro, mitad cine
El Teatro Cervantes no sólo es el más antiguo de Sevilla, sino también el único de su época que ha sobrevivido a nuestros tiempos. Fue diseñado por el arquitecto sevillano Juan Talavera y de la Vega (autor también de El Costurero de la Reina) y abrió sus puertas al público el 13 de octubre de 1873, es decir, hace más de 140 años. Sorprendentemente, y pese al paso del tiempo y a las numerosas modificaciones realizadas, su interior conserva la esencia original, lo cual le otorga un valor histórico añadido. Y eso que en la década de los sesenta dejó de ser un teatro para convertirse en cine, aunque nunca perdió su alma escénica.
La grandeza del Salvador
Con el permiso de la Catedral, la iglesia del Salvador es la más grande que hay en Sevilla. Ubicada en la plaza que lleva su nombre, empezó a construirse en 1674 sobre las ruinas de la Mezquita Mayor (que a su vez antes había sido un templo visigodo) y uno podría preguntarse por qué este antiguo edificio árabe estuvo tanto tiempo en pie si Fernando III reconquistó la ciudad en 1248. La explicación reside en que, tras un periodo en el que se permitió a los musulmanes practicar su religión allí, los cristianos, que admiraban su belleza, decidieron adaptar el santuario a sus creencias y lo convirtieron en parroquia. Tanto es así que se le otorgó la distinción de colegiata, por lo que tenía su propio cabildo.
Sin embargo, a mediados del siglo XVII su deterioro era tan evidente que se procedió a levantar la iglesia que hoy conocemos. El diseño corrió a cargo del arquitecto Esteban García, aunque quien concluyó las obras fue Leonardo de Figueroa en 1712. Pese a que la renovación fue integral, aún se conservan algunos resquicios de su pasado romano y visigodo en el patio. El edificio quedó organizado en torno a tres naves casi de la misma altura y una gran cúpula. De la fachada podemos decir que bebe del manierismo y posee tres puertas de bella factura.
En su interior hay nada más y nada menos que catorce retablos (Mayor, Cristo de los Afligidos, Cristo del Amor, Santas Justa y Rufina, Milagrosa, San Cristóbal, San Fernando, Virgen de las Aguas, Santos Crispín y Crispiniano, Capilla Sacramental, Virgen del Rocío, Santa Ana, Virgen de la Antigua, y Cristo de la Humildad y Paciencia, ordenados todos ellos por orden cronológico). Y es que no hay que olvidar que la iglesia del Salvador es sede de seis hermandades (Pasión, El Amor, El Rocío, La Antigua, El Prado y Maestros Carpinteros), razón por la cual durante la Semana Santa aloja bastantes pasos.