Si hace un par de semanas los sevillanos miraban al cielo para cerciorarse de que todas las hermandades harían su estación de penitencia a la Catedral, ahora no hace falta consultar ningún parte meteorológico para constatar que durante la Feria lucirá el sol. Este año se celebra más tarde de lo habitual (íntegramente en mayo) y quizás por ello las altas temperaturas están garantizadas. Todo feriante sabe que la lluvia desluce la fiesta, pero el bochorno tampoco es precisamente un aliado. No es de extrañar, por tanto, que los propietarios de las casetas vayan a intentar contrarrestarlo de diferentes maneras.
El utensilio más tradicional y estético es el abanico, pero suele asociarse a la mujer y su efecto es estrictamente individual, por lo que no dejará de ser visto como un último recurso. Tampoco parece que vayan a aliviar demasiado los ventiladores de techo, que son muy válidos para airear el ambiente, pero no tanto para influir en los termómetros. Siguiendo el curso tecnológico, el siguiente avance fue el aire acondicionado, el que para algunas personas calurosas ha sido el mayor invento de la historia, pero en el Real de la Feria presenta algunos inconvenientes.
Uno de ellos tiene que ver con la potencia eléctrica, ya que cada módulo puede usar un máximo de 10 kW y estos aparatos, dependiendo de sus características, pueden consumir más de la mitad de esta cifra o incluso superarla. De esta manera, su puesta en marcha restringirá el uso de otros electrodomésticos, como podrían ser la freidora, la nevera…, por no hablar del calor que desprende hacia el exterior. Así las cosas, surge la necesidad de buscar otras alternativas más ecológicas y la más eficiente es el denominado ‘microclima’, que desde hace años viene utilizándose en bares y restaurantes del centro. Humidificando el aire, esta instalación consigue rebajar la temperatura en más de diez grados y más de 30 casetas ya la tienen. El problema, no obstante, es su considerable precio, pues actualmente oscila entre los 500 y los 1.200 euros en función del espacio.
tampoco estaba a la orden del día. De hecho, en un principio se utilizaba el petróleo como fuente de energía y posteriormente se pasó al gas, con las consabidas ventajas e inconvenientes que presenta este combustible. Ya en 1877, con motivo de la visita de la reina Isabel II, se instalaron por primera vez los vistosos farolillos de papel que han llegado a nuestro tiempo, pero sólo por una cuestión estrictamente estética, ya que por aquel entonces aún no emitían luz.
La Feria de Sevilla, por su fama, ha sido imitada por otras ciudades tan distintas como Herat, en Afganistán, Filadelfia o la que se celebra en la base conjunta de la OTAN en Nápoles. Aunque parezca inverosímil, todas ellas reciben asesoramiento directo desde la Delegación de Fiestas Mayores del Ayuntamiento. Desde ahora, además, tendrán otro motivo para imitarla: el sello de feria sostenible que recibirá de manos de la Dirección General de Cambio Climático y Medio Ambiente Urbano de la Junta de Andalucía. De esa forma, su director, José Fiscal, reconoce el esfuerzo realizado por la delegación para reducir el consumo eléctrico y la contaminación acústica en las últimas ediciones.El futuro galardón se enmarca en una campaña de concienciación que recorrerá las ferias andaluzas, empezando por la de Abril.