Con relativa frecuencia, el nombre de una persona nos evoca más a la calle titulada en su honor que a su biografía, y con Luis Montoto sucede algo así. Quien más, quien menos, sabe dónde está situada la avenida que antiguamente era conocida como ‘Oriente’ y también cómo llegar a ella, pero mucha gente ignora quién fue y qué méritos hizo para recibir tal reconocimiento. La mejor respuesta a estas preguntas se encuentra en una placa de la calle Mateos Gago, lugar donde vivió y pereció.
“En esta su casa morada falleció el día 30 de septiembre de 1920 el Exmo. Sr. D. Luis Montoto y Rautenstrauch, poeta del hogar, cantor de los mártires del trabajo, insigne polígrafo, cronista de Sevilla a la cual consagró en su corazón y su pensamiento, espejo de caballero y dechado de humildad. La ciudad de Sevilla consagra este mármol a la grata memoria de su hijo predilecto. 1929”, reza la insignia.
Luis Montoto fue una persona eminentemente culta. Buena prueba de ello es que cursó estudios tanto de Ingeniería (en Madrid) como de Derecho (en Sevilla), llegando a ser un reputado notario eclesiástico. Pero, al margen de su formación universitaria, también exhibió un talento innato en otras disciplinas artísticas. De hecho, demostró con creces su talento para la escritura, publicando (a veces bajo el pseudónimo de ‘Lorenzo de Miranda’) numerosas y variadas obras literarias: poesías, obras de teatro, ensayos históricos… Además, era un experto en paremiología, es decir, en el estudio de los refranes.
Como enamorado de la capital hispalense, le resultaba casi imposible desarrollar una actividad sin que su ciudad natal fuese la protagonista, de ahí que el denominador común de todos sus trabajos fuese Sevilla. Dicho esto, no es de extrañar que llegara a ser concejal del Ayuntamiento, que se le considerara como el cronista oficial de la ciudad, que perteneciera al Ateneo de Sevilla y a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y que le apodaran el Patriarca de las Letras Hispalenses por haber reunido en su propio domicilio a los sevillanos más brillantes de su época. Sus coetáneos afirmaban que su gran obsesión era convertir la cultura sevillana popular en algo académico que pudiese ser exportado y admirado en cualquier otra región del mundo.
Por último, cabe destacar que, gracias a la propuesta de los hermanos Álvarez Quintero, una de las glorietas del Parque de María Luisa también está dedicada a Luis Montoto. Resulta fácil identificarla porque la constituyen un estanque y una figura femenina recostada.