Proyecciones, hielo y mucho más

Como se preveía, el mapping que conocíamos no volverá a hacer acto de presencia en la Plaza de San Francisco. Eso sí, para paliar su pérdida se habilitarán tres espectáculos audiovisuales dedicados a la ópera en otras ubicaciones de la ciudad. Una de ellas, las Setas de la Encarnación, se convertirá presumiblemente en el centro neurálgico de la navidad hispalense a partir de ahora y acogerá una función multimedia circense en cuatro dimensiones, la cual estará sincronizada con acrobacias aéreas.

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¿El ocaso del mapping?

El mapping de 2015 podría brillar… por su ausencia. Después de haberse convertido en la gran atracción navideña de los últimos años, su continuidad está entredicho por tres factores. El primero de ellos tiene un cariz eminentemente político, ya que fue el santo y seña del gobierno del popular Juan Ignacio Zoido y ahora el socialista Juan Espadas desea alejarse de él y trazar su propio camino. El segundo es estrictamente económico, ya que supone un coste elevado (unos 220.000 euros) y los patrocinadores solventes no salen de debajo de las piedras. De hecho, ya el año pasado hubo bastantes dificultades en este sentido. El tercero y último tiene que ver con la ubicación, ya que los vecinos y comerciantes del centro histórico se quejan amargamente del colapso que genera su proyección en la Plaza de San Francisco.

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¿Una Feria más larga?

A falta de tan sólo unas semanas para la celebración de las elecciones municipales, un asunto que tiene que ver con la Feria de Abril acapara buena parte del debate político. Nos referimos al posible adelantamiento del alumbrado, que pasaría de la noche del domingo a la del viernes previo. De esta manera, la muestra duraría dos días más, el Real se descongestionaría y los comerciantes podrían aprovechar el tirón de dos fines de semana en lugar de uno. Los principales partidos (PP y PSOE) ya se han mostrado abiertos a este cambio, aunque cada uno con sus propios matices, por lo que todo podría quedar en papel mojado. O no.  

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La astucia de un rey

No es la primera vez que mencionamos a Pedro I y probablemente tampoco será la última. Como recordarán, en el siglo XIV este rey de Castilla era apodado por sus detractores como ‘El Cruel’ y por sus defensores como ‘El Justiciero’, fiel reflejo de que no dejaba a nadie indiferente. Sus andanzas por Sevilla dieron pie a varias leyendas y la que hoy nos ocupa tiene que ver con un asunto de honor. Una noche, mientras paseaba solo por el centro de la ciudad, se topó con uno de los Guzmanes, familia que apoyaba a su hermano bastardo en la lucha por el trono, y el encuentro fortuito terminó con un choque de espadas. Pedro I acabó con la vida de su oponente, creyendo que nadie le había visto, pero se equivocaba, pues una anciana que miraba por su ventana  distinguió perfectamente el chasquido de sus rodillas, conocido problema de nacimiento que le hacía caminar con dificultad.

Por aquel entonces, el alcalde de Sevilla, Domingo Cerón, se jactaba de que ningún delito cometido en la ciudad quedaba sin castigo y en este caso tampoco quiso hacer una excepción. De hecho, cuando los Guzmanes exigieron justicia, emprendió una investigación para esclarecer los hechos. “Cuando se halle al culpable, haré poner su cabeza en el lugar de la muerte”, afirmó. El juicio se inició con la anciana como único testigo, pero ésta se negó a confesar pese a las fuertes presiones. Llegados a este punto, el rey se dirigió a ella y, en un alarde de poder, le pidió con buenas palabras que delatara al asesino.  Entonces, la mujer se dirigió a una sala contigua y cuando vio que Pedro I era la única persona que estaba a su lado, le dijo que si quería ver el rostro del malhechor que mirara de frente al espejo que había colgado en la pared.

Al día siguiente, el Alguacil Real recorrió las calles de Sevilla con una caja sellada y pregonando que dentro de ella se encontraba la cabeza del asesino. La llevó al lugar del crimen (llamado entonces Los Cuatro Colmillos), ordenó a unos albañiles que la introdujeran en una hornacina y aclaró a los presentes que nadie debía abrirla so pena de muerte. Y allí permaneció intacta hasta el Pedro I falleció y los Guzmanes se apresuraron a conocer su contenido. Fue entonces cuando descubrieron por fin la identidad del asesino, pues en el interior hallaron el busto del rey, aunque con una particularidad: era de mármol. Dicha estatua aún puede contemplarse en la calle Candilejo.