La Giralda americana y el Indio sevillano

Mucha gente piensa que los europeos bailamos al son que marcan los norteamericanos, y en parte no les falta razón. Pero no es menos cierto que a los estadounidenses también les gusta copiar e imitar lo nuestro. Valga como ejemplo la réplica de la Giralda que se encuentra en Kansas City, cuyas dimensiones son sensiblemente menores (tiene 42 metros de altura, 61 menos que la original). Forma parte de un enorme centro comercial (Country Club Plaza) en el que también está representada la fuente de la plaza Virgen de los Reyes, lo que deja a las claras la admiración que sienten allí por nuestra arquitectura. Es más, en su día también hubo una Plaza de España, aunque fue demolida para construir en su lugar salas de cine.

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El viaje de Gulliver a Sevilla

‘Los viajes de Guilliver’ es uno de esos libros que todo el mundo conoce aunque no lo haya leído. No en vano, su éxito ha traspasado las páginas y ha sido trasladado al cine, al teatro y a la propia cultura popular. Aunque muchos lo consideran una obra infantil, el verdadero objetivo de Jonathan Swift (su autor) fue escribir una sátira de la condición humana disfrazada de libro de viajes. Así, eligió como personaje principal al controvertido Gulliver,  que pasó de ser cirujano a capitán de barcos, y fue llevado a países pintorescos durante el transcurso de la historia.

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El precio de blasfemar

hombredepiedrasevillaEn mayor o menor medida en función del contexto histórico, blasfemar siempre ha estado prohibido. O como mínimo, mal visto. De hecho, se sigue creyendo que toda palabra injuriosa contra Dios lleva aparejada un castigo y hay leyendas que corroboran este dogma. Una de ellas tiene como escenario a Sevilla, y más concretamente, el barrio de San Lorenzo. En la calleja larga y angosta que discurre entre Santa Clara y Jesús del Gran Poder, llamada ‘Hombre de piedra’ (antes ‘Buen Rostro’), sucedió en el siglo XV una escena realmente asombrosa que dio origen a su nombre actual.

En el interior de una taberna se encontraban varios amigos bebiendo vino y mostrándose muy efusivos por los efectos del alcohol. Con todo, pudieron distinguir el sonido de una campanilla acompañado de voces susurrantes. Era una comitiva encabezada por un el cura párroco, quien portaba la caja del Viático para dar la última comunión a un enfermo terminal. Tras él, un nutrido grupo de feligreses rezaban con velas y faroles en sus manos.

Pese a que no eran especialmente devotos, los compadres dejaron sus vasos, dieron por concluidas sus jocosas conversaciones y se arrodillaron al paso del cortejo como señal de respeto. Todos menos uno de ellos, llamado Mateo el Rubio, el matón del barrio, quien decidió hacer gala una vez más de su valentía y rebeldía. Creyendo que estaba por encima del bien y del mal, no sólo se negó a inclinarse, sino que se mofó de todos los creyentes con acusaciones muy graves. “Lo que hacéis es cosa de beatas”, llegó a afirmar. Y, de manera fulminante, un rayo cayó sobre él, hundiéndole las rodillas en el suelo y convirtiendo su cuerpo en piedra, el cual permanece allí como muestra del poder divino. La ciencia, obviamente, tiene otra teoría, y atribuye estos restos arqueológicos a una estatua romana de las que solían instalarse en las termas.

Una modista para el Cid

el cid sevillaSi han pasado últimamente por el Prado de San Sebastián, habrán comprobado que la estatua del Cid Campeador presenta un aspecto muy diferente al que nos tenía acostumbrado. No en vano, Rodrigo Díaz de Vivar ha sido vestido de croché por la artista Olek, famosa por haber cubierto esculturas y edificios de todo el mundo con sus extravagantes prendas. Esta diseñadora de origen polaco aprendió a coser por sí misma y sin recibir los consejos de nadie, hasta el punto de que es ella quien le hace jerséis a su abuela y no al revés. No es de extrañar, por tanto, que haya desarrollado un estilo muy personal que no deja a nadie indiferente y que haya encontrado en la lana su mejor manera de expresión.

Con el permiso del Ayuntamiento de Sevilla, Olek se subió la semana pasada a una grúa y enfundó su traje al caballero castellano mediante un laborioso proceso que duró varias horas. De esta manera, la estatua que Anna Hyatt Hutington regaló a la ciudad en 1927 abandonó los tonos oscuros del bronce para abrazar los rosas, morados, naranjas, verdes y rosas de su nueva modista. El caballo Babieca tampoco se ha librado de este cambio de ‘look’ que ha generado opiniones de todos los colores, nunca mejor dicho. Y es que, aunque la primera pregunta que se hacían los viandantes es si la transformación del Cid tenía algo que ver con la inminente celebración de Halloween, lo respuesta es no.

Agata Oleksiak (así se llama) se encuentra en la capital hispalense para presentar la exposición ‘Santa Agatha, la torera’, que será inaugurada el 7 de noviembre en la galería Delimbo. Se trata de la primera muestra individual que realiza en nuestro país, aunque ya hizo de las suyas en Barcelona cubriendo el Gato de Fernando Botero en la Rambla del Raval. Cabe destacar que la artista solicitó inicialmente vestir a San Fernando en la Plaza Nueva, pero la Comisión de Patrimonio se negó por su relevancia histórica y ofreció la estatua del Cid como emplazamiento alternativo. Su remozada apariencia podrá ser contemplada hasta el próximo 12 de noviembre, día en el que perderá sus flamantes ropajes. 

El Parque de María Luisa cumple 120 años

teatroHace 120 años que la Infanta María Luisa de Borbón cedió los terrenos del parque que lleva su nombre a la ciudad de Sevilla y para conmemorar tal efeméride el Distrito Sur ha preparado una serie de actividades culturales y deportivas que pretenden poner en relieve el valioso patrimonio del recinto. La más atractiva de todas tiene que ver con unas rutas teatralizadas que comenzarán en los próximos días y se prolongarán durante todo el verano, aunque los interesados en disfrutar de ellas deberán ser rápidos, ya que el periodo de inscripción finaliza el 28 de junio.

Este proyecto, titulado ‘Historias bajo la luna’, conseguirá que célebres personajes como el Cid Campeador, Miguel de Cervantes, los hermanos Álvarez Quintero, Pedro I, o la propia infanta María Luisa ‘abandonen’ sus estatuas y monumentos para volver a la vida transitoriamente en la piel de unos actores.  Las visitas son totalmente gratuitas, reunirán a un máximo de 45 personas y tendrán una duración aproximada de dos horas. Las mismas arrancarán a las 21:00 horas en la Glorieta de San Diego y contarán en su primera fase con Rodrigo Díaz de Vivar como guía turístico de excepción. L siguiente parada tendrá lugar en la Glorieta de Bécquer y allí una señora vestida de miriñaque interactuará con el público y posteriormente entrará en escena el resto de los protagonistas de forma escalonada.

Los actos para festejar el aniversario del parque de María Luisa no concluirán con estas actuaciones, ya que están programadas más iniciativas para el año que viene. Una de ellas consistirá en reabrir los pabellones de la Exposición Iberoamericana de 1929 y se extenderá entre los meses de mayo y julio. Aunque todavía no se han dado a conocer muchos detalles sobre esta seductora idea, sí se ha anunciado que la organización correrá a cargo de una comisión de expertos y que contarán con la colaboración de los barrios de El Tiro de Línea, La Paz y El Porvenir.    

El nexo entre Coria del Río y Japón

En el siglo XVI empezaron a desaparecer las barreras invisibles que habían separado a Europa de Asia desde tiempos inmemoriales. Tanto es así que varias órdenes cristianas se atrevieron a viajar a Oriente con fines evangelizadores, y lo cierto y verdad es que consiguieron que algunas zonas del sur de Japón se convirtieran al catolicismo. El shogun (señor feudal) de una de ellas, Date Masamune, estaba algo preocupado por la rivalidad entre jesuitas y franciscanos, pero de igual modo se entregó a sus nuevas creencias y vio en ellas una buena oportunidad para entablar lazos comerciales con el Viejo Continente. Por esta razón, en 1613 decidió enviar una expedición diplomática que tenía como propósito entrevistarse con Felipe II (a la sazón Rey de España) y el Papa.

El barco que transportaba a sus hombres debía atracar en el puerto de Sevilla, pero tuvo dificultades a la hora de avanzar por el río Guadalquivir y se detuvo a la altura de Coria del Río. Así pues, al líder del grupo, el samurái Hasekura Tsunenaga, no le quedó otra que instalarse allí de forma transitoria. Sin embargo, el cálido recibimiento que le dieron los corianos le sorprendió por completo, hasta el punto de que lo que iba a ser una estancia pasajera terminó por convertirse en una colonia de japoneses católicos en toda regla. De hecho, una vez que sus misiones finalizaron, muchos de ellos no regresaron jamás a su país de origen y se quedaron en Coria del Río.

Para favorecer aún más su integración en nuestra tierra, sus herederos prescindieron de sus sobrenombres y acuñaron conjuntamente el de ‘Japón’. Este hecho explica que en la actualidad estén censadas más de 600 personas con este apellido en la localidad sevillana, una buena pista para conocer las raíces de sus árboles genealógicos. Casualmente, hace sólo unos días, y aprovechando la celebración de un foro económico en nuestra ciudad, un descendiente del guerrero Hasekura Tsunenaga visitó por primera vez Sevilla y posteriormente se trasladó a Coria del Río, donde pudo contemplar la estatua que levantaron en honor de su antepasado.

El milagro del Cristo de las Mieles

Antonio Susillo Fernández fue un escultor sevillano nacido en 1855 y criado en la Alameda de Hércules. Un afortunado día de su infancia, estando en la calle, moldeó una figura con el barro que habían dejado las lluvias y la Infanta Luisa Fernanda de Orleans, que pasaba por allí, lo vio y se quedó impresionada con sus dotes artísticas. Inmediatamente lo amadrinó, costeó sus estudios en Roma y París, y, una vez formado, le puso en contacto con clientes respetados de toda Europa. Como no podía de ser otro modo, también dejó su sello en Sevilla, y buena prueba de ello son las estatuas del Palacio de San Telmo, el Daoiz de la Plaza de la Gavidia, el Velázquez de la Plaza del Duque, etcétera.

Sin embargo, debido a las malas compañías (se dice que su segunda mujer era una despilfarradora compulsiva), llegó un momento en el que se vio sumido en la más absoluta ruina, y cuando recibió el encargo de tallar una imagen en bronce para el Cementerio de San Fernando, se aferró a este proyecto como un clavo ardiendo para empezar de cero. Aun así, no pudo sentir mayor decepción cuando, al terminar la obra, se dio cuenta de que había esculpido la pierna izquierda sobre la derecha (al revés de lo que dicen Sagradas Escrituras). Incapaz de asumir su error, decidió ahorcarse en su estudio, aunque otras fuentes apuntan a que se pegó un tiro en la cabeza.

Y llegados a este punto entra en juego la leyenda. Existe la creencia generalizada de que los sevillanos eran partidarios de enterrar su cuerpo en el centro del camposanto, debajo de la imagen que él mismo materializó, pero las autoridades eclesiásticas se negaron, pues ya se sabe que el suicidio no está aceptado por la fe católica. Pese a todo, 30 años después, el debate volvió a la calle a raíz de un artículo publicado en prensa y en 1940, con el beneplácito de la Iglesia y el Ayuntamiento, fue sepultado en dicho lugar. Cuando todo parecía estar en orden, un acontecimiento extraordinario volvió a convertir a Antonio Susillo en motivo de actualidad: el Cristo que había cincelado lloraba.

Lo que brotaba de sus ojos no era agua salada ni tampoco bendita, sino miel. El mismísimo Vaticano se vio obligado a enviar a uno de sus investigadores para determinar si estaban ante un milagro, pero las pruebas concluyeron que las abejas habían formado una colonia en el interior de la imagen. Aun así, desde entonces se le conoce como el Cristo de las Mieles.