Si ya es difícil que edificios construidos hace cien años sobrevivan a nuestros tiempos, pueden imaginarse lo extraordinario que es hallar y conservar vestigios anteriores a la vida de Jesucristo. Pues bien, en la provincia de Sevilla, concretamente en la localidad aljarafeña de Valencina de la Concepción, se encuentra uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de la prehistoria en nuestro país. En esencia es una necrópolis, es decir, un cementerio de grandes dimensiones, y en ella destacan sobremanera sus tres dólmenes. Estos monumentos funerarios, que tienen aproximadamente cinco milenios de antigüedad, se caracterizan por sus piedras sin tallar, hincadas en la tierra de tal manera que dan como resultado una forma similar a la de una mesa.
En 1860, mientras se plantaban unos viñedos, se descubrió accidentalmente el primero de los dólmenes: el de la Pastora. Su corredor subterráneo tiene una longitud de 46 metros, está dividido en tres tramos y desemboca en una cámara circular. Como dato
significativo, cabe destacar que es el único de Andalucía que está orientado hacia el oeste. Medio siglo más tarde, concretamente en 1917, se desenterró también de forma inesperada el segundo: el de Matarrubilla. A la vista de personas no expertas en la materia, nada hacía indicar que la gran losa granítica que se asomaba a la superficie fuese una gran cámara sepulcral, pero los arqueólogos se encargaron de confirmarlo. Además, llegaron a la conclusión de que el monolito de mármol negro que se hallaba en su interior hacía las veces de altar o mesa de ofrenda en tiempos pretéritos.
En 1948 se descubrió el último dolmen hasta la fecha, el de Ontiveros. Acuñó este nombre porque así se llamaba la finca bajo la que se encuentra, aunque ahora se le conoce como finca de Nuestra Señora de los Reyes. El caso es que no sido posible realizar una excavación completa por el riesgo de que el edificio pueda resentirse. Aun así, en las exploraciones realizadas hasta la fecha se han localizado fragmentos óseos, puntas de flechas, cuchillos, cerámica y otra serie de objetos que pueden observarse actualmente en el Museo Arqueológico de Sevilla. En resumen, se podría decir que en Valencina de la Concepción se encuentran los restos de nuestros antepasados más remotos, aquellos a los que nadie podrá poner nombre y apellidos en un árbol genealógico, pero cuya existencia fue tan real como la vida misma.