
Si Trajano y Adriano levantaran la cabeza… podrían leer a media noche. Ellos y el cerca de millar de personas que ya han visitado Itálica a oscuras desde que se inaugurara el pasado 20 de julio la segunda edición de Más visiones de Itálica. Pero a las ruinas romanas de Santiponce no se va a leer, sino a ver lo que no se ve, sean dioses o simples sombras que se insinúan, traviesas y mágicas, creadas por las luces tenues que iluminan este año dos zonas: el anfiteatro y parte de la ciudad. La imaginación también ayuda, y mucho. La noche lleva consigo casi de forma intrínseca una espiritualidad que no se consigue alcanzar a las tres de la tarde en ningún rincón del mundo, tampoco en Sevilla, y menos en agosto. El Guadalquivir, como el mar, a oscuras da miedo. Pasear por el barrio Santa Cruz, es gloria, juzguen ustedes si bendita o no. Y recorrer en una hora las ruinas romanas de Itálica, sitúa de golpe a la ciudad, acelerada y acalorada, más cerca del cielo que del infierno.Y cielo justificado. María Calderón, una de las responsables de esta iniciativa llevada a cabo a la par por la empresa Espiral donde trabaja y el Conjunto Arqueológico del yacimiento, comenta que «la sensación térmica en campo abierto es de dos grados menos con respecto a la temperatura de la capital». Algo es algo.