Manuel Molina: el último rasgueo

“Que nadie vaya a llorar el día que yo me muera; es más hermoso cantar, aunque se cante con pena”. El mundo del flamenco no ha podido cumplir el deseo de Manuel Molina, que falleció el pasado martes 19 de mayo casi sin tiempo para despedirse, pues se había negado a recibir tratamiento para la enfermedad que le diagnosticaron hace tan sólo unos meses.

Hablar de Manuel Molina es hablar de un artista de los pies a la cabeza. Nació hace 67 años en Ceuta, se crio en Algeciras, donde labró una amistad con Paco de Lucía, y terminó haciéndose hombre en Triana, el lugar que más le marcó. Fue su padre quien le enseñó a tocar la guitarra y ya en la adolescencia comenzó a hacer sus primeros pinitos en la música, formando parte de grupos tan variopintos como ‘Los Gitanillos del Tardón’, en el que coincidió con Chiquetete, o ‘Smash’, claramente influenciado por el rock progresivo. De semejante cóctel salió el germen del denominado rock andaluz, aunque la patente de este estilo es compartida con Jesús de la Rosa.

Continuar leyendo «Manuel Molina: el último rasgueo»

Tate Montoya nos deja

Una de las noticias más tristes que nos dejó el pasado jueves 23 de mayo de 2013 fue el fallecimiento de Tate Montoya. Sesenta y tres años antes había nacido en la localidad de Hinojal (Cáceres), aunque a los pocos días de su llegada al mundo se trasladó con su familia a Utrera, de donde era originario su padre, el cantante Enrique Montoya. Estudió la carrera de Ingeniería Técnica Industrial y la ejerció durante una década en una empresa de automoción, aunque lo que corría por sus venas a velocidad de crucero era el flamenco. Por esta razón, nunca dejó su lado su pasión y más pronto que tarde obtuvo el reconocimiento del público.

Inicialmente, dedicó la mayor parte de sus esfuerzos a componer. De hecho, escribió temas para su propio padre, y también para otros cantantes (El Mani, Pasenquito) y grupos (Los del Río, Los Marismeños). Sin embargo, ya en 1989 se atrevió a lanzar el primero de sus nueve discos de estudio, titulado ‘Por sevillanas’, que contenía uno de sus mayores éxitos: ‘La luna que yo miro’. Conforme su popularidad iba creciendo fue colaborando con más artistas del panorama nacional, incluyendo a Ana Belén (madrileña), Los Sabandeños (canarios), y dirigiendo espectáculos en teatros, como por ejemplo ‘Coplas de la mar, el amor y la tierra’ (2000) y Opre-Romnia (2006).

Previamente también había dado el salto a la pequeña pantalla, presentando el célebre programa ‘Tal como somos’ de Canal Sur. Además, sustituyó a Jesús Puente durante un tiempo en ‘Su media naranja’ en Telecinco, acompañó a Laura Valenzuela en ‘Mañanas de primera’ en Televisión Española y finalmente regresó al ente autonómico para llevar las riendas de ‘La noche más hermosa’. Polifacético a más no poder, Tate Montoya también tuvo una incursión en la política (fue concejal en Utrera en la década de los 80) y otra en la literatura (escribió un libro de poesías y una novela). Su marcha deja un vacío de grandes dimensiones.

Las sevillanas: nuestro baile

La Feria de Abril está a la vuelta de la esquina y muy pronto empezarán a entonarse un sinfín de sevillanas en el Real, de ahí que hayamos elegido este momento para hablar sobre el mayor rasgo distintivo de nuestro folclore tradicional. Sus antecedentes más remotos datan del periodo de los Reyes Católicos,  cuando eran conocidas como ‘seguidillas castellanas’ y aún no se bailaban, pero con el tiempo fueron transformándose en lo que hoy conocemos. Naturalmente, pasaron por distintas etapas de transición: durante el Renacimiento eran una danza bulliciosa, en el siglo XVIII se acompasaron, posteriormente el maestro Pedro de la Rosa fijó la estructura de tres cuerpos de tres tercios, a comienzos del XIX tomó prestados elementos del bolero, etcétera.

En torno a 1850 la sevillana adoptó su identidad definitiva y empezó a extenderse por toda la ciudad como una ola, pues se había encontrado una perfecta simbiosis entre los sonidos de la guitarra flamenca, las voces afinadas con acento andaluz, las palmas y las castañuelas. Se bailaban en todas las ferias, tanto en las de la capital como en las de la provincia, en bodas, en cumpleaños, en los corrales de vecinos, en los salones de los aristócratas, en las romerías…  Su éxito traspasó las fronteras hispalenses y recorrió la región, luego el país y más recientemente, todo el globo terráqueo.

No hay que olvidar que en la actualidad las sevillanas son el baile regional más divulgado en España y también el más exportado al exterior, fruto de una profesionalización llevada a cabo en las últimas décadas con la implantación de academias repartidas por la geografía internacional, donde enseñan a realizar los cuatro movimientos más característicos: el paseíllo, la pasada, el careo y el remate, que pueden ejecutarse con matices diferentes en función de la personalidad y el salero de cada uno. Los que residimos en Sevilla tenemos la suerte de asociar cada uno de estos pasos casi de manera innata gracias a los conocimientos que se transmiten de generación en generación y el momento de ponerlos en práctica ha llegado.

Jesús de la Rosa: un genio sin suerte

Jesús de la Rosa nació el 5 de marzo de 1948 en la calle Feria, en una de esas típicas casas antiguas de habitaciones pequeñas y patio grande, en el seno de una familia numerosa de ocho hermanos. Él era el más pequeño, el más inquieto, el más impaciente. A los 13 años ya había abandonado los estudios y trabajaba como aprendiz de platero, pero lo que le gustaba realmente era la música. Su talento no provenía de academias ni de clases de solfeo: era innato. No debe sorprender por tanto que antes de cumplir la mayoría de edad ya hubiese formado un grupo, ‘Nuevos Tiempos’, que bebía de la incipiente influencia anglosajona. De hecho, la mayoría de las letras de su primer disco, grabado en Barcelona, estaban escritas en inglés. Sin ser consciente de ello, acababa de poner la semilla de un movimiento musical, el que era capaz fusionar el estilo tradicional andaluz con el rock progresivo.

La llamada del servicio militar le obligó a hacer un paréntesis, pero una vez que se licenció, reanudó su vocación. Primero como vocalista de ‘Los Brincos’, grupo que decidió prescindir de sus servicios en cuanto comprobó que sus tintes aflamencados eran innegociables. Y después, como bajista de la banda ‘Tabaca’, donde conoció a Eduardo Rodríguez. Ambos se desmarcaron al poco tiempo de este proyecto y fundaron en 1974 el grupo Triana, junto a Juan José Palacios, ‘Tele’, y Manuel Molina, aunque éste último abandonó al poco tiempo. Con un magnetofón doméstico, comenzaron a grabar sus primeras maquetas. Les sobraba destreza y perseverancia. Les faltaba el empujoncito decisivo.

La discográfica Movieplay, con su filial Gong, se fijó en ellos y grabó su primer LP: ‘El Patio’. Ya no había marcha atrás. La creatividad de Jesús de la Rosa era incesante y pronto vio la luz el segundo, ‘Hijos del agobio’, el cual les hizo muy populares en Sevilla pese a no contar con una promoción al uso. Todo funcionaba a través del boca a boca, de vinilos que pasaban de mano a mano, de emisoras locales que de vez en cuando decidían pinchar sus temas. Ya en 1979, con el tercer trabajo, ‘Sombra y luz’, el grupo entra en otra dimensión y se consagra como referente del llamado rock andaluz durante la transición democrática. Los discos se vendían como churros, los conciertos eran multitudinarios, las peticiones de entrevistas se disparaban… El éxito y la fama alcanzan su punto álgido con ‘El encuentro’, el sencillo más popular del grupo y que dio nombre al cuarto trabajo. A partir de ahí, comenzó un periodo de cierta decadencia, de melodías no tan brillantes, de letras un tanto oscuras.

Lamentablemente, Jesús de la Rosa no tuvo la oportunidad de remontar el vuelo, ya que la desgracia se cebó con él. En 1983, tras dar un concierto benéfico en San Sebastián por las inundaciones sufridas en el País Vasco, decidió regresar por carretera a Madrid, donde tenía una casa. Pero nunca llegó a su destino. A su paso por Burgos, tuvo la mala suerte de que su coche se estrelló con una furgoneta y pese a que el accidente no parecía del todo grave, falleció poco después en el hospital. Jesús de la Rosa fue un genio, un genio sin suerte. Todos los intentos posteriores de recuperar el grupo sin él fueron en balde. Su voz era inimitable y su vacío, imposible de llenar.

Un redoble por ‘El Peregil’

El nombre completo de José María Pérez Blanco sólo aparecía en su DNI, ya que todo el mundo le conocía como Pepe ‘El Peregil’. Falleció el pasado viernes tras una larga enfermedad, dejando apesadumbrados a todos los que le conocían personalmente y a los que le admiraban profesionalmente. El 28 de febrero de 2012 iba a ser nombrado hijo predilecto de Manzanilla (Huelva), así que no tuvo tiempo de recibir la distinción de su pueblo natal, aunque a decir verdad, fue en Sevilla donde pasó la mayor parte de su vida. De hecho, en 2009 fue galardonado con la Medalla de Oro de Sevilla y amaba tanto la ciudad, que nadie puede poner en duda que era un sevillano de pura cepa, y para más señas, bético hasta la médula.

Empezó a darse a conocer dentro del mundo musical a los 25 años de edad tras ganar un popular concurso de radio y con el paso de los años demostró con creces que era un artista tremendamente polifacético. Lo mismo brillaba con el flamenco, que cantando villancicos, sevillanas o saetas. Este último registro le ligó mucho a la Semana Santa y no es ninguna casualidad que fuera hermano de las cofradías de La Cena, El Museo, La Exaltación y El Rocío. Su personalidad abierta, dicharachera y alegre también le permitió destacar en el arte del humor e incluso llegó a editar un libro de esta temática en 2003, titulado ‘Ocurrencias de Pepe Peregil’. Su ‘modus operandi’ consistía en apuntar en un cuaderno los chistes que escuchaba en su bar y luego narrarlos a su manera con un estilo muy peculiar.

Y es que no hay que olvidar que ‘El Peregil’ pasó prácticamente más tiempo detrás de la barra que encima de los escenarios. Regentaba la taberna Quitapesares, en la plaza Padre Jerónimo de Córdoba, junto a Santa Catalina, un barrio en el que se sentía como pez en el agua. Allí prosperó como hostelero, creando un ambiente inimitable dentro de sus paredes y atrayendo a los personajes más singulares de la ciudad. Con su fallecimiento se va un pequeño trozo de Sevilla al cielo, aunque los que siguen en el mundo terrenal le recordarán con descripciones como la que hizo el periodista Joaquín Arbide: “Hablar con él era estar en una carcajada continua. Era un hombre extrovertido, muy abierto, sencillo, muy primitivo en el mejor sentido del término, sin dobleces, educado, amigo de sus amigos…”.

La Niña de los Peines: la cantaora inmortal

Aunque siempre se ha dicho que para gustos los colores, la mayoría de los entendidos en la materia coincide a la hora de señalar a la Niña de los Peines como la mejor voz femenina que ha dado el flamenco de nuestro país. Esta sevillana, nacida 1890 de un matrimonio gitano y natural del Viso del Alcor, se llamaba realmente Pastora María Pavón Cruz. Como todos los genios, desarrolló sus aptitudes muy pronto y con nueve años ya se subía a los escenarios con frecuencia. Cuentan sus biógrafos que fue en una caseta de la Feria de Sevilla donde realizó su primera intervención pública y a partir de entonces comenzó una rauda ascensión hasta el estrellato.

A los once años ya estaba dando que hablar en Madrid. Sus peculiares tangos se ganaron la admiración de la gente y el más popular de ellos le hizo acuñar el sobrenombre de ‘Niña de los Peines’. Decía así: “Péinate tú con mis peines, que mis peines son de azúcar, quien con mis peines se peina, hasta los dedos se chupa. Péinate tú con mis peines, mis peines son de canela, la gachí que se peina con mis peines, canela lleva de veras”. Gracias a sus apoteósicas actuaciones en el Café del Brillante de Madrid, pudo conocer a personalidades de su época como Julio Romero de Torres, Manuel de Falla, La niña de los peinesIgnacio Zuloaga o Federico García Lorca. Éste último se quedó tan prendado de la voz de la cantaora que sintió la necesidad de dedicarle unos versos.

La Niña de los Peines era prácticamente analfabeta, tal y como ella misma reconoció en una histórica entrevista concedida a Josefina Carabias. “Empecé a cantar de niña porque para esto no hacen falta estudios. Es una gracia, ¿sabe usted? Y si se tiene esa gracia, pues se nace con ella…, y en cuantito que se sabe hablar o antes, pues se canta”. Sin embargo, esa falta de formación académica no le impidió destacar en todos los palos del flamenco (siguiriyas, tangos, tientos, bulerías, peteneras, soleás, saetas…) y crear uno propio con su inconfundible estilo: la bambera. Acaparaba tanta atención mediática y era tal su fama, que eclipsó a muchas cantaoras coetáneas y se permitió el lujo de reconducir el curso del flamenco a su manera de entenderlo.

Falleció en 1969 dejando a sus espaldas una legión de admiradores y recuerdos imperecederos. De haber convivido con las tecnologías actuales, su legado material habría sido mucho mayor, pero aun así, buena parte de los 250 cantes que grabó en discos de pizarra entre 1910 y 1950, con el paréntesis obligado de la Guerra Civil, han sido recuperados y publicados en discos compactos en los últimos tiempos. En Sevilla, concretamente en la Alameda de Hércules, figura un monumento en su honor, mientras que en Arahal, localidad a la que estuvo muy ligada gracias a su madre, también existe otro. Ya han transcurrido 42 años desde su muerte, su notoriedad no mengua y sigue estando en boca de todos los amantes al flamenco. Por eso, los más románticos tienen la excusa perfecta para asegurar que es inmortal.

Tomatito da clases magistrales sobre guitarra flamenca este lunes en el Museo del Baile Flamenco

tomatitoDurante este seminario, Tomatito compartirá su experiencia y bagaje profesional acerca de este instrumento, del que no se ha despegado nunca desde los inicios de su carrera profesional en los tablaos malagueños, cuando contaba con 12 años. Profesionales de la composición musical, productores musicales, coreógrafos o directores audiovisuales son los principales destinatarios de la master class sobre composición ´La guitarra flamenca como instrumento universal´, según ha informado la SGAE.Sevilla, el próximo 11 de abril, será la primera de las capitales que acogerá este encuentro con el guitarrista, que tendrá lugar en la sede del Museo del Baile Flamenco.

Continuar leyendo «Tomatito da clases magistrales sobre guitarra flamenca este lunes en el Museo del Baile Flamenco»

La niña de los Peines

niña los peinesPastora María Pavón Cruz, «la Niña de los Peines», nació en Sevilla el 10 de Febrero de 1890, fruto de un matrimonio gitano de tradición cantaora. Fue considerada como una de las voces más importantes de la historia del arte flamenco. Su padre era Francisco Pavón Cruz, conocido como «El Paiti», del Viso del Alcor, y su madre fue Pastora Cruz, natural de Arahal, localidad con la que siempre estuvo muy vinculada. Tuvo dos hermanos, Tomás y Arturo Pavón, que también fueron cantaores.A los ocho años realizó su primera actuación, en una caseta de la Feria de Sevilla, para sustituir a su hermano mayor.En 1901 debutó en Madrid, en el Café del Brillante, donde conoció a Ignacio Zuloaga que la convenció para actuar en Bilbao en el Café de las Columnas.

Continuar leyendo «La niña de los Peines»

Carmen Linares cierra este sábado el ciclo de flamenco del Maestranza acompañada de Poveda y Barón

linares  La obra discográfica de Carmen Linares se compone de proyectos que integran su creatividad musical, su devoción por el cante jondo y su afición por la poesía. Carmen Linares, uno de los pilares del cante flamenco en la actualidad, vuelve al Teatro de la Maestranza este sábado 5 de febrero, a partir de las 20,30 horas, con ´Remembranzas´, nombre del espectáculo con el que pretende cautivar, de nuevo, al público sevillano, y que hace referencia a un conocido poema de Juan Ramón Jiménez.La cantaora, que contará para su actuación con artistas de la talla del cantaor Miguel Poveda y el bailaor Javier Barón, cierra con su actuación –para la que están agotadas todas las entradas– el ciclo de flamenco de este Teatro, en el que ha cosechado éxitos memorables, y donde una vez más, evocará a los sentimientos más recónditos a través de su profunda voz.

viagra no prescription astercard – viagra for women

Continuar leyendo «Carmen Linares cierra este sábado el ciclo de flamenco del Maestranza acompañada de Poveda y Barón»