Cerco a los gorrillas

Pocas cosas son tan frustrantes e incómodas como tener que pagar a un gorrilla por el simple hecho de estacionar en la vía pública. Los hay simpáticos y bordes, comprensivos y arrogantes, educados y maleducados, sevillanos y foráneos, pero el caso es que todos suponen un problema. En zonas como Bami, Macarena, Torneo o Nervión, el problema ha llegado a convertirse en una cuestión perentoria y el Ayuntamiento pretende atajarla cuanto antes a sabiendas de que no será una empresa fácil.

Pero como se suele decir, lo prometido es deuda. Durante la campaña electoral, Juan Ignacio Zoido insistió en que tendría  “tolerancia cero” con los aparcacoches ilegales si era elegido alcalde y ahora quiere cumplir su palabra pasando a la acción. De hecho, recientemente se hizo público que, gracias a la instalación de un nuevo programa informático, la Agencia Tributaria ya había tramitado un total de 288 multas a gorrillas denunciados por la Policía Gorrillas SevillaLocal en los dos últimos meses tras haberse aplicado la Ordenanza Municipal de Medidas para el Fomento y Garantía de la Convivencia Ciudadana, conocida popularmente como ‘Antivandálica’.

Obviamente, estas primeras sanciones sólo simbolizan el comienzo de un intenso cerco a los gorrillas, que hasta ahora habían operado con total impunidad y con la sensación de que nada ni nadie les podía frenar. Puede que a partir de ahora se lo piensen dos veces o puede que no. El tiempo dirá. Pero en lo que todo el mundo coincide es que era necesario hacerles saber a los gorrillas que su aura de invulnerabilidad tiene fecha de caducidad y que esa especie de coacción rutinaria que se repite como un bucle en las zonas más céntricas y transitadas de la ciudad debe extinguirse como una llama en al agua por el bien de la ciudad.

Porque a decir verdad, en estos tiempos que corren, con la crisis acuciando, el desempleo subiendo y el precio del carburante en máximos históricos, a nadie le sobran euros para regalárselos a los gorrillas por un servicio ficticio e innecesario.

Gorrillas el problema sin solución

GavidiaLa última iniciativa municipal contra este fenómeno vuelve a fracasar · La Policía y los vecinos detectan un incremento de los aparcacoches ilegales, muchos de los cuales son africanos.Lleva más de quince años aparcando coches en la Gavidia. Vive en la calle, duerme en el suelo, junto a su mujer, en la misma plaza. Trabajó como decorador y desde siempre ha sido vecino del barrio. «Vivía aquí al lado, pero llevo ya treinta años en la calle». Dice que todos los vecinos le conocen y que jamás ha sido motivo de conflicto. «Los de la Consejería de Justicia me daban hasta la cesta de Navidad», cuenta. Pero hace unas semanas ha empezado a tener problemas. «Ha llegado gente nueva, y gente peligrosa, que quieren quitarnos el sitio. Y a mí para quitarme el sitio tienen que quitarme la vida. La Policía me respetaba pero ahora han venido con Lipasam y se han llevado todo lo que tenía, todos mis papeles, hasta la cita del médico que tengo para septiembre porque padezco un cáncer de pulmón y tienen que examinarme».Lo que cuenta este gorrilla de la Gavidia refleja lo mismo que han notado los vecinos y también la Policía: el número de aparcacoches ilegales ha crecido en Sevilla en los últimos meses. Los vecinos de la plaza de la Gavidia y las calles colindantes denunciaron esta semana el incremento de la conflictividad entre los aparcacoches que operan en esta zona del centro.

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