Trajano: el emperador sevillano (Parte II)

Trajano estaba en Colonia (Germania) cuando recibió la noticia de la muerte de Nerva pero, lejos de dejarlo todo y regresar apresuradamente a Roma para ponerse al mando, prefirió asegurar antes la línea defensiva. De esta manera, no hizo su entrada triunfal hasta casi dos años después. Sus primeras decisiones fueron mejorar la red de carreteras, liberar a muchos de los ‘presos políticos’ y devolver a los campesinos las tierras que habían sido expropiadas por Domiciano. Por el contrario, con los cristianos se mostró intransigente y no permitió que practicaran su religión públicamente, aunque tampoco llevó a cabo una persecución al uso. En cualquier caso, si por algo ha pasado a la historia Trajano, no ha sido por su manera de gobernar a los civiles, sino por haber expandido el imperio romano más que ningún otro emperador.

Y es que Trajano era, ante todo, un general. Mejor dicho, un excelente general. En el año 101 invadió Dacia (lo que hoy es Rumanía), un territorio que históricamente había estado vedado para los romanos, y cinco años después ya lo dominaba por completo. A renglón seguido, se dirigió hacia Oriente, anexionó Siria, Damaco, Palmira y Bostra y se enfrentó a los partos, a los que terminó derrotando. Llegados a este punto, se dio cuenta de que había cometido una imprudencia similar a Alejandro Magno: Trajano, emperador Sevillanosu imperio era demasiado grande para ser gobernado con eficacia. Resultaba prácticamente imposible tener a los ejércitos en permanente movimiento y al mismo tiempo, atentos a las rebeliones de los bárbaros.

En un clima de máxima incertidumbre, Trajano cayó enfermo volviendo de una campaña militar y murió sin dejar descendencia. No obstante, antes de exhalar su último aliento, se encargó de dejar bien atada su sucesión y nombró a su sobrino Adriano, también sevillano de nacimiento, como heredero. De él ya hablaremos en otro momento, pero para cerrar este artículo sobre Trajano, el primer emperador romano no nacido en Roma, sino en Itálica (Santiponce), hay que destacar que en Sevilla hay una calle y un monumento en su honor. La vía está en pleno centro de la ciudad y la estatua, en la orilla de Triana del río, entre el Puente de Triana y el del Cachorro.

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