Manuel Molina: el último rasgueo

“Que nadie vaya a llorar el día que yo me muera; es más hermoso cantar, aunque se cante con pena”. El mundo del flamenco no ha podido cumplir el deseo de Manuel Molina, que falleció el pasado martes 19 de mayo casi sin tiempo para despedirse, pues se había negado a recibir tratamiento para la enfermedad que le diagnosticaron hace tan sólo unos meses.

Hablar de Manuel Molina es hablar de un artista de los pies a la cabeza. Nació hace 67 años en Ceuta, se crio en Algeciras, donde labró una amistad con Paco de Lucía, y terminó haciéndose hombre en Triana, el lugar que más le marcó. Fue su padre quien le enseñó a tocar la guitarra y ya en la adolescencia comenzó a hacer sus primeros pinitos en la música, formando parte de grupos tan variopintos como ‘Los Gitanillos del Tardón’, en el que coincidió con Chiquetete, o ‘Smash’, claramente influenciado por el rock progresivo. De semejante cóctel salió el germen del denominado rock andaluz, aunque la patente de este estilo es compartida con Jesús de la Rosa.

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Las ricas que envidiaban a las pobres

Afirmar que los pobres siempre han aspirado a llevar el estilo de vida de los ricos es una obviedad, pero ha habido casos excepcionales en los que ha sido a la inversa. Y la historia del traje de gitana supone uno de ellos. En los primeros tiempos de la Feria, relatados en nuestro anterior artículo, los comerciantes de ganado acudían acompañados por mujeres. Los más humildes llevaban a sus esposas porque vivían de forma ambulante y entre los dos trasladaban el hogar de lonetas al Real, hecho que deja a las claras cuál fue el origen de las casetas. A su vez, los tratantes más pudientes recibían la inestimable ayuda de sus campesinas. Pero entre las cónyuges de unos y las sirvientas de otros no había demasiadas diferencias, ya que casi todas ellas eran de etnia gitana.

Así pues, no es de extrañar que la muestra se impregnara de sus hábitos, costumbres y por supuesto, de su tradicional manera de vestir. Las gitanas, como todas las andaluzas de las clases bajas, portaban unas simples batas con un par de volantes a las que se les añadía un delantal para faenar con comodidad. Eran prendas más estrechas de lo habitual en su época, realzaban la figura femenina e imponían un caminar sensual. Todo ello no pasó desapercibido a los ojos de los hombres… ni tampoco a los de las mujeres aristocráticas, quienes, viendo el éxito progresivo que fueron adquiriendo aquellos modelos en un evento tan emergente como la Feria de Abril, empezaron a copiarlos y a lucirlos ellas mismas a partir de la Exposición Universal de 1929.

Esta imitación y, por qué no decirlo, competencia entre unas mujeres y otras, provocó que el traje de gitana fuera evolucionando con el paso de los años. Para ir un paso por delante, se fueron añadiendo los colores vivos, los lunares, el escote de pico, los talles cada vez más ceñidos, las flores en un pelo recogido para enaltecer los marcados rasgos sureños, los mantones de manila… dando forma a lo que se conoce como ‘cuerpo de guitarra’. Llegó un momento en el que era materialmente imposible diferenciar a una mujer por su condición social, ya que todas vestían de la misma manera. Además, como la Feria dejó de ser un centro de negocios para ir convirtiéndose en uno de ocio y diversión, las mujeres, y por ende, sus vestidos, fueron adquiriendo cada vez más protagonismo. Tanto es así que el traje de gitana, también llamado de flamenca por haber estado ligado siempre a este estilo musical, se erigió como el traje típico de Sevilla, rápidamente se extendió a toda Andalucía y hoy día, de cara al turismo, ya tiene la etiqueta de ‘traje español’.

Tomatito da clases magistrales sobre guitarra flamenca este lunes en el Museo del Baile Flamenco

tomatitoDurante este seminario, Tomatito compartirá su experiencia y bagaje profesional acerca de este instrumento, del que no se ha despegado nunca desde los inicios de su carrera profesional en los tablaos malagueños, cuando contaba con 12 años. Profesionales de la composición musical, productores musicales, coreógrafos o directores audiovisuales son los principales destinatarios de la master class sobre composición ´La guitarra flamenca como instrumento universal´, según ha informado la SGAE.Sevilla, el próximo 11 de abril, será la primera de las capitales que acogerá este encuentro con el guitarrista, que tendrá lugar en la sede del Museo del Baile Flamenco.

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Romero perfuma la raíz del agua

romeroEntre la lluvia de nuevas músicas o la de los demás músicos, Romero ha preferido una que goteara hasta los márgenes tendidos de su guitarra a fin de iluminar la fuente donde habita la gloria mojada, la gratitud a su mujer y su hijo.Desde que asomó por los juncos de la orilla verde de la soleá, Romero demandaba ser escuchado con los oídos de la imaginación. Estábamos ante un acto de creación, y ante la hora de la seguiriya a ritmo, buscaba explayarse a través de una expresión que floreciera desde el ímpetu espiritual.El guitarrista acrecienta su capacidad para comunicar, como hizo por bulerías y a ritmo de soleá a su hijo, en las que anunció infinidad de cosas, de ideas, de esencias de un individuo en un sólo instante, en tanto que presentaba en el ‘Portalillo del zapatero’, la rondeña y los fandangos todo su poder, aunando su dominio de la guitarra a la historia de unas ideas a través de la música.Es en los fandangos de Huelva que evocan la muerte de Paco Toronjo donde Romero se reivindica, toma la delantera y ocupa los espacios vacíos dejados por el cante imaginado.

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El cante al compás del puchero

Juana la del Pipa y Dolores AgujetasJuana la del Pipa, Dolores Agujeta y La Macanita protagonizan, hoy en el Lope, el montaje ‘Mujerez’, que cuenta con la guitarra de Moraíto · Su cante surge «para emocionar, no para custodiar las formas», dicen.Antes de que existieran los mp3 y los CD, y antes incluso de los casettes y los vinilos, el cante se aprendía en casa, en familia, por transmisión oral, «a la vera de la candela, mientras se guisaba el puchero, sin prisas». Así aprendió las claves del flamenco -sus palos, sus letras, sus quejíos y su historia- Juana la del Pipa, la menor de las hijas de la bailaora Tía Juana la del Pipa y sobrina de artistas como María la Burra y Fernando Terremoto, porque para ella no hay olla exprés que valga -«yo es que no aguanto el pito ese», bromea-, su puchero lleva tiempo. Y su cante se inserta en su vida cotidiana, de manera natural, sin aditamentos ni tecnicismos. «Pongo la olla, me paro y pienso ¿por dónde meto este cante, Juana? Así ensayo yo. Es una escuela que no se puede perder», explica quien es uno de los máximos exponentes de la mujer cantaora en una de las cunas del flamenco, en un ambiente, el del arte jondo, donde la mujer «no ha tenido la preponderancia necesaria pareja a su arte», según Domingo González, director artístico de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Para poner en valor estas voces y esa tradición, la fundación de la caja de ahorros vasca BBK apostó en 2009 por un proyecto discográfico que recogiera ese ambiente casi de rito que favoreciera la libertad de sonidos, de expresión de lo auténtico. El resultado fue el disco Mujerez, con las voces de Juana Fernández de los Reyes Juana la del Pipa, Dolores de los Santos Bermúdez La Agujeta y Tomasa Guerrero La Macanita. «Más allá de una mera reunión de cante la grabación del disco fue, quizás, la búsqueda arrebatada de la memoria colectiva de un pueblo cantaor.

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