Las huellas del Señor del Gran Poder

‘Las huellas del Señor’. Así se llama la exposición que ha organizado la Hermandad del Gran Poder con motivo del cincuenta aniversario de la construcción de su templo actual. Elegante, sencilla, imponente… la muestra es un fiel reflejo de la corporación y pretende poner en relieve la relación entre su Titular y los sevillanos a través de un conjunto de fotografías, lienzos y palabras. Todos estos elementos están dispuestos para que los visitantes realicen un recorrido histórico desde la fundación de la hermandad (1477) hasta su traslado definitivo a la Basílica de Jesús del Gran Poder, en el barrio de San Lorenzo.

La exposición, que ha sido acogida por el Real Círculo de Labradores (calle Pedro Caravaca), fue inaugurada el pasado 26 de mayo y podrá visitarse hasta el próximo 14 de junio en horario matutino (de 10:00 a 14:00) y vespertino (de 17:00 a 21:00). Todas y cada una de las piezas que se están exhibiendo tienen su encanto, pero hay dos de ellas que está llamando especialmente la atención por su originalidad. Nos referimos a dos enormes mosaicos de tres metros de altura (uno en blanco y negro, y otro a color) que han sido capaces de representar el rostro del Señor del Gran Poder con las caras de más de 5.000 hermanos de la corporación (procedentes de las fichas de inscripción). El trabajo, obra de Frank Lorca, persigue recrear “un rostro en el que caben todos los rostros y todos los tiempos”.

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Plenitud imperfecta

La lluvia no hizo acto de presencia y Sevilla pudo disfrutar de todas sus cofradías sin excepción. El pleno, que no se producía desde 2009, estuvo aderezado por la primera visita de Felipe VI en su flamante condición de rey de España, y, como no podía ser de otro modo, por los incontables momentos emotivos que se vivieron en las distintas procesiones. Sin embargo, no podemos decir que fue una Semana Santa perfecta, pues algunos hechos puntuales pusieron de manifiesto que sigue habiendo bastante margen de mejora en términos de organización, comportamiento cívico, solidaridad entre hermandades, etc.

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La venia de la cordialidad

Los pequeños roces y desacuerdos que existen hoy día entre las hermandades de la Semana Santa de Sevilla son nimiedades en comparación con las disputas que mantenían en siglos pasados. Uno de los principales focos de discordia era el orden de entrada en la Carrera Oficial, pese a que las normas siempre fueron bastante claras a este respecto, estableciendo que las posiciones debían asignarse en función de la antigüedad de las corporaciones. Sin embargo, este criterio no tenía en cuenta los horarios de las cofradías ni las distancias que las separaban de la Catedral, de ahí que muy frecuentemente se originaran disputas entre las juntas de gobierno y los propios hermanos de una y otra corporación.

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Las maracas adoptadas

Sevilla no sólo tiene la cualidad de dar a luz a grandes y numerosos artistas, sino también la de atraer a otros que han nacido en distintas ciudades, por más lejanas que sean. Un buen ejemplo es el de Antonio Machín, natural de Sagua la Grande (Cuba), donde creció en una familia numerosa de quince hermanos. Desde niño mostró interés por el canto y nada más alcanzar la mayoría de de edad hizo las maletas para labrarse un nombre. Primero se dio a conocer en la capital de su país, La Habana, y posteriormente probó fortuna en Nueva York. Con cierta fama adquirida, decidió dar el salto a Europa en 1936, haciendo escalas con su orquesta en Inglaterra, Francia y Suecia antes de desembarcar en 1939 en España, el país de su padre.

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Humildad y Paciencia

El Cristo de la Humildad y Paciencia de la Hermandad de la Cena presidirá el próximo Vía Crucis de Sevilla. Así lo ha decidido el Consejo de Cofradías, que también barajaba la opción del Cristo de la Buena Muerte de La Hiniesta por coincidir con el 450 aniversario de la fundación de la corporación. Lo que estaba cantado es que la imagen elegida iba a pertenecer al Domingo de Ramos, ya que era la jornada que más tiempo llevaba sin ser representada. Concretamente, desde 2005, cuando el Señor de las Penas de La Estrella acaparó todo el protagonismo.

La edición que viene, la número 40 del Vía Crucis de cofradías, se celebrará el primer lunes de Cuaresma, es decir, el 23 de febrero de 2015, un día después de la función principal de instituto de la Virgen del Subterráneo. Será una estupenda ocasión para conocer a fondo al Cristo de la Humildad y Paciencia, una talla anónima, pequeña (mide aproximadamente un metro), muy antigua (del siglo XVI) y elaborada en pasta de papelón que quizás no haya sido valorada en su justa medida durante su dilatada existencia, marcada por las vicisitudes.

Su origen más remoto se halla en la capilla de San Lázaro, situada junto al camposanto, y por tanto, fuera de las murallas de la ciudad. Allí era venerado por los enfermos del Hospital de Elephantiasis. Posteriormente, su corporación, la del Cristo Humillado, se unió a la de la Virgen del Subterráneo y a la de la Sagrada Cena, obteniendo como resultado final la corporación que hoy está asentada en Los Terceros. En su momento de máximo apogeo llegó a procesionar con la Esperanza Macarena, pero tras la Guerra Civil cayó en el olvido y estuvo 40 años sin desfilar por las calles de Sevilla. Afortunadamente, la Hermandad de La Cena decidió recuperarla para su cofradía en 1974.

La rosa de Santa Marta

Probablemente, muchos de nuestros lectores ya conocerán la relación que existe entre el periodista Iñaki Gabilondo y la Hermandad de Santa Marta, pero quizás no sepan discernir con claridad qué parte de la historia es real y qué parte de la historia pertenece a la ficción. Vayamos por partes. Corrían los años setenta cuando la corporación afincada en San Andrés decidió introducir una rosa en el paso que desfila cada Lunes Santo por las calles de Sevilla. Concretamente, debajo de la mano del Santísimo Cristo de la Caridad, representando así la última gota de sangre del Señor, la cual, tras caer al suelo, brotó de manera divina.

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La Sagrada Resurrección

ResucitadoLa última imagen cristífera que procesiona en la Semana Santa de Sevilla es la de la Sagrada Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Como bien indica su nombre, representa la vuelta de Jesucristo al mundo terrenal después de haber muerto en la cruz. En el paso de misterio, de estilo neobarroco, aparece elevándose desde el sepulcro con una vitalidad contagiosa y a su lado se encuentra un ángel que anuncia al pueblo su regreso. Asimismo, en la canastilla figuran las escenas evangélicas inmediatamente posteriores a la resurrección, creando de esta manera un pasaje completo.

La hermandad encargó la talla a Francisco Buiza en 1972, especificando al imaginero que debía alejarse de los cánones tradicionales de los Rescucitados (casi siempre en actitud de bendecir con un lábaro en la mano) y escenificar el instante exacto en el que se levanta de la tumba. Para inspirarse, el autor tomó como ejemplos la imagen de un Cristo que pintó Murillo en 1655, el paño de pureza del Cristo de los Cálices de Martínez Montañés, y la solución del soporte del Resucitado gaditano de San Antonio, obra de Doménico Giscardi. Con todos estos mimbres, logró crear una escultura que transmite una enorme sensación de movimiento tanto en su cuerpo como en sus vestiduras (especialmente la mortaja).  

El Cristo, que mide 1,74 metros y se halla apoyado en una peana,  irradia alegría, esperanza, y sobre todo, vida. Recibe culto en la iglesia de Santa Marina, cuenta con un nuevo altar desde hace un par de años y procesiona el Domingo de Resurrección, si bien en 2007 la corporación intentó –sin éxito– trasladar su estación de penitencia al Sábado Santo. Cabe destacar que sale a las calles de Sevilla de madrugada (en torno a las 05:00 horas) en un ambiente íntimo y hace su entrada sobre las 14:20 en loor de multitudes.  

La Hiniesta

hiniesta fotoEn anteriores artículos ya enumeramos algunas de las imágenes que tuvieron que ser reemplazadas por las revueltas anticlericales que se dieron en los años treinta, y en éste, desgraciadamente, añadiremos más a la lista. Hablamos de la Hermandad de la Hiniesta, que vio cómo su Cristo de la Buena Muerte y su Dolorosa original fueron destruidos en la quema de San Julián (1932). Solo un año después, Antonio Castillo Lastrucci talló otra imagen mariana, que a su vez se perdió en el incendio que asoló a la parroquia de San Marcos en 1936. Después de dos golpes muy dolorosos para la cofradía, el mismo autor elaboró una nueva Virgen en 1937 y un nuevo Crucificado en 1938, obras que sí han llegado a nuestros tiempos.

María Santísima de la Hiniesta Dolorosa fue elaborada en madera de cedro policromada, mide 1,61 metros de estatura y tuvo un costo presupuestario de 3.000 pesetas. Su bendición tuvo lugar en septiembre de 1937 en la iglesia de San Luis de los Franceses y guarda un gran parecido con la talla original. No en vano, conserva el dulce llanto, la cabeza inclinada hacia el lado derecho, la mirada baja y los rasgos joviales de una adolescente. Además, se ajusta perfectamente a los cánones de belleza del romanticismo andaluz, dada su piel morena y sus grandes ojos oscuros.

El trabajo de Castillo Lastrucci tuvo tan buena aceptación, que poco después de que desfilara por las calles de Sevilla el escultor recibió múltiples encargos de réplicas procedentes de toda la geografía española. Y es que su bellísimo rostro, su pequeña boca con labios encarnados y el sufrimiento que transmiten sus cinco lágrimas (dos en la mejilla derecha y tres en la izquierda) encandilaron desde el primer día. Ya en 1980, la restauración de Ortega Bru se encargó de suavizar los tonos de sus mejillas y de entreabrir sus labios, dejando al descubierto sus dientes superiores. La imagen puede contemplarse durante todo el año en la parroquia de San Julián y cada Domingo de Ramos en las calles de Sevilla.

El Cautivo de Santa Genoveva

jh85Según el Evangelio de San Mateo, Jesucristo fue abandonado por sus discípulos tras ser delatado por Judas y apresado en el huerto de Getsmaní, donde solía orar cada noche. Este pasaje es justamente el que representa la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo en el Abandono de sus Discípulos, de la Hermandad de Santa Genoveva. La talla fue realizada por José Paz Vélez en madera de pino entre julio de 1956 y febrero de 1957, coincidiendo con la fundación de la corporación, y mide 1,83 metros de altura. El autor esculpió originalmente el cuerpo entero, aunque no profundizó demasiado en los rasgos anatómicos y se centró especialmente en el rostro.

No obstante, ya en 1986, el propio José Paz Vélez restauró su obra y elaboró un nuevo cuerpo en madera de cedro, incorporando un sinfín de detalles minuciosos tanto en el torso como en las extremidades (brazos y piernas). Sin ir más lejos, su posición erguida y ligeramente inclinada hacia delante denota movimiento, mientras que las manos atadas dejan ver sus largos y finos dedos, que parecen haber perdido la vigorosidad de antaño. De igual modo, su cara expresa una incontrolable desolación por la huida de sus discípulos y sus ojos, muy abiertos, parecen mirar más hacia al interior de su alma que al mundo exterior que le rodea.

El cabello de Nuestro Padre Jesús Cautivo es ondulado, presenta algún que otro tirabuzón y está tallado con esmero, al igual que su afilada barba (siguiendo los cánones de Juan de Mesa) y sus cejas fruncidas. En su cabeza sobresalen tres potencias de oro de ley ejecutadas por Jesús Domínguez Vázquez y su tez morena se adapta con sutileza a su túnica morada con áureos bordados. La imagen, que volvió a ser restaurada en 2013, procesiona en la Semana Santa de Sevilla cada Lunes Santo y puede contemplarse el resto del año en la Iglesia de Santa Genoveva, ubicada en el barrio del Tiro de Línea.