El mayor astillero de Europa

atarazanas - SevillaEl mayor astillero que se construyó en Europa durante la Edad Media está en Sevilla. Hablamos, cómo no, de las Reales Atarazanas, el primer gran proyecto de Alfonso X tras haber arrebatado su padre (Fernando III) la ciudad a los musulmanes en 1248. Su idea era levantar una enorme fábrica de barcos fuera de las murallas, pero lo suficientemente cerca de ellas como para reforzar el entramado defensivo. La ubicación elegida tenía como márgenes dos atalayas (la Torre del Oro y la Torre de la Plata) y dos puertas (la del Carbón y el Postigo del Aceite). Y allí, en lo que hoy conocemos como El Arenal, se levantaron nada más y nada menos que 17 naves de ladrillo para convertir a Sevilla en un foco portuario.

Este monumento civil (así lo llaman algunos historiadores) no solo destacó desde un primer instante por sus enormes dimensiones, sino también por su cuidada estética, un aspecto este último que no era estrictamente necesario. Inspiradas en los estilos gótico y mudéjar, las Reales Atarazanas quedaron impregnadas de arcos, pilares, bóvedas de arista y otros elementos arquitectónicos que hacían de su estancia una experiencia única. Pero aquello, aunque nos cueste cambiar el chip, no era un lugar de visita, sino el espacio en el que trabajaban a destajo carpinteros, herreros, pescadores, marineros, mozos de carga, etcétera.

Aproximadamente un tercio de la obra (7 de las 17 naves) es que lo que ha llegado a nuestros tiempos debido a las renovaciones que se fueron llevando a cabo de manera progresiva. Así, en 1641 se redujo parte de su extensión para edificar el Hospital de la Caridad y su iglesia; en 1751 se reservó un considerable espacio para el almacenaje de artillería; y en 1782 absorbió las Maestranzas de Cádiz y Málaga, quedándose como única abastecedora para Andalucía y Extremadura. En 1969, las Reales Atarazanas fueron declaradas Bien de Interés Cultural, y en 1993 pasaron a manos de la Junta de Andalucía, que llevó a cabo procesos de rehabilitación dos años más tarde.

El Monte Gurugú: de Melilla a Sevilla

guruguComo el que no quiere la cosa, el Monte Gurugú tiene más de 80 años de historia. Hablamos del carismático montículo que se encuentra en el centro del Parque de María Luisa desde la Exposición Iberoamericana de 1929, concretamente entre la Glorieta de los Hermanos Álvarez Quintero y el Jardín de los Leones. Si bien su elevación (algo más de 20 metros) no es excesiva, el mirador que lo corona ofrece unas vistas hermosas de todo el recinto. Se accede a él a través de una escalera pedregosa que nos retrotrae a tiempos muy antiguos y posee una cascada de agua que desemboca en un pequeño estanque.

Antaño, en sus aledaños se podían divisar patos e incluso pavos reales, pero lamentablemente dicha fauna se fue perdiendo progresivamente. No así la flora, ya que la vegetación es frondosa y heterogénea gracias a la humedad que impera en el terreno. Así, podemos encontrar desde pinos piñoneros a setos, pasando por almeces de tronco liso. Otro rasgo que define al Monte Gurugú es el túnel que lo atraviesa de un extremo a otro. En su día formaba parte del recorrido del tren de la Exposición de 1929, pero recientemente fue rehabilitado como carril bici.

¿Y de dónde viene el nombre de Gurugú? Pues del macizo dominante de la ciudad de Melilla. De hecho, dicho monte es el punto más alto (890 metros) del cabo norteafricano de Tres Forcas, y a comienzos del siglo XX fue escenario de encarnizadas batallas entre las tropas españolas y los rebeldes rifeños liderados por Abd el-Krim. Desde su cumbre se puede divisar, en un día soleado, la superficie de Argelia e incluso Sierra Nevada, aunque más que como paraje turístico, últimamente viene siendo utilizado como refugio de inmigrantes, ya que muchos subsaharianos se ocultan en sus laderas aguardando el momento exacto para cruzar la frontera. 

La Giralda de Nueva York

giralda new yorkLa Giralda es el monumento de Sevilla que más fascina a los extranjeros. Buena prueba de ello es que ha tratado de ser ‘exportada’ a muchos puntos de la geografía internacional y, muy especialmente, a Estados Unidos, donde se realizaron varias réplicas. Hoy hablaremos de la más famosa, la de Nueva York, aunque desgraciadamente no haya llegado a nuestros tiempos. Terminó de construirse en el año 1890 y las obras fueron supervisadas por los arquitectos Charles McKim, William Rutherford Mead y Stanford White, quienes, a raíz de esta obra, se convirtieron en unos de los más cotizados de su profesión.  

Estaba situada en el corazón de Manhattan. De hecho, fue concebida para ser el emblema del segundo Madison Square Garden, el enorme pabellón deportivo en el que se celebraban importantes combates de boxeo, partidos de baloncesto (el recinto actual es sede de los New York Knicks), conciertos musicales, etcétera. Tenía un esqueleto de hormigón, aunque, para imitar a la estructura sevillana, fue revestida de ladrillos. Sus dimensiones doblaban al monumento original (medía casi 200 metros de altura) y estaba coronada por la diosa Diana, que hacía las veces de Giraldillo.

Sorprendentemente, solo 35 años después de haberse edificado (1925), la Giralda de Nueva York fue demolida por el impago de una hipoteca. Pese a ello, pasó a la posteridad por haber sido el escenario del denominado ‘crimen del siglo’. Todo ocurrió el 25 de junio de 1906 en la terraza superior, donde  cenaba tranquilamente Stanford White, uno de los arquitectos del edificio. Su romance con Evelyn Nesbit había llegado a oídos de su legítimo marido, quien no dudó en dirigirse hasta allí para dispararle tres veces en la cabeza. El asesinato tuvo una repercusión mediática de proporciones bíblicas por la popularidad de sus protagonistas y sigue siendo una de las historias negras más famosas de Nueva York. 

El tesoro de los faraones

tesoroEl Pabellón de la Navegación, situado en el número 2 del Camino de los Descubrimientos (Isla de la Cartuja), está acogiendo desde el pasado 21 de diciembre una muestra itinerante titulada ‘El tesoro de los faraones’, la cual recrea de forma fidedigna el esplendoroso Templo de Abu Simbel (Nubia, Egipto). Este histórico edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979, data del  siglo XIII antes de Cristo y fue construido durante el reinado de Ramsés II para conmemorar la victoria en la batalla de Qadesh contra los hititas, hacer una ostentación de poder y reforzar la influencia de la religión egipcia en la región.

La exposición ha sido ideada por el artesano egipcio Hany Mostafa y consta de cuatro salas bien diferenciadas. La fachada presenta cuatro estatuas de Ramsés II de unos 20 metros de altura, las dos cámaras recrean el interior del templo, tanto a nivel de arquitectura como de pinturas, y el Santuario ilustra las creencias de la época. Gracias al personal bilingüe, los visitantes no solo pondrán conocer los pormenores de este precioso monumento en particular, sino también todo lo referente a la cultura egipcia en general. De hecho, podrán contemplarse las danzas típicas del Nilo y degustar algunos de sus platos tradicionales.

‘El tesoro de los faraones’ fue expuesto el año pasado en distintas ciudades de Portugal, obteniendo un gran éxito de público, y espera hacer lo propio en Sevilla antes de trasladarse a Francia e Inglaterra. En la capital hispalense, la muestra permanecerá abierta hasta el 4 de mayo y su horario es de 10:00 a 20:00 horas de lunes a domingo. La visita al recinto es guiada y dura aproximadamente unos 20 minutos. Por su parte, las entradas cuestan 5 euros, aunque hay descuentos especiales para estudiantes, grupos y familias.

El contador de verdades (II)

chaves nogalesIILa trayectoria profesional de Manuel Chaves Nogales no siempre fue reconocida públicamente. De hecho, fue concluir la guerra civil y su nombre, como el de muchos otros republicanos, se convirtió en tabú en la España franquista. Pero la gran diferencia con respecto a otros exiliados es que su memoria tampoco volvió con la transición democrática, quizás porque ya llevaba demasiado tiempo muerto (1944). Ha sido en la última década cuando, verdaderamente, se ha realzado su figura con publicaciones de todo tipo (artículos, libros, documentales…) y, como suele decirse, más vale tarde que nunca.

Dicen sus biógrafos que tenía el don de la ubicuidad: siempre estaba en el lugar y en el momento preciso. Así, conoció la Francia ocupada por los nazis, la Rusia comunista, el desierto africano bajo influencia española y el Londres bombardeado. Escribía sin ambages y con un lenguaje que encandilaba a los más exigentes y al mismo tiempo era accesible para los menos apegados a la lectura. Era republicano, de izquierdas y de talante moderado, pero no se casaba con nadie. Si tenía que denunciar lo absurdo de una política del gobierno de Azaña o las injusticias que sufría el proletariado, lo hacía, de ahí que llegara a granjearse en las altas esferas el apodo de ‘el crítico insobornable’.

Tampoco le intimidaba el creciente poder de Hitler. Tanto es así que, tras entrevistar a su ministro de propaganda y mano derecha, Joseph Goebbels, no dudó en calificarle como “ridículo e impresentable”, palabras que le valieron para ser incluido en la lista negra de la Gestapo. Además, advirtió a la sociedad de la existencia de los campos de concentración cuando la razón humana aún no había digerido que aquello pudiese ser verdad. Antes, en plena guerra civil, se alineó firmemente del lado rojo, aunque terminó realmente asqueado de la contienda en general. Buena prueba es su libro  ‘A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España’, en el que culpó a “la peste del comunismo y del fascismo” de los males de España, apostillando con una frase memorable: “Yo he querido permitirme el lujo de no tener ninguna solidaridad con los asesinos: para un español quizá sea eso un lujo excesivo».

Cuando los sublevados cercaron Madrid, Chaves Nogales huyó a Francia y poco después a Londres, donde falleció poco antes de que finalizara la II Guerra Mundial. Sus restos aún descansan en la capital inglesa, pero su historia sigue viva en su ciudad natal, Sevilla. No en vano, un documental sobre su persona, elaborado por una productora sevillana y titulado ‘El hombre que estuvo allí’, ha sido nominado recientemente para los Premios Goya. 

El contador de verdades (I)

Chaves-Nogales-sevillaHablar de Manuel Chaves Nogales es hablar de uno de los mejores periodistas que ha dado Sevilla. Nació en la capital hispalense el 7 de agosto de 1897, en el seno de una familia de clase media en términos económicos y de clase alta a nivel intelectual. Buena prueba de ello es que su abuelo fue un reputado pintor de temas taurinos; su padre, académico y cronista oficial de la ciudad; su madre, concertista de piano; y su tío, abogado, escritor y periodista. Esta última profesión fue la que eligió para su destino, pero, dado que no existían estudios específicos de comunicación, cursó la carrera que más relación guardaba con ella: Filosofía y Letras.

A los 20 años ya colaboraba con ‘El Noticiero Sevillano’ y poco después se atrevió a publicar su primer libro, cuyo título no era precisamente fácil de memorizar: ‘Narraciones Maravillosas y biografías ejemplares de algunos grandes hombres humildes y desconocidos’. Como todo español con ganas de prosperar en su campo, se marchó a Madrid poco después de contraer nupcias con Ana Pérez, el amor de su vida. Escalando en el organigrama de ‘El Heraldo’ y  participando en importantes tertulias literarias, Chaves Nogales se labró un nombre en el corazón del país y se convirtió en un periodista influyente.

Era un apasionado del mundo de la aviación y, en su afán de obtener todos los datos posibles sobre esta materia para sus reportajes, estuvo a perder la vida en un aparatoso accidente aéreo acaecido en territorio soviético. Menos riesgo y más repercusión tuvo su artículo sobre Ruth Elder, la primera mujer que cruzó sola el Atlántico en un avión, el cual le valió para ganar el prestigioso premio Mariano de Cavia. En 1935 vio la luz su obra más conocida, ‘Juan Belmonte, matador de toros, su vida y sus hazañas’, que está considerado como el mejor libro taurino de todos los tiempos. En cualquier caso, Chaves Nogales no ha pasado a la posterioridad por sus andanzas como copiloto ni por sus textos sobre los ruedos, sino por su compromiso social y su mesura política en la época más convulsa de la historia contemporánea de España. Sobre ello profundizaremos en el siguiente artículo.

La Plaza Mayor de Sevilla

plaza san francisco fotoQuizás los más pequeños identifiquen la Plaza de San Francisco únicamente con el mapping navideño, pero estamos hablando de uno de los lugares más antiguos de Sevilla. Si bien no hay una fecha exacta que nos permita situar su origen más remoto, sí podemos afirmar sin miedo al error que en el siglo XVI ya era el corazón de la ciudad. Tanto es así que allí se encontraban prácticamente todos los poderes civiles: el Concejo hispalense (actual Ayuntamiento), el Tribunal de Justicia (donde la Santa Inquisición imponía sus condenas), etcétera. Pero su actividad no quedó ahí, ya que con los años también se erigió en coso taurino, punto clave de la Carrera Oficial de la Semana Santa y demás. Ejercía, en esencia, como la Plaza Mayor de Sevilla.

Su nombre, que data de la Reconquista, proviene de un majestuoso convento que se encontraba en sus aledaños y recibía el nombre de ‘Casa Grande de San Francisco’. No obstante, hay que aclarar que durante un breve periodo de tiempo (desde 1812 a 1814) acuñó la denominación de ‘Plaza de la Constitución’, en virtud de la carta magna que había sido aprobada.  Más adelante, también de manera fugaz, también fue bautizada como ‘Plaza del Rey’ y ‘Plaza de Isabel II’, fruto de las fricciones internas que asolaban a la monarquía española. Más adelante, en tiempos de la II República, fue titulada como ‘Plaza de la Libertad’, para seguidamente adoptar el nombre de ‘Plaza de la Falange Española’. Ya en 1980, recuperó definitivamente su actual designación.

Antes hemos mencionado que albergaba (y sigue albergando) edificios de gran relevancia, tales como el ayuntamiento, la antigua Audiencia, el Banco de España, el Edificio Bar Laredo o la Casa Arcenegui, pero también otros más corrientes, en los que trabajaban plateros, pintores y artesanos. Sus puestos estaban organizados en torno a unos muros nada presuntuosos y sus correspondientes soportales, que le daban un sello muy particular. Con todo, la Plaza de San Francisco siempre ha tenido un aura de elitismo por la proximidad del ayuntamiento, del que hablamos detenidamente en el anterior artículo.

El Ayuntamiento de ayer y hoy

fachada antigua ayuntamiento sevillaUna vez conquistada Sevilla por el rey San Fernando, el Cabildo Municipal, formado por los caballeros veinticuatro y los jurados, se reunía a los pies de la Giralda, en una zona conocida como el Corral de los Olmos. Pasado un tiempo, el comercio con las Indias trajo mucha riqueza a Sevilla y llegó un momento en el que aquel espacio dejó de ser todo lo ostentoso que podía esperarse de unas autoridades civiles. Y fue entonces cuando surgió la necesidad de construir un edificio moderno que denotara poder: el Ayuntamiento. El proyecto recayó en el arquitecto cántabro Diego de Riaño y no se escatimó en gastos bajo el auspicio de Carlos I.

Las obras se iniciaron en 1527 y se paralizaron siete años más tarde, cuando falleció Diego de Riaño, que tuvo tiempo de dejar concluido casi todo el sector meridional. Incluida la preciosa fachada plateresca que da a la Plaza de San Francisco (en la que se proyecta actualmente el mapping), que por aquel entonces hacía las veces de entrada principal. También introdujo relieves de personajes históricos de la ciudad y un sinfín de detalles renacentistas. En 1535 se retomaron los trabajos de la mano de Juan Sánchez, quien se encargó principalmente de los interiores, destinando el salón alto para el Archivo y diseñando unas elegantes galerías.

La fisonomía del Ayuntamiento de Sevilla no cambió demasiado hasta el siglo XIX, cuando fue derribado el convento de San Francisco y se planificó la construcción de una nueva fachada, en esta ocasión, orientada a la Plaza Nueva. La reforma (también se modificaron otras dependencias) se inspiró en los cánones neoclasicistas y fue llevada a cabo por Demetrio de los Ríos y Balbino Marrón (1857). La última remodelación data de 1990, fecha en la que se intentó hacer más diáfana la separación entre la parte antigua y la nueva. En resumen, la Casa consistorial es uno de los monumentos artísticos más valiosos de Sevilla y al mismo tiempo uno de los menos ‘conocidos’, pero quienes se han detenido a contemplar minuciosamente  las dos fachadas, las escaleras, las distintas salas, la cúpula, la capilla, el Arquillo, las estatuas de Hércules y Julio César… saben que merece la pena. 

La mutación de Nervión

nervion sevillaDesde el punto de vista geográfico, Nervión es el centro de Sevilla; desde el económico, el mayor foco empresarial de la ciudad; y desde el sentimental, un barrio con más de cien años de historia. Todo comenzó en 1910, cuando Luis Lerdo de Tejada propuso que los terrenos que hoy ocupa, que en su día eran propiedad del Marqués de Nervión, fueran destinados a la construcción una ciudad jardín como las que proliferaban en Inglaterra en aquellos momentos. El Ayuntamiento vio con buenos ojos la idea y solo unos años después encargó a Aníbal González la plasmación de la misma.

El célebre arquitecto sevillano tenía muy claro que la Gran Plaza, donde confluyen las avenidas Eduardo Dato, Marqués de Pickman, Ciudad Jardín y Cruz del Campo, debía ser el eje de aquella nueva zona rectangular. Sin embargo, discrepancias con la Inmobiliaria Nervión propiciaron que abandonara el proyecto antes de tiempo, de ahí que la expansión hacia el este se llevara a cabo por otros derroteros a los inicialmente previstos. Sea como fuere, el barrio fue ensanchando con paso firme y decidido. Así las cosas, la conexión con el tranvía (1923) motivó la edificación de las grandes arterias y múltiples áreas residenciales. Al principio (años veinte) predominaron los chalets cerrados con espacios ajardinados, pero posteriormente (a partir de los años sesenta) se optó por los bloques de pisos, factor clave para el crecimiento demográfico. Y ya en los ochenta, empezaron a levantarse los hoteles, edificios de oficinas y centros comerciales que hoy le garantizan una actividad frenética.

En Nervión hay muchos lugares de interés y de diferente índole, tales como la iglesia de la Concepción Inmaculada, la cárcel de Ranilla, el Humilladero, la Fábrica de Cruzcampo, los Caños de Carmona, los restos de la desaparecida Plaza de Toros Monumental, el Matadero, el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, etcétera. Y todo ello, sin olvidar el Palacio de la Buhaira, donde se ha habilitado una interesante exposición fotográfica titulada ‘Camino a Nervión’. Son 80 imágenes las que ilustran la enorme transformación que ha sufrido el barrio a lo largo de sus 110 años de existencia. La muestra puede visitarse hasta el 31 de enero de 2014, de lunes a viernes de 8:30 a 21:30 horas y los sábados de 8:30 a 14:30 horas, con un horario especial de Navidad (entre el 21 de diciembre y el 7 de enero) de 7:45 a 15:15 horas entre semana. 

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