Un castillo infravalorado

castillo-alcala-1El Castillo de Alcalá de Guadaíra está en el candelero últimamente por dos razones. La primera es que fue elegido como icono turístico por la Diputación de Sevilla en la pasada edición de Fitur, despertando las críticas de los delegados granadinos, quienes entienden que guarda un gran parecido con su gran reclamo, La Alhambra. Y la segunda es que su estado de conservación dista mucho de ser el ideal, tal y como quedó demostrado con el reciente desprendimiento de una parte de su torre. Afortunadamente, no afectó a su estructura, si bien precisa de reformas urgentes y un mejor mantenimiento.
 
El castillo fue construido por los musulmanes entre mediados del siglo XII y principios del XIII sobre un cerro, posición geográfica que le otorga un aspecto más imponente si cabe. Y es que sus grandes dimensiones llaman poderosamente la atención, al igual que sus numerosas atalayas (once), que hacían del recinto un valioso fortín defensivo. Inicialmente, al servicio de las tropas árabes, pero más tarde pasó a manos de Rodrigo Ponce de León, uno de los principales capitanes de los Reyes Católicos durante la Reconquista.
 
El conjunto se divide en tres zonas que están bien diferenciadas: el Patio de los Silos, el Patio de la Sima y el Alcázar Real. A algunos puntos se puede acceder incluso en coche, un dato que deja entrever el excesivo aperturismo del que goza. Buena prueba de ello es que muchos materiales han sido robados en los últimos años y los grafiteros también han campado a sus anchas durante todo este tiempo. Con todo, la repercusión mediática que ha tenido recientemente ayudará a que las autoridades competentes tomen medidas para preservar este inestimable patrimonio y también, por qué no decirlo, para que todos valoremos lo que tenemos. 
 

La artista que dijo no a Hollywood

Hoy vemos como algo natural que algunos actores españoles protagonicen películas estadounidenses y a todos se nos vienen a la mente los rostros de Antonio Banderas, Penélope Cruz, Javier Bardem, etc. Sin embargo, no siempre fue así. Debido al hermetismo inicial del cine americano y a la barrera del idioma, entre otros factores, durante varias décadas pocos tuvieron la oportunidad de cruzar el charco para exhibir sus dotes en la interpretación. Pues bien, Antoñita Colomé, sevillana y trianera para más señas, no fue la que rompió el hielo, pero sí la primera que rechazó trabajar en Hollywood.

Hija de un sombrerero, soñó con ser artista desde que tuvo uso de razón, como prácticamente todas las niñas de su barrio. No obstante, en aquellos tiempos, los de la primera mitad del siglo XX, para progresar en el mundo de las artes escénicas era obligatorio trasladarse a Madrid y eso fue lo que hizo siendo aún muy joven. En la capital de España recibió la formación que le permitió debutar en el Teatro Eslava y conseguir grandes papeles en el cine, en cintas como ‘El hombre que se reía del amor’, ‘La señorita de Trevélez’, ‘La rueda de la vida’, etc. Alcanzó tal grado de éxito que los directores más importantes del momento, como Florián Rey, Benito Perojo, Edgar Neville, se ‘peleaban’ entre ellos para contar con ella en sus proyectos.

Pero antes de ser una estrella consolidada, un cazatalentos de la Paramount la descubrió y convenció para que viajara a Estados Unidos, concretamente a los estudios de Jointville, donde se rodaban películas de habla hispana. Allí intervino en ‘Un caballero de frac’, de Roger Capellani y en ‘Las luces de Buenos Aires’, junto a Carlos Gardel, obteniendo muy buenas críticas. Esto propició que recibiera una propuesta formal para instalarse en Hollywood, pero en una decisión sorprendente que dejó a las claras su marcada personalidad y su arraigo a nuestra tierra, declinó y regresó a España para terminar de labrarse un nombre, algo que logró con creces.

Su trayectoria profesional sufrió un inevitable paréntesis por el estallido de la Guerra Civil y mientras silbaron las balas vivió en Francia, pero una vez que la paz se restableció volvió sobre sus pasos y continuó su carrera. En Sevilla, sus películas causaban furor en los cines de verano y muchas mujeres trataban de imitar sus peinados, su maquillaje, su manera de vestir, etc. Antoñita Colomé era, en esencia, un icono. Una vez retirada, volvió a Triana para vivir buena parte de su tercera edad, pero cuando ya no pudo valerse por sí misma se marchó a Madrid al cuidado de su hija. Allí falleció en 2005, dejando tras de sí una huella imborrable. Sin ir más lejos, estos últimos días se le ha recordado durante la Velá de Santa Ana, celebrándose una mesa redonda en honor a ella.

Travesía a ritmo de sevillanas y cornetas

muelle de las deliciasLa partida de la Cruz de los Jóvenes en el Galeón Andalucía se convierte en una verdadera fiesta

Hasta pañuelos blancos al viento se vieron en el Muelle de las Delicias. No pedían ningún trofeo taurino. Decían adiós a la Cruz de los Jóvenes y al Icono de la Virgen, que, tras diez días de peregrinaje por Sevilla, partieron ayer, Guadalquivir abajo, hasta tierras gaditanas. Lo hacían en el Galeón Andalucía, aquel que estuvo en Shanghai y que ahora atracará en Cádiz para unirse a los fastos conmemorativos del bicentenario de la Pepa. La despedida de estos dos símbolos de las Jornadas de la Juventud -previstas para este agosto en Madrid- recreó los grabados del XVI, de aquella Sevilla portuaria, de vital importancia en el comercio con las Indias y la evangelización del llamado Nuevo Mundo (hoy América).

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