Los estertores de la Inquisición

La Inquisición Española fue una institución creada por los Reyes Católicos en 1481 para perseguir, juzgar y castigar a los herejes. Estuvo operativa hasta 1834, es decir, durante tres siglos y medio, y en Sevilla hay una cruz que conmemora el último acto de fe que se realizó en el Monasterio de San Francisco. Se encuentra en la plaza que lleva su nombre, concretamente, en el rincón que une el Arquillo del Ayuntamiento con la puerta de entrada a la Sala Capitular. Allí, al aire libre, en una posición esquinada pero igualmente visible, pasa desapercibida para casi todos los viandantes.

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La Plaza Mayor de Sevilla

plaza san francisco fotoQuizás los más pequeños identifiquen la Plaza de San Francisco únicamente con el mapping navideño, pero estamos hablando de uno de los lugares más antiguos de Sevilla. Si bien no hay una fecha exacta que nos permita situar su origen más remoto, sí podemos afirmar sin miedo al error que en el siglo XVI ya era el corazón de la ciudad. Tanto es así que allí se encontraban prácticamente todos los poderes civiles: el Concejo hispalense (actual Ayuntamiento), el Tribunal de Justicia (donde la Santa Inquisición imponía sus condenas), etcétera. Pero su actividad no quedó ahí, ya que con los años también se erigió en coso taurino, punto clave de la Carrera Oficial de la Semana Santa y demás. Ejercía, en esencia, como la Plaza Mayor de Sevilla.

Su nombre, que data de la Reconquista, proviene de un majestuoso convento que se encontraba en sus aledaños y recibía el nombre de ‘Casa Grande de San Francisco’. No obstante, hay que aclarar que durante un breve periodo de tiempo (desde 1812 a 1814) acuñó la denominación de ‘Plaza de la Constitución’, en virtud de la carta magna que había sido aprobada.  Más adelante, también de manera fugaz, también fue bautizada como ‘Plaza del Rey’ y ‘Plaza de Isabel II’, fruto de las fricciones internas que asolaban a la monarquía española. Más adelante, en tiempos de la II República, fue titulada como ‘Plaza de la Libertad’, para seguidamente adoptar el nombre de ‘Plaza de la Falange Española’. Ya en 1980, recuperó definitivamente su actual designación.

Antes hemos mencionado que albergaba (y sigue albergando) edificios de gran relevancia, tales como el ayuntamiento, la antigua Audiencia, el Banco de España, el Edificio Bar Laredo o la Casa Arcenegui, pero también otros más corrientes, en los que trabajaban plateros, pintores y artesanos. Sus puestos estaban organizados en torno a unos muros nada presuntuosos y sus correspondientes soportales, que le daban un sello muy particular. Con todo, la Plaza de San Francisco siempre ha tenido un aura de elitismo por la proximidad del ayuntamiento, del que hablamos detenidamente en el anterior artículo.

El museo del horror

El Castillo de San Jorge, situado en la Plaza del Altozano, fue sede de la Santa Inquisición en España desde 1481 hasta 1785. Por tanto, hablamos de un lugar en el que se juzgaba a los presuntos herejes, es decir, a los que supuestamente practicaban una religión distinta al catolicismo o la brujería. A diferencia de otros países europeos como Alemania o Inglaterra, en España sí solía haber un proceso legal documentado, aunque eso no excluía ni las torturas ni las condenas sin pruebas fehacientes, ya que todo estaba orquestado por el Estado. Y en aquellos tiempos, si había un denominador entre los gobiernos que se sucedían, era que todos tenían un sesgo totalitario.

Los orígenes del edificio son inciertos y se habla de que pudo ser levantado inicialmente por los visigodos o los almohades. En cualquier caso, en el siglo XIII pasó a manos cristianas, y el rey Fernando III se lo cedió a la Orden Militar de San Jorge (de ahí su nombre). Más adelante también se convirtió en la primera parroquia de lo que hoy conocemos como Triana. Sin embargo, su uso fue menguando progresivamente y no cobró relevancia hasta que la Santa Inquisición se apropió de él. Sus 26 celdas, la casa del inquisidor y la capilla formaron parte de una de las etapas más lúgubres de Sevilla, caracterizada por el juicio de valor, el abuso de poder y la indefensión de las víctimas. No obstante, se suele decir que se aprende más de los errores que de los aciertos y la frase está impregnada de razón.

Quizás por ello, hoy el Castillo de San Jorge es un imprescindible museo que explica cómo se hacían los enjuiciamientos en nuestra ciudad, y sus 1.400 metros cuadrados, distribuidos en dos plantas y múltiples salas, algunas de ellas didácticas con proyecciones audiovisuales, invitan inexorablemente a la reflexión personal. No cabe duda de que recordar las penas de cárcel, galeras, azotes, destierro, hábito penitencial y muerte, casi siempre en la hoguera, no es algo placentero, pero sí necesario para tomar nota y conciencia de lo que nuestra especie hizo mal. Al fin al cabo, la historia es como es y no se puede cambiar, y siempre es mejor conocerla que desconocerla, por muy tétrica que sea.

El consejero de Turismo y el alcalde inauguran hoy el Castillo de San Jorge.

El consejero de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, y el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín (PSOE), presiden a partir de las 13,30 horas de hoy la inauguración del Museo de la Inquisición del Castillo de San Jorge, que ha contado con un retraso en su apertura por la ejecución de un modificado del proyecto para una mejor optimización de los restos existentes, según confirmaron a Europa Press fuentes municipales.

   El proyecto para la restauración y musealización de los restos arqueológicos del castillo, ubicados en los bajos del mercado de abastos del Altozano, en la barriada sevillana de Triana, está incluido en el Plan Turístico de la ciudad y ha contado con un presupuesto de casi 2,5 millones de euros, financiados en un 60 por ciento por la Junta.

   Según el pliego de condiciones con el que la obra salió a licitación, el proyecto consiste en la reparación de la cripta arqueológica existente, la instalación de un elevador personal para discapacitados y obras de reforma para la ejecución de medidas de adecuación para la puesta en valor y musealización del castillo a fin de albergar en dicho espacio posibles proyectos expositivos.

   Las ofertas, asimismo, debían incluir la instalación de un sistema de aire acondicionado adecuado y la sala de la barbacana del proyecto técnico de musealización, incluyendo el desarrollo de los contenidos y de los recursos expositivos.

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