Vivió en Triana un gitano, de los llamados castellanos nuevos, apodado «Cachorro», quien atravesando cada día el puente de barcas, junto al castillo de San Jorge, llegaba a Sevilla. Un payo residente en la ciudad vino a sospechar de este hombre, pensando que su visita no era por otro motivo que el de cometer adulterio con su propia esposa. Los celos llegaron a tales extremos que, cierto día, sabedor de la visita cierta del gitano a la venta Vela, lo esperó oculto. No hizo mas que llegar, ajeno a la suerte que iba a correr, mientras sacaba agua del pozo que junto a la referida venta existía, le fueron asestadas siete puñaladas que le ocasionaron la muerte.Se asegura que el escultor de la imagen del Cristo de la Expiración estuvo presente en el suceso y que tuvo oportunidad de presenciar la agonía del gitano Cachorro. Captó con la mirada el rostro de aquel moribundo en el instante de su muerte e hizo suya la expresión terrible que plasmó con toda naturalidad en la obra que en esos días estaba realizando.La leyenda vino a completarse con la investigación llevada a cabo por la justicia en la que al fin se conoció la verdad.
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El abanico que firmó Costillares
Por los años de 1770, el gran Costillares era la primera figura indiscutible del toreo, ídolo de las multitudes, a quien admiraban los hombres y de quien se enamoraban las mujeres. Costilleres vino a torear a la Real Maestranza de Sevilla, y en uno de los momentos en que se acercó a la barrera durante la lidia, una dama que estaba en primera fila de barrera le echó su abanico, pidiéndole que al terminar la lidia se lo firmara. Costillares, en vez de dejar el abanico en manos de su mozo de espadas mientras el terminaba la faena´, sonrió a la dama, requirió la espada, y sin muleta, se dirigió al toro. Un grito de sorpresa recorrió los tendidos. Costillares, con la espada en la mano izquierda, abrió en abanico que empuñaba en la diestra, y citó al toro que acudió al engaño. Con el banico de la dama a modo de muleta realizó toda la faena y remató citando a matar, enterrando la espada hasta la bola.
La calle del Duende
Al terminar la guerra entre Inglaterra y Francia, que se libró en España y a la cuál llamamos » Guerra de la Independencia», al avanzar los ingleses y tropas españolas por Triana, expulsando a los franceses y a las tropas españolas afrancesadas hacia Alcalá de Guadaira, se produjo un encuentro en un terreno comprendido entre el hospital de la Cruz Roja de Triana y la Cava, hoy llamada Pagés del Corro, en unas huertas que en aquel entonces se llamaban » El Matillo alto». En uno de auquellos callejones de las huertas quedó muerto un oficial francés. Pasado un tiempo, ya terminada la guerra, se comenzó a edificar aquella zona fomándose una calle. Los primeros vecinos observaban que a determinadas horas salía un hombre, recorría la calle y volvía a entrar en la casa de dónde saliera. Pronto los vecinos empezaron a manifestar su temor deduciendo que por las noches salía el espíritu de aquel oficial francés que murió en el último combate. Los vecinos acudieron al convento de San Jacinto para pedir a los frailes que hicieran algo para que aquella ánima en pena abandonase el lugar. Pero los exorcismos, procesiones, etc, no sirvieron de nada pués los vecinos seguían encontrándo al «fantasma» muchas noches. Por este motivo aquella calle nueva recibió el nombre de Calle del Duende.
La cruz de la Hermandad de La O
La Hermandad de La O tiene como titular a Nuestro Padre Jesús Nazareno, representado durante su camino hacia el Calvario, cargado con la Cruz al hombro. La Cruz llama la atención por estar revestida de carey, concha de tortuga que se traía de las Indias y que era de gran precio. En cierta ocasión la hermandad quiso mejorar la cruz que llevaba en un principio, para lo que labraron una en madera de cedro. Sin embargo, esta no gustó del todo, ya que se veía pobre al lado de la maravillosa escultura del Señor. Un día, en que se estaba celebrando la Misa de la Hermandad, llegaron a la puerta de la iglesia varios hombres, que por su indumentaría parecían marineros, y depositaron en el pórtico un gran envoltorio diciendo: » Éste es el pago de una promesa que habíamos hecho al salvarnos el Señor de un neufragio en los mares del Sur». El envoltorio contenía riquísimas piezas de concha de carey e inmediatamente la hermandad acordó que sirvieran para revestir la Cruz del Señor Nazareno. Dicha tarea fué realizada por el artista Manuel José Domínguez, quien realizó la labor con gran maestría, poniendo en las aristas unas cantoneras de plata de gran mérito.
Tradición del reo que llevaban a ahorcar
Habían prendido por la justicia a cierto bandido que tenía cometidos en Sevilla numerosos delitos, y tras juzgarle en la Casa Cuadra o Audiencia de la Plaza de San Francisco, le condenaron a morir ahorcado, así que le sacaron de la cárcel, que estaba en la calle Sierpes, esquina a la calle Bruna (donde hoy está el edificio del “Banco Hispano Americano”), y le conducían hacia Tablada donde estaba la horca pública. Al llegar el reo a la Puerta de Jerez, comenzó a dar grandísimos gritos diciendo:- No podéis ahorcarme, porque el rey me había perdonado. No podéis ahorcarme porque el rey me había perdonado.Ante semejante novedad, se detuvo la comitiva, y el juez acudió al Alcázar a dar parte a don Pedro I de lo que sucedía. El rey dijo que él ni conocía a aquel reo, ni le había jamás dado el perdón, y mandó que siguiese adelante el cumplimiento de la sentencia.Pero no bien había salido el juez de las habitaciones del rey, cuando este reflexionó, y mandó que le llamasen nuevamente antes de que saliera del Alcázar. Regresó el juez a su presencia, y el rey don Pedro dijo:- Aunque yo no había concedido el indulto, ni siquiera me lo habian pedido, es mejor que no se cumpla la sentencia, porque habiéndolo gritado en público, no quiero que pueda quedar en ánimo del pueblo de Sevilla, que yo le había indultado y que después he faltado a mi palabra Real.
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La Virgen llamada la Sevillana
En el altar mayor de la iglesia de San Buenaventura puede verse una imagen de la Virgen a la que llaman la Sevillana, obra del escultor Juan de Mesa. El origen de su nombre es el siguiente:
Esta imagen se encontraba en la Casa Grande de San Francisco, una noche fue desvalijada de sus joyas por unos ladrones. Se le hicieron cultos y el fraile que los predicaba exhortó al vecindario para dar donativos para poder reponer a la Virgen sus joyas. Pero en medio de la predicación se alzó una voz entre el público que dijo: » No es verdad, que la virgen es tan bonita y tan sevillana, que no precisa alhajas».
La torre de Don Fadrique

La Piedra Llorosa
En 1857, reinado de Isabel II y gobierno de Narváez, primera guerra carlista, motines y cuartelazos, un grupo de jóvenes, utópicos liberales sevillanos, capitaneados por el coronel retirado Joaquín Serra y dirigidos por Cayetano Morales y por Manuel Caro decidieron alzarse en armas. Organizaron una partida fulastrona, que el 29 de junio se echó al monte camino de Ronda, cometiendo diversas tropelías en El Arahal y otros pueblos. En Benaoján los alcanzaron las tropas de los regimientos de Albuera y de Alcántara. Los utópicos sublevados apenas dispararon un tiro, mientras las tropas les hicieron 25 muertos en las primeras descargas, y prisioneros a todos los supervivientes. El lance costó el cargo al gobernador y al capitán general.
Madrid envió con plenos poderes, civil y militar, a un duro comisionado de Narváez, don Manuel Lassala y Solera, quien sin que le temblara la mano mandó fusilar a los 82 detenidos, presos en el cuartel de San Laureano. El alcalde García de Vinuesa pidió en vano su indulto. Llegada la mañana del 11 de julio, fueron sacados de San Laureano y llevados a la Plaza de Armas del Campo de Marte para ser fusilados.
El Cachorro del cementerio
Entre la Glorieta del Cristo de las Mieles y la Glorieta de la Piedad se encuentra el Panteón de Don Anibal Gonzalez y Alvarez Ossorio.Es sin duda uno de los panteones mas visitado de nuestro cementario,por el «misterio» que se guarda dentro de él, lo que ha provocado una auténtica leyenda urbana-cofradiera, como tantas que circulan por nuestra Sevilla tan amante de lo legendario y de la mitificación .-
Este magnifico panteón de ladrillos visto tiene un arco de medio punto , que se encuentra cerrado con una cancela negra con una celosia, de pequeños dibujos que dejan ver su interior, con cierta dificultad .-Si se atreven a mirar dentro ( la primera vez siempre produce cierta impresion) y dirigen su mirada al lado izquierdo del panteón se encontrarán con una impresionante reproducción del Cristo del Cachorro . La leyenda urbana cofradiera afirma ( equivocamente) que este es la auténtica imagen del Cachorro. Alguna limpiadora de las que trabajan en nuestro cementerio , o algún empleado de nuestro campo santo, afirmará sin pestañear que es el original .