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trasladó a su emplazamiento actual: la calle Mateos Gago.
bohemiamente y escribía por encargos bajo el seudónimo de Gustavo García. Para colmo, padeció un primer brote de tuberculosis, la enfermedad que terminaría por arrebatarle la vida. Aun así, de la primera embestida salió ileso… gracias al amor. En 1858 conoció a la bella cantante de ópera Julia Espí, de la que se enamoró perdidamente. Gracias a esos nuevos sentimientos recobró el optimismo y empezó a escribir sus famosas Rimas y Leyendas, pero la relación no cuajó porque ella buscaba un hombre más distinguido. Antes de que cayera en otra profunda tristeza, se interesó por la joven vallisoletana Elisa Guillén, pero ésta también le dio calabazas. Cansado de buscar el amor platónico, finalmente se casó inesperadamente con Casta Esteban, con la que tuvo tres hijos.Hemos incorporado una nueva sección en sevillaen360, » curiosidades y leyendas «. En ella podréis encontrar historias sobre antiguas leyendas, curiosidades o anécdotas acerca de nuestra ciudad que pueden resultar de especial interés para muchos. Cada semana iremos incorporando más artículos en esta sección. Esperamos que sean de vuestro agrado.
Nos cuenta una de las múltiples leyendas protagonizadas por el rey Don Pedro I, que en un recorrido nocturno por la ciudad, según algunos, motivado por un lío de faldas, descargó su ira con el hijo del Conde de Niebla, con el cual se batió hiriéndole de muerte, ya que este era partidario del hermano bastardo del rey para que ocupara el trono. El batir de las armas despertó la curiosidad de una anciana, vecina de la calle donde ocurría la acción. Al alumbrar con el candil observó al protagonista, que se destacaba por ser blanco, rubio, ceceaba al hablar y les sonaban las rodillas al andar. Estos rasgos eran conocidos en la ciudad, por lo que no dejaban dudas. La anciana, ante el estupor de lo visto se apresuró a cerrar la ventana cayendo el candil a la calle junto el cadáver, lo que motivó que las autoridades la llevaran a la presencia del rey, que en acción de justicia prometida a los Guzmanes, familiares del fallecido, les dejó claro que cortaría la cabeza al malhechor y la expondría públicamente.Ante las preguntas hechas en interrogatorio a la anciana, aunque era reacia a contar lo sucedido por aludir al rey, terminó confesando lo que presenció, y cuando llegó la pregunta de que dijera su nombre contestó «El Rey».