Los nombres de José Víctor Rodríguez Caro y José Luis Medina del Corral sólo aparecen en sus documentos de identidad y en registros oficiales, ya que todo el mundo les conoce como Victorio y Lucchino. Hablamos de una pareja formada por un cordobés y un sevillano que lleva abanderando la moda andaluza por todo el territorio internacional desde hace más de veinte años. Se conocieron en el departamento de diseño de la empresa Disart y ahí surgió la relación profesional y sentimental que les guió hacia el estrellato. Empezaron abriendo una pequeña tienda en la capital hispalense donde comercializaban ropa comercial y trajes de novia, y el éxito y el reconocimiento les llegó en poco tiempo.
En 1985 ya tuvieron la oportunidad de presentar su primera colección en Nueva York y unos años después se convirtieron en habituales de la Pasarela Cibeles. Su ascensión fue tan rápida que en 1992 se atrevieron a dar el paso de la diversificación y pusieron a la venta su primer perfume, ‘Carmen’. De esta manera, durante años alternaron los diseños textiles con otros proyectos relacionados con la joyería, el cine, el teatro, la decoración interior de hoteles y edificios de postín, las mencionadas fragancias, etc. No es de extrañar por tanto que numerosas personalidades públicas se hayan puesto en sus manos para acudir a eventos glamurosos. Entre ellas, la duquesa de Alba, Penélope Cruz, Isabel Pantoja y un largo etcétera que no ha podido resistirse a la combinación de colores vivos, encajes y flecos de estos modistos sevillanos, que siempre han intentado fusionar el estilo tradicional con las últimas tendencias.
No obstante, en los últimos días no acaparan páginas de periódicos por sus diseños, sino por la preocupante situación económica que atraviesa su empresa. Y es que nadie puede poner en duda que la crisis azota más a quien menos tienen, pero afectar afecta a todos. Buena prueba de ello es que la sociedad Victorio & Lucchino lleva cinco meses sin pagar a sus trabajadores y también tiene deudas con las administraciones públicas. La coyuntura es tan delicada que el juzgado de lo Mercantil número 2 de Sevilla ya ha recibido dos peticiones para que la empresa se declare en concurso de acreedores. Para colmo, ha sufrido varios embargos de bienes valorados en cinco millones de euros, entre los que se encuentran sus locales de Plaza Nueva y Sierpes. Sin duda, se trata de un duro varapalo para el sector y de una noticia totalmente inesperada para el público en general.