En Sevilla, como en Roma, hay una iglesia en cada esquina y resulta materialmente imposible jerarquizarlas porque todas tienen su encanto. Hoy hablaremos de la de San Luis de los Franceses, uno de los mejores exponentes del barroco hispalense. Fue construida con un gusto exquisito entre 1699 y 1730 por la Compañía de Jesús, que ya había levantado previamente la Iglesia de la Anunciación. Los terrenos eran propiedad de Doña Lucía de Medina, quien puso dos condiciones para donarlos: que el templo se consagrara a San Luis (rey de Francia) y que ella misma fuese enterrada en su Capilla Mayor cuando pereciera. Ambas peticiones fueron aceptadas.
Funcionó como noviciado hasta 1767, año en el que los jesuitas fueron expulsados por primera vez por orden de Carlos III. Posteriormente pasó a ser un seminario clerical, un hospicio para religiosos mayores, un convento franciscano, una fábrica… en resumen, todo menos una iglesia. De hecho, durante muchos años estuvo cerrada al culto y en una situación de semiabandono. Afortunadamente, entre 1984 y 1990 se llevaran a cabo unos trabajos de restauración para darle una nueva utilidad: la de ser un privilegiado escenario para conciertos musicales y representaciones teatrales. Actualmente también se encuentra en obras para renovar su aspecto y reforzar sus estructuras.
¿Y pué podemos destacar de su arquitectura? Pues prácticamente todo. Se da por hecho que el diseño corrió a cargo de un arquitecto italiano desconocido y que el sevillano Leonardo de Figueroa actuó como maestro de obras. Vista desde fuera, la iglesia de San Luis llama la atención por su bellísima fachada elaborada en piedra y ladrillo, sus dos torres octogonales y su portentosa cúpula. El interior se articula con refinadas columnas salomónicas y cuenta con siete retablos de incalculable valor. El principal está presidido por un lienzo de San Luis, una Inmaculada de Duque Cornejo y un cuadro de la Virgen María con el Niño Jesús, mientras que los otros seis, situados en los laterales, están dedicados a diferentes Santos Jesuitas: San Ignacio de Loyola, San Estanislao de Kostka, San Luis Gonzaga, San Juan Francisco Regis, San Francisco de Borja y San Francisco Javier.