El Titanic atraca en Sevilla

Quienes se sobrecogieron al escuchar por primera vez la historia del Titanic y se emocionaron con la película protagonizada por Leonardo Di Caprio y Kate Winslet, están de enhorabuena, ya que a finales de este mes atracará en Sevilla una prestigiosa exposición sobre el naufragio más famoso del mundo. La muestra está recorriendo las ciudades más importantes de Europa con motivo del centenario del hundimiento del transatlántico y la capital hispalense será su siguiente escala. De este modo, será instalada en el lugar más apropiado para tal efecto, el Pabellón de la Navegación, donde se podrán apreciar más de 200 objetos originales que fueron recuperados de las profundidades.

‘Titanic The Exhibition’ se ha propuesto teletransportar a sus visitantes hasta 1912, y más específicamente, al lujoso buque que partió de Southampton y nunca llegó a Nueva York. Para ello, ha conseguido recrear sus interiores con una precisión milimétrica y poner al alcance del público reliquias tan interesantes como la lista de pasajeros completa, dos cartas escritas del puño y letra del primer oficial, un fragmento de la escalinata, un trozo de carbón extraído de la sala de calderas, etcétera.  Además, se podrán recorrer los pomposos pasillos, visitar los camarotes y apreciar las diferencias entre los de primera clase y los de tercera, e incluso tocar un iceberg con los dedos de la mano.

Con tantos alicientes, no resulta sorprendente que la exposición haya sido visitada, solo en España, por más de un millón de personas. Son necesarios al menos 90 minutos para contemplar todos los detalles, conocer las historias más emotivas de los 1.500 pasajeros que murieron ahogados en las gélidas aguas del Atlántico Norte y empezar a distinguir entre lo que sucedió en la realidad y lo que ha sido producto de la ficción. Si bien aún no ha trascendido la fecha exacta de la apertura, sí se ha oficializado que las entradas costarán entre 6 y 10 euros y que se podrá visitar de 10:00 a 20:00 horas de lunes a domingo.

La rareza de ser moderno y antiguo a la vez

Si el Alfonso XIII fuese un hotel al uso, hoy no estaríamos hablando de él. Lo que le diferencia de los demás no son sus estrellas, sus lujosas estancias, el precio por pasar una noche o sus comodidades, sino su historia. Basta con decir que su propiedad es municipal (la explotación corre a cargo de una cadena) y que ofrece visitas guiadas a los colegios para darnos cuenta de que no estamos ante un hotel como otro cualquiera. Al igual que otros monumentos emblemáticos de Sevilla, tuvo su origen en la Exposición Universal de 1927 y fue obra del arquitecto José Espiau. Su construcción costó cuatro millones de pesetas y aunque hoy esa cantidad parezca nimia, en aquel momento supuso el diez por ciento del presupuesto total de la muestra internacional.

Reducir su estética a una sola corriente artística sería un error. A grandes rasgos bebe del estilo árabe, concretamente del neomudéjar, pero también tiene elementos característicos del regionalismo andaluz. Los entendidos dicen que el gran mérito de su belleza exterior es que es capaz de impresionar con materiales relativamente modestos, tales como la cerámica, el barro o el ladrillo. El interior es otro cantar, ya que la pomposidad está garantizada con techos de madera, suelos de mármol, imponentes arcos y columnas, suntuosas lámparas, refinadas alfombras, vistosos azulejos y un patio paradisiaco. Sus puertas reabrieron la semana pasada después de diez meses de intensas obras que han permitido modernizar los sistemas de agua, electricidad y aire acondicionado, y perfeccionar más aún la decoración. Aunque, eso sí, la esencia permanece impoluta.

Es digno de reseñar que el hotel fue inaugurado el 28 de abril de 1929 con un banquete presidido por el rey Alfonso XIII que sirvió para celebrar el casamiento de su sobrina preferida, la Infanta Isabel Alfonsa, con el Conde Juan Zamoyski. Curiosamente, el trono en el que sentó el monarca aquel día aún se conserva. Y es que, originalmente, el hotel fue ideado para acoger exclusivamente a la realeza y a la aristocracia europea. Tras el paréntesis que marcaron la II República, en el que pasó a llamarse ‘Hotel Andalucía Palace’, y la Guerra Civil, recobró su protagonismo y con el paso de las décadas fue ampliando su clientela a políticos de renombre, deportistas de élite, estrellas de cine, empresarios de éxito, cantantes… y ciudadanos de a pie. En la actualidad, gracias a sus estrictas políticas de privacidad e intimidad, tiene la posibilidad de seguir cobijando a personalidades públicas sin que sus otros huéspedes se enteren.