Las ricas que envidiaban a las pobres

Afirmar que los pobres siempre han aspirado a llevar el estilo de vida de los ricos es una obviedad, pero ha habido casos excepcionales en los que ha sido a la inversa. Y la historia del traje de gitana supone uno de ellos. En los primeros tiempos de la Feria, relatados en nuestro anterior artículo, los comerciantes de ganado acudían acompañados por mujeres. Los más humildes llevaban a sus esposas porque vivían de forma ambulante y entre los dos trasladaban el hogar de lonetas al Real, hecho que deja a las claras cuál fue el origen de las casetas. A su vez, los tratantes más pudientes recibían la inestimable ayuda de sus campesinas. Pero entre las cónyuges de unos y las sirvientas de otros no había demasiadas diferencias, ya que casi todas ellas eran de etnia gitana.

Así pues, no es de extrañar que la muestra se impregnara de sus hábitos, costumbres y por supuesto, de su tradicional manera de vestir. Las gitanas, como todas las andaluzas de las clases bajas, portaban unas simples batas con un par de volantes a las que se les añadía un delantal para faenar con comodidad. Eran prendas más estrechas de lo habitual en su época, realzaban la figura femenina e imponían un caminar sensual. Todo ello no pasó desapercibido a los ojos de los hombres… ni tampoco a los de las mujeres aristocráticas, quienes, viendo el éxito progresivo que fueron adquiriendo aquellos modelos en un evento tan emergente como la Feria de Abril, empezaron a copiarlos y a lucirlos ellas mismas a partir de la Exposición Universal de 1929.

Esta imitación y, por qué no decirlo, competencia entre unas mujeres y otras, provocó que el traje de gitana fuera evolucionando con el paso de los años. Para ir un paso por delante, se fueron añadiendo los colores vivos, los lunares, el escote de pico, los talles cada vez más ceñidos, las flores en un pelo recogido para enaltecer los marcados rasgos sureños, los mantones de manila… dando forma a lo que se conoce como ‘cuerpo de guitarra’. Llegó un momento en el que era materialmente imposible diferenciar a una mujer por su condición social, ya que todas vestían de la misma manera. Además, como la Feria dejó de ser un centro de negocios para ir convirtiéndose en uno de ocio y diversión, las mujeres, y por ende, sus vestidos, fueron adquiriendo cada vez más protagonismo. Tanto es así que el traje de gitana, también llamado de flamenca por haber estado ligado siempre a este estilo musical, se erigió como el traje típico de Sevilla, rápidamente se extendió a toda Andalucía y hoy día, de cara al turismo, ya tiene la etiqueta de ‘traje español’.

El XVII Salón Internacional de Moda Flamenca, Simof 2011, congrega en Fibes a más de 55.000 personas

simofLa novena edición de SIMOF celebrada en FIBES ha contado con 28 desfiles profesionales, 29 diseñadores/firmas, más de 90 expositores y más de 1.300 vestidos de flamenca.El Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla, FIBES, clausura hoy domingo 6 de febrero el XVII Salón Internacional de la Moda Flamenca, SIMOF, en su novena edición en FIBES. Han sido más de 55.000 personas las que se han acercado al recinto ferial sevillano para ser testigo directo de un Salón que ensalza aspectos tan particulares y arraigados en la cultura andaluza como es LA MODA FLAMENCA Y SU ARTESANÍA.SIMOF 2011, organizado por FIBES y la Agencia de Servicios Integrales de Moda y Comunicación Doble Erre.

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Los volantes reconquistan Fibes un año más

simofEscotes sensuales, talles ajustadísimos, telas nuevas y los clásicos lunares. Y esto no ha hecho sino empezar… El Salón Internacional de Moda Flamenca arrancó ayer en Sevilla organizado por Raquel Revuelta, quien afirmó que no se trataba sólo de ella sino que «son más de 150 trabajadores» y que el proyecto está saliendo gracias a la seriedad del equipo.Durante la mañana fue el Certamen de Diseñadores Noveles por la tarde se dio paso a los profesionales de este arte, que pudieron mostrar sus novedades para la próxima temporada de ferias.La primera en exhibir sus diseños fue Pilar Vera con su colección Las Brujas, inspirada en el tablao sevillano que lleva el mismo nombre.

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