Los Buenos dias de Manuela

Buenos día, amigos de Sevilla.
Buenos días, de piropos.

En “Diario de un poeta recién casado,”Juan Ramón Jiménez compara Sevilla con su mujer.
Una de las personalizaciones más bellas de la literatura.
GIRALDA
Giralda, qué bonita
me pareces, Giralda –igual que ella,
alegre, fina y rubia-,
mirada por mis ojos negros –como ella-,
apasionadamente.
¡Inefable Giralda,
gracia e inteligencia, tallo libre
-¡oh palmera de luz!
¡parece que se mece, al viento, el cielo!-
del cielo inmenso, el cielo
que sobre ti –sobre ella- tiene,
fronda inefable, el paraíso!

TÚ Y SEVILLA
A Sevilla le echo los requiebros
que te echo a ti. Se ríen,
mirándola, estos ojos que se ríen
cuando te miran.
Me parece
que, como tú, llena ella el mundo,
tan pequeño y tan mágico con ella, digo,
contigo, ¡tan inmenso,
tan vacío sin ti, digo, sin ella!
¡Sevilla, ciudad tuya,
ciudad mía!

Nacido en Moguer, enamorado de Sevilla, poeta de minorías, Premio Nobel, Juan Ramón dejó estos poemas a Sevilla y a la Giralda como la novia de la ciudad.

 

Buenos días, amigo de Sevilla.
Buenos días, de piropos.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de cocodrilo.

En el patio de los naranjos, en la nave del lado Este justo antes de acceder por la puerta de la granada y colgados en la parte superior a la entrada, se encuentran cuatro objetos: de las vigas del techo se suspende un cocodrilo de madera de tamaño natural y adosados a la pared superior de la puerta se encuentran: un bocado de caballo, un colmillo de elefante y un bastón de mando.

Existen varias leyendas populares referidas a estos objetos.
Por el año 1260, el sultán de Egipto envió una embajada al rey Alfonso X “el sabio” para pedir la mano de su hija Berenguela. La embajada trajo diversos presentes, entre ellos: un hermoso colmillo de elefante, un cocodrilo del Nilo vivo y una jirafa o animal similar, domesticada con su montura, su freno y bridas. El rey castellano rechazó la petición de mano de su hija, devolvió la embajada cargada de buenas palabras y de regalos para el sultán y aquí se quedaron: el cocodrilo, la jirafa y los presentes. Pasando el tiempo y muerto el cocodrilo, se disecó y su piel rellena de paja fue colgada en el patio de los naranjos junto con el freno, las bridas y el colmillo de elefante. Años después se colgó como recuerdo, la vara del embajador castellano que había regresado de Egipto.

El cocodrilo actual está tallado en madera por autor desconocido y se estima del siglo XVI. Por su tamaño y por haber estado forrado de tela que al partirse y desde abajo, daba la impresión de ser piel a jirones. Popularmente en Sevilla siempre se ha creído que el animal era auténtico y estaba disecado.
Hoy sólo se conserva la estructura restaurada del animal en madera, popularmente llamado “lagarto” por no conocerse en aquel momento espécimen mayor que dicho animal y dando nombre tanto a la nave del patio que lo contiene como a la puerta de acceso desde el exterior a dicha parte del patio.

Popularmente, existe la leyenda de que esos objetos fueron puestos en este lugar y de esa forma en representación de las virtudes cardinales: el cocodrilo como la prudencia, el colmillo como la fortaleza, el bocado como la templanza y la vara como la justicia
Existen otras versiones que revelan al cocodrilo como un exvoto u ofrenda que se cuelga en un lugar de privilegio como en otras catedrales. En algunos casos, dicho elemento servía para espantar a las aves que se colaban en los templos y cuanto más grande y temible fuese el objeto, mejor hacía su función.

Es uno de los objetos populares de la Catedral más buscados por niños y adultos que se asombran de semejante elemento puesto en un lugar como lo es este maravilloso templo.

Los clérigos aprovecharon también el temor que infundían estas bestias para imponer el miedo y el recogimiento. Así, en una iglesia valenciana que contaba con un caimán, se leía junto a él un cartel que decía: «Si en el templo en silencio no estás, a mi vientre pararás».
A pesar de todas estas explicaciones, el origen de la presencia en los templos de estos animales está seguramente en la imagen que se tenía de ellos como «museos» de la Creación.
Aquellos restos de bestias eran maravillas de la naturaleza, monstruos casi sobrenaturales ,tenidos a veces por señales divinas, testimonios palpables de la grandeza del Creador. Comparables en muchos casos a las reliquias de santos, no había mejor lugar para guardarlos y exhibirlos que la propia casa de Dios.
Ya en la Antigüedad, los griegos usaron a veces sus templos para albergar este tipo de portentos, e incluso Plinio el Viejo narra en uno de sus textos cómo un templo de Roma custodiaba la piel y las mandíbulas de una gigantesca serpiente a la que habían dado muerte los soldados en Cartago.
Así pues, es muy probable que estos animales exóticos que pueden verse hoy en iglesias de toda Europa fueran llevados allí como maravillas y testimonios de la grandeza de Dios y, con el paso de los años, convertidos en ex votos y pruebas de mil y un milagros.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de cocodrilo.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de homenaje.

Gérard Philipe, actor francés, que por su belleza se le conocía como “El príncipe de los actores”, no llegó a visitar Sevilla.
Al menos yo no tengo constancia de ello.
Si algún amigo lo encuentra agradecería que nos lo contase.

Lo que si me consta es que deseaba venir.

Veamos que le une a España.

Durante la Segunda Guerra mundial su padre colaboró con los nazis. Al acabar la contienda fue juzgado y condenado a muerte.
Logró escapar y se exilió en España.

Gérard estaba en el bando contrario. Apoyaba a la Resistencia y ayudó a muchos a salvarse del espanto y el dolor que ésta, y todas las guerras, producen.

Frente al ultraderechismo del padre, el hijo se hizo socialista por amor a su pueblo.
Independientemente de las ideologías políticas me parece muy noble que alguien tome partido por amor a los otros.

No sabemos con exactitud qué relación tenía con su padre, pero sí que a raíz de esto se entusiasmó con la idea de visitar España y especialmente Sevilla.

Varios dramaturgos y actores amigos le habían hablado de la belleza de la ciudad sevillana.
Creo que no llegó a venir. Por eso desde aquí mi homenaje.

Ya es de agradecer para un sevillano que personas de otros países quieran conocer nuestra ciudad. Que se sientan atraídos por ella. Y lo que es más, que algunos, la amen en la distancia, sólo por las referencias de otros que la han visitado y disfrutado.

No es el único caso que conozco de personajes célebres cuya mayor ilusión era conocer Sevilla y quedarse a vivir para siempre.
Tanta era la expectación y el deseo de vivir aquí, que algunos vendieron todas sus pertenencias y se instalaron definitivamente.
Ya hay que amar algo en la distancia y en el desconocimiento para hacer semejante cosa.

Sin embargo yo encuentro una explicación, no tengo argumentos para justificarla, más bien es una intuición.

Muchos de los escritores conocían Sevilla por la obra de Al-Mutamid.
No es de extrañar que leyendo los poemas de este poeta sevillano, enamorado de su tierra, como si de una mujer se tratase, cundiera el deseo de visitarla.

Los poetas del Siglo de Oro, y en especial Cervantes también contribuyeron.
Y hay constancia de viajeros ilustres que vinieron a Sevilla atraídos por conocer el lugar donde se gestó parte del Quijote.

Y también es cierto que los poetas de la Generación del 27 y Juan Ramón Jiménez, fueron nuestros mejores embajadores.

Pero hablábamos de Gérard Philipe.
Su belleza física la podemos ver en cualquiera de las fotos que se pueden encontrar en Internet.
Sin negar que fuera muy apuesto y muy guapo, para mí su mayor encanto estaba en su voz.

Para los amantes del cine hay muchas películas que aún se pueden encontrar. Claro que, en español no apreciamos su voz.

Hizo una versión radiofónica de Le Petit Prince, prácticamente la lectura del libro, y es un placer oírla aunque no se sepa francés. La musicalidad de su voz enamora.

Murió a los treinta seis años, víctima de un cáncer.

Su mujer, Anne Philipe, nos ha dejado un relato enternecedor de esta época, en su libro, “Le temps d´un soupir”. “El tiempo de un suspiro.”

Si después de escuchar su voz, leemos este libro, la emoción y el placer de los sentidos están servidos.

Merece la pena conocer a este actor, que sin conocer Sevilla, la amaba.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de homenaje.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela

Buenos días, amigos de Sevilla.

Buenos días, de ordenador.

Mi ordenador está chungo.

Falla más que las escopetas de la Feria. Pero no os he olvidado.

Que quede constancia escrita.

Hoy os voy a hablar de dos escritores franceses existencialistas: Sartre y Simone de Beauvoir.

 

Se conocieron de estudiantes y su relación duró toda su vida. No fue una relación monógama, sino abierta. Respetando la libertad de cada uno.

Es una pareja curiosa, coherente y consecuente con sus ideas.

Merece la pena adentrarse en su obra. Los dos son escritores y filósofos extraordinarios.

Sartre rechazó el Nobel porque no quería unirse al sistema con el que no estaba de acuerdo

Para él la creación literaria pertenece sólo al escritor y al lector, sin pasar por las Instituciones.

Como digo fue consecuente con sus ideas en todo hasta el final y aceptando las consecuencias que se derivaran de ello.

Simone de Beauvoir aportó a la literatura una visión nueva de la mujer.

Ella decía:”La mujer no nace, se hace”

Es la idea existencialista que opina que el ser humano es el único responsable de su vida y de sus actos. Se la ha considerado una precursora del feminismo por algunas de sus novelas y por su ensayo “El segundo sexo”.

Si hablo de ellos, aparte de su valor literario indiscutible,

es porque visitaron Sevilla con frecuencia.

La primera vez se quedaron prendados de la ciudad y cada vez que podían se escapaban y se perdían por nuestras calles.

Se hospedaban en el Hotel Simón, en la calle García de Vinuesa, enfrente de la catedral.

¡No eran tontos, no!

Tenían la costumbre de recorrer los lugares en bicicleta y parar allí donde les apetecía.

De sus estancias en Sevilla hay constancia escrita y siempre con una opinión inmejorable para la ciudad.

No tanto para los habitantes. Sobre todo para las mujeres a las que veían sometidas al hombre.

¿Lo estaban? ¿Lo están?

Lo dejo a la consideración de los lectores de la página. Habrá opiniones para todos los gustos.

Siempre me ha llamado la atención que estas dos personas tan “viajadas” repitieran las visitas a Sevilla.

Pues lo hicieron.

Y montados en sus bicicletas o con ellas de la mano, recorrieron todas las calles y apreciaron su belleza.

“Algo tiene el agua, cuando la bendicen.”

Algo tiene Sevilla.
Tiene encanto y no presume de ello.

Presumimos los sevillanos y por eso quiero dejar esta reflexión de Simone.

“Todos tenemos encanto hasta que empezamos a creérnoslo”

Ahí queda eso.

 

Buenos días, amigos de Sevilla.

Buenos y de ordenador.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de más Cruces de mayo.

Parece que el origen de estas fiesta tiene que ver con el hallazgo de la cruz donde murió Cristo.
Se dice que fue Santa Elena quien la encontró.
Hay vestigios de estas fiestas en ciertas fiestas paganas de los romanos.
En España aparece en todos los calendarios. Y hay fuentes litúrgicas mozárabes, en relación a la cruz y a Santa Elena. Que pasa a llamarse Santa Elena de la Cruz.
Os paso lo que he encontrado de varios autores.

La historia, con mucho de leyenda, narra como en el emperador Constantino, en el sexto año de su reinado, se enfrenta contra los bárbaros a orillas del Danubio, en una batalla cuya victoria se cree imposible a causa de la magnitud del ejército enemigo. Una noche Constantino tiene una visión en el cielo en la que se le apareció brillante la Cruz de Cristo y encima de ella unas palabras, «In hoc signo vincis» (Con esta señal vencerás). El emperador hizo construir una Cruz y la puso al frente de su ejército, que entonces venció sin dificultad a la multitud enemiga. De vuelta a la ciudad, averiguado el significado de la Cruz, Constantino se hizo bautizar en la religión cristiana y mandó edificar iglesias. Enseguida envió a su madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo. Una vez en la ciudad sagrada, Elena mandó llamar a los más sabios sacerdotes y logró hallar el lugar donde se encontraba la Cruz, pero no estaba sola. En el monte donde la tradición situaba la muerte de Cristo, encontró tres maderos ensangrentados ocultos y para descubrir cuál era la verdadera cruz donde falleció Cristo, colocó una a una las cruces sobre personas enfermas, e incluso muertos, que se curaban o resucitaban al tocar la cruz que había sido la de Cristo. A partir de ahí nace la veneración a la Santa Cruz, ya que Santa Elena murió rogando a todos los que creen en Cristo que celebraran la conmemoración del día en que fue encontrada la Cruz.
Toda esta historia tiene, sin duda, mucho de leyenda, pues el emperador Constantino fue considerado en el medievo occidental como prototipo del príncipe cristiano y se le rodeó de multitud de relatos fabulosos.
Pero se da la circunstancia de que además, la celebración de estas fiestas primaverales, es anterior al propio emperador Constantino. En la Lex Romana Visigothorum, promulgada por Recesvinto en el año 654, y renovada por Ervigio el 681, se menciona esta festividad comparándola, por lo que se refiere a su solemnidad, con las mayores del año eclesiástico. También en el Leccionario de Silos aparece con el nombre de dies Sanctae Crucis, siendo éste el más antiguo testimonio de su conmemoración en España, ya que desde la primera mitad del siglo VII se tiene conocimiento de la existencia en España de reliquias de la Cruz, concretamente en sendas iglesias de Mérida y Guadix. Finalmente, hay que añadir que el culto a la Cruz en general es aún más antiguo, pues sabemos que en el año 599 se celebró en la Catedral de la Santa Cruz el II Concilio de Barcelona, lo que implica a su vez una advocación anterior.
Se da, por otro lado, la circunstancia de que la supuesta Cruz de Cristo fue robada y el emperador Heraclio en el año 614 logró rescatarla. Cuenta la tradición que cuando la cruz volvió a Jerusalén el emperador organizó una gran comitiva para recibir la cruz, figurando él recubierto de lujosas ropas y ornamentos. Ocurrió entonces que le sobrevinieron grandes problemas para caminar, ante lo que el arzobispo de Jerusalén le pidió que se despojase de tanta riqueza ya que eso estaba en desacuerdo con la humildad de Cristo. Heraclio hizo esto y la comitiva pudo proseguir su traslado. Para evitar más robos la cruz se dividió en varios trozos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, otro quedó en Jerusalén y un último trozo fue hecho astillas para repartirlas por diversos templos de todo el mundo, que se llamaron «Veracruz».
Origen popular
En cambio, de la celebración popular de la fiesta de la Santa Cruz, la que más nos interesa, apenas hay datos antiguos. Los primeros testimonios que conocemos se remontan tan sólo al siglo XVIII, aunque este vacío documental no implica necesariamente que la fiesta no existiera desde antes. En cualquier caso, parece que la celebración popular de la Cruz de Mayo tal como hoy la conocemos alcanzó su máximo esplendor durante los siglos XVIII y XIX, para empezar a decaer a principios del XX. Esta fiesta, en su vertiente popular, estuvo muy extendida por toda España, aunque con variaciones muy significativas de unos lugares a otros.
A pesar de ello, la celebración ha presentado siempre en todas sus manifestaciones una serie constante de elementos comunes, como es el hecho de que el centro de la fiesta sea precisamente una cruz, de tamaño natural o reducido, que se adorna. A su alrededor se vive la fiesta, con bailes juegos y coplas. A veces hay procesiones, de carácter religioso o pagano.
A la hora de establecer los orígenes de esta celebración popular de la Cruz hay que referirse necesariamente a una serie de fiestas paganas que se celebraban desde muy antiguo en el mes de mayo, considerado desde siempre como el mes del esplendor de la vegetación y la naturaleza, de la primavera. Ha sido siempre un tiempo muy proclive para la organización de fiestas.
Así, desde antiguo se celebraba la fiesta conocida como la de «las mayas» -precisamente en alusión al mes. Era una celebración de carácter alegórico que tenía como protagonista a una niña (la maya) vestida de blanco y coronada de flores. Junto a ella una corte de jovencitas, también ricamente engalanadas, que pedían «un cuartito para la maya, que no tiene manto ni saya».
De esta fiesta, quedan costumbre como festejos en algunos pueblos en los que se coloca en la plaza principal o en otro lugar elegido por la tradición un gran árbol denominado mayo, al que se adorna y se convierte en centro de una celebración festiva. Según Covarrubias, «mayo suelen llamar en las aldeas un olmo desmochado con sola la cima, que los mozos zagales suelen en el primer día de mayo poner en la plaza, o en otra parte». Otro autor, Basilio Sebastián de Castellanos, aporta más datos: «El llamado mayo, protagonista de la función cívico-campestre, consiste en un tronco muy alto, comúnmente de álamo verde, vestido de flores, cintas, ramas y frutos, y en muchas partes pañuelos de seda y otras prendas de vestir, que plantan los jóvenes labriegos de nuestros pueblos en la plaza y a cuyo alrededor se baila todo el día con entusiasta alegría».
Me parecido interesante rescatar esta parte de la historia, para la página.
Espero que os guste.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos, y de Cruces de mayo.

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.

Buenos días, de Cruces de mayo

La festividad de la exaltación de la Cruz, es el 3 de mayo.

De los orígenes de esta festividad religiosa y su celebración pagana, hablaremos el próximo día.

Hoy vamos abrir boca recordando esta tradición.

En Sevilla los siglos de esplendor fueron el XVIII, XIX y principios del XX.

En esas fechas se festejaba la cruz y se celebraban fiestas, con cantes y bailes, todos los sábados y domingos del mes.

Corrales de vecinos, patios particulares y plazas eran los sitios donde se engalanaba una cruz y se bailaba y cantaba a en torno a ella.

Dicen las crónicas que las más famosas fueron la de los Jardines de Murillo y la de la Plaza de Santa Cruz.

Sería difícil distinguir las más famosas porque Sevilla mantenía esta tradición en todos los rincones de la ciudad.

Se montaba una cruz de papel, hecha con flores de papel, se rodeaba de macetas y de mantones bordaos y a bailar.

A bailar sevillanas al son de las palmas y de las guitarras.

Hasta el alba.

Como en todas partes, las celebraciones religiosas van acompañadas de una celebración pagana, lúdica y social.

En Sevilla, no podía ser menos.

Las mocitas y las niñas se vestían de gitana, se ponían peinecillos para recogerse el pelo, lucían sus mejores galas y sus mayores encantos.

Una de las finalidades, además de pasarlo bien, era encontrar un mozo guapo que las pretendiera y las llevara al altar.

-“¿Adónde vas?

-A Triana, a la Cruz de mayo del corral de Anita.

– Ay, hija, a ver si tienes suerte y este año te sale novio.”

Esa expresión sevillanísima de “salir novio” tiene toda la gracia.

“A mi prima le salió un novio, el Jueves Santo”

-“Ay! Pues si a mí no sale ahora, iré a la Velá de Santa Ana. Yo sin novio no me quedo. Pa vestir Santos las viejas”

Y con el empeño y la juventud que ponían, a veces, salía más de uno.

“!Ay, chiquilla! Me han pretendido Pepe y Rafael. No sé con quién quedarme. Pepe es un granuja muy guapo, pero Rafael tiene un tipito muy saleroso y trabaja de mozo con Don Alberto.

Ay!, hija! No sé, no sé.”

¿Con quién se quedaría la muchacha?

Quizás, ante la duda, con ninguno y buscara el desempate en la Velá de La Señá Santana.

Eran tan jóvenes que tenían todo el tiempo del mundo para dejarse pretender, enamorase, sentir el cosquilleo por todo el cuerpo y volver a empezar en otra fiesta.

Eso es lo que tiene el amor. Los inicios son los mejores.

Buenos días, amigos de Sevilla.

Buenos y de Cruces de mayo.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de Alcázar.

El calor sigue.

Parece que nos ha cogido cariño, y lo que nos ha cogido es de sorpresa. Como todos los años. 
No nos acordamos o no nos queremos acordar porque no es agradable.
De día cuesta trabajo soportarlo y de noche no nos deja descansar.
Ya se sabe que en mayo empiezan estas calores. También es verdad que puede que refresque y que haga hasta frío.

Por eso de “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”
Menos mal que el cuerpo se acostumbra y se hace a todo.
Lo peor son los visitantes. Incluso las Agencias de Viajes desaconsejan venir a Sevilla.
Muy mal. Porque Sevilla en verano también tiene su encanto.

Y uno de ellos es visitar los Jardines del Alcázar. Allí hace fresquito y el olor que desprenden lo setos y las flores, hace aún más agradable la visita.

Yo recuerdo que mi madre nos llevaba allí en primavera y en junio. Había unos tickets especiales y era más barato que el billete de entrada normal. Íbamos todas las tardes al salir del colegio.
Jugábamos entre las fuentes. Nos perdíamos en los laberintos. Tan perdidas que algunas veces, tenían que venir a rescatarnos. Mi madre llamaba al guarda, y protestando nos indicaba el camino. Yo que era muy delgada y muy bicho, me colaba entre los setos y salía sola. 
El protestón del guarda me perseguía un trecho, pero como era mayor y estaba gordete nunca me alcanzaba.

Luego se lo decía a mi madre riendo. 
Yo creo que lo hacía por jugar con nosotros. Debería de estar aburrido. Todo el día vigilando el mismo trozo de los jardines.

Que ya he dicho que son preciosos, pero todo el día durante una vida laboral aburre a cualquiera.
Bueno, Al-Mutamid no se aburría porque se ponía a escribir poemas.

Voy a hacer una visita a los jardines y le voy a decir esto al guarda de seguridad.
Escribir poemas ayuda. La creación y la lectura son las mejores acompañantes.
Aconsejo esta visita a los que vienen de fuera. Los árabes sabían de jardines.
Y a los sevillanos, que estén un poco libres, que se pierdan una mañana o una tarde por allí.
Si es posible recordando a Al-Mutamid y leyendo uno de sus poemas.
Buenos días, amigos de Sevilla.

Buenos y de Alcázar.

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de río.

¡Ay, ay, qué calor!
Ayer se me ocurrió dar un paseo para contaros cositas y casi me derrito.
En las noticias del tiempo decían que subiríamos a 37º. Eso sería donde ellos lo midan.

A las dos de la tarde el termómetro que está en la Glorieta del Cid, marcaba 49º.
Claro que está al sol, pero yo cuando salgo también lo estoy.

¡Ay, ay! Esto es lo único malo que tiene mi Sevilla.
Pero son tantas las cosas buenas y las bonitas, que la balanza se inclina de su parte.

Por eso hoy se me ha ocurrido pasear por la orilla del río. La visión del agua refresca el entorno y el calor se hace más llevadero.

Yo lo empezaría por Cartuja y llegaría hasta la salida de Sevilla, cuando el río se encamina a Gelves.

También es una buena idea coger uno de los barcos, que llevan hasta la esclusa.
O incluso unos que llegan a Sanlúcar de Barrameda.

Allí se puede ver la desembocadura en barra y después comer un marisquito en Bajo de Guía.

En la Plaza del Cabildo ponen una papas aliñás con melva que quitan el sentío, y unas tortillitas de camarones, que parecen de encaje. ¡Qué ricas!

De postre, para los golosos, hay una confitería, a la izquierda de la plaza.
Los pasteles son tan buenos que ni engordan.

La vuelta en el barco está amenizada con una orquesta y en el salón de la bodega se puede bailar.

El viaje dura el día completo. Por la mañana yendo en cubierta se ve todo el transcurrir del río y la flora de sus orillas, y a la vuelta se pueden contemplar las estrellas o bajar al baile.

Otra idea, ésta más cómoda y barata, es entrar en la página y recorrer el río y sus puentes.

Por ideas que no quede.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos, y de río.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de detalles del Arenal.

Una de las calles más emblemáticas de este barrio es Arfe.

En el número 5, está uno de los edificios más conseguidos de la estética de la arquitectura regionalista.
Hace esquina con la calle García de Vinuesa, y es obra de Antonio Arévalo Martínez, un arquitecto sevillano, nacido en 1871.

Es una construcción estrecha y alargada y aprovecha su situación en la esquina para ofrecer un ángulo perfectamente redondeado.
Esta característica la vamos a encontrar en los distintos edificios de este estilo que están repartidos por la ciudad y que intentaremos dar a conocer a los amigos de Sevilla.

En el lateral que da a la calle Arfe, aparece grabada la fecha de su construcción: 1921.

Es un edificio de cuatro plantas de altura y dos tonos de color en la fachada.
El más oscuro está reservado a las labores de ladrillo aplantillado, donde apreciamos los elementos como los arcos, balcones y remates de cubierta.

También hay que destacar los maravillosos trabajos de forja.
Especialmente los dos grandes miradores redondeados de la esquina y el balconaje corrido de la planta superior.

Muy interesante mirar el edificio desde varias de sus perspectivas.
Lo detalles y el gusto arquitectónico de principios del siglo XX, están perfectamente recogidos en su fachada.

Y como no sólo de arquitectura vive el hombre, vamos a descansar tomando una buenas tapas en “La Esquinita de Arfe”
Está situado muy cerca del Postigo del Aceite, a medio camino entre la Giralda y la Maestranza.

No tiene pérdida.

Tapas como las espinacas con garbanzos, los pavías, o las tortillitas de camarones, están diciendo cómeme.

Es un local pequeño y acogedor, tiene dos, tres mesas, pero en su barra siempre podemos hacernos un hueco.
Desde la calle ya se percibe un olor que preludia el sabor de sus tapas.
Ya sólo este olor nos invita a entrar.

Creo que es una parada obligatoria para coger fuerzas y seguir el paseo.

No nos gusta abusar de fechas, nombres y demás cosas que podéis encontrar en cualquier libro sobre Sevilla.

El objetivo es indicar lugares, que los sevillanos paseamos y pasamos con frecuencia, sin apreciar todo su valor.

Yo no me lo perdono. Las prisas y la rutina no son excusas.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de detalles del Arenal.

 

Manuela Sosa Martin.