Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, del Pópulo.

El Pópulo no sólo era una calle, la actual Pastor y Landero.
Era un arrabal y se le conocía como el arrabal de la Cestería.
Tomó su nombre del gremio de los cesteros, y ya fue citado en la Crónica de los Reyes Católicos de 1485 por su cronista Andrés Bernáldez.

No es de extrañar que unas de las calles más anchas de este barrio se llame de Reyes Católicos y que Andrés Bernáldez tenga una calle en Sevilla.
La historia pone las cosas en su sitio.

El arrabal de la Cestería permaneció sin cambios hasta 1626, año en que se levantó el convento de frailes agustinos de Nuestra Señora del Pópulo, y se hizo un paseo de árboles desde la Puerta de Triana hasta el convento, que se llamó Alamedilla del Pópulo.

Las casas de este barrio estaban adosadas a las murallas por fuera, de ahí su nombre de arrabal.
Esas viviendas pertenecían a las calles que ahora se llaman: Santas Patronas, Narciso Campillo y Galera.

El trazado de las mismas podemos verlos en el plano de Olavide de 1771.
Ahí aparecen los trazados de la calle Santas Patronas, entonces Vírgenes.
Cestería que es el primer tramo de la calle Pastor y Landero
Y la calle Galera, que se llamaba así porque era una prisión de mujeres.
En 1835 desapareció el convento del Pópulo, por la exclaustración que hizo el gobierno, el edificio, como ya habíamos comentado, se destinó a prisión como “Cárcel del Pópulo”
A partir de esa fecha se construyeron Reyes Católicos, un trozo de lo que hoy conocemos como Paseo de Colón, un tramo de Adriano y la calle Pastor y Landero.
Estas construcciones llegaron tal cual hasta finales del siglo XIX.
Como todos los barrios de Sevilla, éste está lleno de historia, y es quizás sobre el que hay más documentación
No podemos olvidar el auge que tuvo su enclave cuando llegaban las mercancías que venían de las Indias. Y la diversidad de gremios que se establecieron en torno a esta actividad comercial.
Hoy al conjunto de sus calles se le conoce como el barrio del Arenal. Seguiremos profundizando en su historia y en sus costumbres.
En la época de la que estamos hablando cada bario tenía su vida propia, su autonomía y su jerga.
Todos ellos constituyen la Sevilla actual y si prestamos atención veremos que quedan vestigios de su idiosincrasia.
En cada barrio, en cada calle, en cada rincón, hay una historia y unas leyendas que merecen ser conocidas.
Nos pondremos a la labor.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y del Pópulo.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Bueno días, de buenas tardes.

Hoy no toca ninguna historia de Sevilla.
Hoy es el día del fotógrafo.

Si no lo sabéis yo os lo cuento.
Y si no lo cuento reviento.

El periódico Estadio Deportivo, suplemento del Mundo, ha reconocido la web como “uno de los mayores escaparates de la ciudad”
“Página que ha conseguido superar la cifra de más de 600 fotografías esféricas”, dice textualmente.
Bueno, más o menos.
Entrad en la web y lo leéis con atención.

El creador de la página y fotógrafo es un artista.
Eso ya lo sabíamos, pero nos enorgullece que otros lo vean y lo digan.
Es un reconocimiento merecido y espero que a éste le sigan muchos más.
Para los que lo seguimos desde sus inicios esto lo veíamos venir. Es más, a mí, ya me estaba tardando.

Tanto trabajo bien hecho, tanta entrega y tanta constancia son el resultado de esa Sevilla que su ojo mágico nos muestra.
Y siempre digo, que un fotógrafo no es la cámara, no es el objetivo, es el ojo humano que sabe captar la belleza de lo que ve.

Como sevillana amante de mi tierra, nacida y vivida en ella, me atrevo decir que las fotografías nos dan una visión completa y aumentada de todos los rincones de Sevilla.

Sentarme en un sillón cómodo, pulsar y ver cómo la ciudad se abre a mis pies y a mis ojos, no tiene precio.
Y yo puedo patearla todos los días. Vivo en Sevilla y mis piernas aún aguantan un paseo.

Imaginaos lo que es para un sevillano, que por diversos motivos está lejos.
Me consta, por amigos que tengo fuera, lo que añoran y extrañan su Sevilla.
Y me consta, por ellos, la alegría que sienten cuando pueden verla tan cercana y tan real.

Gracias a las nuevas tecnologías, pero sobre todo gracias a un fotógrafo capaz de captar el alma, el color, el olor y la esencia de cada monumento, de cada edificio, de cada puente, de cada calle, de cada rincón.

¿Os habéis parado a considerar el esfuerzo que esto significa?

Estamos tan acostumbrados a pinchar aquí o allá y que se nos ofrezca el mundo entero, que quizás no reparamos en el esfuerzo y el trabajo diario de quien nos lo ofrece.

Vaya desde aquí mi reconocimiento para tantas y tantas páginas. Para tantas y tantas personas que nos regalan gratuitamente su arte, sea gráfico o escrito.
Sea de Sevilla o sea de la cría de los gusanos de seda.

Que la tecnología no nos quite la parte humana. Que reconocer el trabajo de los demás, no sea un punto y aparte, sino una constante diaria de agradecimiento.

Que este nuevo sistema de conectar con otras personas no nos deshumanice. Que sirva realmente de lazo y de conexión de culturas.

Yo sí voy a dar las gracias.

Y hoy, especialmente a Salvador Olivares Sosa, el artistazo que hace posible que Sevilla llegue a todos los rincones del mundo.

¡Enhorabuena, maestro!
¡Gracias, artista!

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de buenas tardes.

 

Manuela Sosa Martin.

Los Buenos días de Manuela.

Buenos días amigos de Sevilla.
Buenos días, del Pópulo-

Convento y después cárcel

En 1624, los monjes Agustinos Descalzos edifican su residencia junto a la Puerta de Triana, erigiendo en sus suelos el Convento de Nuestra Señora del Pópulo. El convento se alzaba en la calle Pastor y Landero, concretamente el solar donde hoy se levanta el Mercado del Arenal.
La fachada del Convento se componía de una serie de retablos cerámicos conformando un conjunto único y magistral.
De esos retablos cerámicos lo único que se conserva, están bajo el recaudo y las arcadas del patio del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

En 1837 con la «desamortización» el convento es expropiado y reconvertido en cárcel, y se la conocía como la Cárcel del Pópulo.

De su época de cárcel nos quedan bellas estampas de la Madrugá en la que Triana y los presos hilaron bellas estampas e historias de las que nacieron leyendas y saetas.

En 1937, tras la construcción de la nueva cárcel provincial, el edificio es derribado por completo, y se construye en su solar el Mercado de Entradores, siendo este mismo profundamente reformado en la década de los 80.

Hoy en día el paso de la Hermandad de la Esperanza de Triana por Pastor y Landero es muy distinto. Ya no hay una cárcel, ni un preso que le cante desesperadamente a modo de plegaria una saeta. En su lugar un azulejo conmemorativo nos hace recordar aquello que no conocimos.

El azulejo tiene esta inscripción:
“ La Santísima Virgen de la Esperanza de Triana, recibía cada año en la mañana del Viernes Santo, el emocionado homenaje de los presos de la antigua cárcel, llamada del Pópulo, desde cuyo locutorio, emplazado en el lugar que señala este retablo, tantas veces invocaron a la que es consuelo de los afligidos.”

Tal vez el breve repaso por la historia de este convento que después fue cárcel, nos haga soltar nuestra imaginación en la próxima madrugada, cuando veamos el paso d de la Esperanza de Triana en su vuelta por el Arenal.
Será una mirada distinta después de conocer su significado.

Se sabe, como dijimos, que Cervantes estuvo preso en esta cárcel. Allí escribió parte del Quijote.
No se sabe, yo no lo sé, si también cantó saetas de súplica a la Virgen de la Esperanza.

Y aquí os dejo otro trocito de la historia del barrio del Arenal.
Confío que os sirva de ayuda en vuestro próximo paseo.

Y mañana más.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y del Pópulo.

 

Manuela Sosa Martin

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de prepaseo.

Después de tanto hablar del barrio del Arenal, ayer no pude contener las ganas y bajé a dar un paseo.
Digo bajar porque ahora vivo en el Aljarafe y Sevilla está más baja. Está a orillas de su río.

Ese río atrajo a muchas civilizaciones.
Es el único navegable hasta el mar y además sus vegas son ricas en productividad agrícola. Al menos lo eran hace miles de años.

Las civilizaciones primitivas se asentaban siempre a orillas de un río.
El agua es necesaria para vivir. Es más, sin agua no hay vida.

Y los habitantes primitivos sabían muy bien cómo buscar sus sustento en la tierra fértil de los ríos.

Entré por la calle Betis para ver al frente la orilla del Arenal. Llegué hasta el puente de Triana y desde allí emprendí el Paseo de Colón abajo.
Miraba los rostros de las personas con las que me cruzaba por si encontraba en ellos vestigios celtas, íberos, fenicios, tartessos, romanos, árabes…

Son tantas las civilizaciones que se han aposentado aquí que estoy segura que algo se ha quedado en nosotros y no sólo en los monumentos o en las construcciones.

Con la imaginación me trasladé a la vida de estos habitantes primitivos y soñé con dólmenes y menhires, con cabellos rubios como el sol al alba de los celtas, con la corpulencia del hombre íbero, con las naves fenicias de proa alargada mirando al horizonte.

Me entretuve viendo el tesoro y las monedas de los Tartessos, bebí agua del acueducto romano y hasta empapé mi tostada en el oleoducto que llegaba hasta Extremadura.
Me senté al lado de la Torre del Oro en postura árabe y esperé que me llegaran los poemas de Al-Mutamid.

Y esa fue mi perdición.
Me embelesé con su poesía, perdí la noción del tiempo y si me descuido me coge allí la noche.

Un ruido de bocinas, un tronar de motores, me volvieron a la realidad.
Me trasladaron de golpe a nuestra civilización.

Confieso que el cambio fue brutal.
Desde la calma a las prisas.
Desde la paz del alma a preguntarme qué hora era, y ser consciente de tener que regresar de mi ensoñación.
Desde el sueño a la vigilia.
De lo poético a lo prosaico.
De la idealidad a la realidad.

Tuve que salir de ese estado de bienestar y regresar a casa.

Pero, ¡qué me quiten lo bailao!

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de prepaseo.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de remate del Arenal.

No es que vaya a cargarme al barrio, no.
Es que hoy vamos a explicar las últimas cositas y luego mis amigos irán descubriendo otras cuando lo pateen. Sin prisas y con los sentidos muy abiertos. Los cinco.

Ya hemos dicho porqué este barrio lleva el nombre de Arenal.

Hoy vamos a ver el origen del Baratillo.

Durante el siglo XV, en el centro de esta explanada, había un mercado de ropa de marineros, de avíos para las bestias, de recipientes para el aceite y odres para el vino. Toneles, corcho, madera, piezas de tejidos para los estandartes, productos venidos de las Indias y muchas baratijas. Y hablando de toneles, buscad la calle Toneleros. Seguro que la habéis paseado muchas veces.

Había mucha actividad en el mercado.
Se exponían las mercancías, unos vendían, otros compraban, muchos picareaban y la mayoría recorría el barrio en busca de algo asequible a su bolsa, que solían ser las baratijas.
De ahí el nombre de Baratillo.

Nombre que se conserva en la Capilla de la Hermandad Nazarena que está en la calle Adriano.
De esta capilla sale la cofradía del mismo nombre que procesiona el Miércoles Santo. Sus titulares son La Piedad y La Caridad.
No sólo el barrio, Sevilla entera, aprecia la belleza de sus imágenes.

Cerca de este mercado había un espacio dedicado a reparar e incluso construir carretas.
La carreta era el vehículo que transportaba las mercancías del puerto a la ciudad y de la ciudad al puerto.
Como todo vehículo tenía un desgaste y tenía que ser reparado o incluso sustituido por otro.
El gremio de los carreteros estaba a la izquierda del Baratillo, si tomamos como referencia nuestra situación mirando al río.
Hay constancia de eso en la calle Carretería y en la Hermandad Nazarena del mismo nombre.
Si nos ponemos a indagar en la historia vemos que todo tiene un porqué.

Ya en el Paseo de Colón, no creo que sea necesario explicar el porqué de este nombre, encontramos la Plaza de toros de la Real Maestranza de Artillería y el teatro del mismo nombre que se construyó con motivo de la Exposición Universal de 1992.

Se encuentran en el lugar que ocupaban las Reales Atarazanas, construidas por Alfonso X, el sabio, con la misión de construir navíos para la Armada Real.

En lo que ahora es el Teatro de la Maestranza, estaba un cuartel de artillería de donde toma su nombre, ahí se pueden ver las arcadas de las atarazanas.
Y fue un acierto respetuoso el conservar la fachada con los grandes ventanales de hierro, del antiguo cuartel.

Hoy el barrio del Arenal es lugar de encuentro cofradero, taurino y de los amantes de la ópera y el teatro.
Sigue siendo un barrio de mucha actividad, y si lo paseamos atentos encontraremos vestigios de otros siglos, de otras profesiones, de otras personas, que nacieron, trabajaron, disfrutaron y murieron allí.
Es la esencia de esta zona, es el sustrato de su historia, es un goce para los sentidos recorrer sus calles y entrar en sus edificios.

Y para descansar y reponer fuerzas, hay tabernas y bares emblemáticos desde la Plaza del Cabildo hasta la Puerta de Triana.
Queda pendiente nuestro paseo.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de remate del Arenal.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días.
Buenos días, de más Arenal.

Vamos a seguir conociendo este barrio. Os aseguro para los que no lo conozcáis que merece la pena.
Yo he tenido la suerte de vivir en él muchos años.
Mi infancia y mi primera adolescencia, las viví en Placentines, en el cogollito de Sevilla.
Jugaba y paseaba por el Barrio de Santa Cruz. Otro día recorreremos sus calles y su historia.
¡Qué suerte que pusieran la Giralda al lado de la casa en la que nací!
Mi segunda adolescencia y mi juventud las viví en Pastor y Landero, en el barrio del Arenal. ¡Otra suerte!

Hay muchos barrios en Sevilla y todos con su historia y su encanto. También hablo de ellos y los que seguís los buenos días lo sabéis.
Pero es natural que le tenga un cariño preferente a estos dos barrios.
Sigamos adentrándonos en su historia.
Si paseamos por el barrio, podemos conocer gran parte de la historia de la ciudad, con edificios como el Hospital de la Santa Caridad, del que ya hablamos, la capilla de la Hermandad de la Carretería y la capilla del Baratillo.

Este arrabal, porque estaba extramuros de la ciudad, era una extensión de arena, un espacio abierto, que iba desde la Puerta de Triana a la Torre del Oro.
Dos puntos importantes de la Sevilla de esa época. Pero este arenal tenía un valor importante por sí mismo por ser donde se desarrollaban las actividades portuarias que se complementaban en la ribera trianera.
Era la zona más pintoresca y activa de la ciudad. Atraía a todo tipo de personas, viajeros de todo el mundo venían a Sevilla y visitaban e incluso se alojaban en el Arenal.

Entre ellos esta Cervantes que se alojaba en una lujosa pensión, lujo de la época, cerca de la plaza del Cabildo.
Más adelante estuvo hospedado en la cárcel sevillana que estaba en la calle del Pópulo, hoy Pastor y Landero.
No sé porqué me parece que Cervantes hubiera preferido seguir en la fonda o pensión.
Aunque se dice que en esta cárcel escribió parte del Quijote, con lo cual la estancia le valió su reconocimiento universal.

Y hoy, desde aquí, quiero hacer una alusión a la obra de este escritor, que vivió muchos años en Sevilla y extendió su nombre al mundo en sus obras.
Merece nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro interés por su obra.
Invito a todos los amigos de Sevilla, a que lean y disfruten del Quijote. O que lo relean.
Además de todo el valor literario, que es reconocido y valorado en el mundo, el Quijote tiene una gracia sevillana que nos hace sonreír, reír, y a veces casi reventar de risa.

Y ahora. Si me lo permitís, un tirón de orejas.

Me apena, a veces me enfurece, que fuera de Sevilla, que fuera de España se conozca y se valore la obra de Cervantes, más que aquí.

Yo voy a coger un libro suyo, me voy a sentar en una cafetería del barrio y voy a leer a Don Miguel.

Me gustaría sentarme orilla del río, o donde estaban las atarazanas reales, pero llueve y se pueden borrar las letras.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de más arenal.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de agua de mayo.

Esta agua de mayo, si es suave, si es caladera, beneficia los cultivos.
Y con esta agua de mayo me encanta pasear por Sevilla.

Estoy en el barrio del Arenal.
Me he tomado un café con calentitos en el arco del Postigo.
Calentitos. Esa es la palabra sevillana.
!Y qué bien lo define! Porque un calentito frío, tiene miga. Una miga incomible y correosa.

Ahora voy a entrar en el Hospital de la Santa Caridad.
Si os he dicho que he desayunado no es por decir, es que me lo van a preguntar.
Bueno, me lo preguntarían allá por el siglo XV.
En este hospital se acogía a enfermos y a necesitados y nada más necesario que matar el ayuno.

Este edificio se construyó en el siglo XV y es la mejor muestra del barroco sevillano.
Don Miguel de Mañara fue el impulsor, entre otros.
A Mañara se le ha llamado “el verdadero Don Juan”, porque se dice que Zorrilla se inspiró en él, o lo cogió de modelo, o es el mismísimo Don Juan en carne y hueso.
¿Quién sería Doña Inés?

Dejo a los eruditos y a los curiosos esta cuestión y me dedico a contemplar, con los ojos muy abiertos, la belleza que desborda los sentidos.
Azulejería, esculturas, pinturas…. La fachada ya nos invita a entrar. Y sólo por la fachada ya merece la pena llegar hasta aquí.

Dentro hay cuadros de Valdés Leal, de Murillo, algunas cositas de Zurbarán, y unas esculturas de Pedro Roldán.

La capilla, su retablo, el patio, la sala de cabildos…
No os adelanto más.
Esto es para animaros a venir y pasar una mañana o incluso dos, recreando la vista.
Otro día, una vez que lo hayáis visitado, comentaremos más cosas.
Animo a todos a disfrutar de esta belleza, considerada bien natural del Patrimonio artístico de España.

Yo me quedo con la gracia y el arte de su barroco.

Amenazo con volver.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos, y de agua de mayo.

 

Manuela Sosa Martin.

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de Feria mojada.

Decían los antiguos que una Feria mojada por la lluvia era señal de bonanza.

Y sería así en los inicios de la Feria de abril.

Feria del ganado, que se traía de los campos, se embellecía a fuerza de cepillo basto, se le limpiaban los dientes, se les daba lustre a las ubres de las vacas, hasta dejarlas rositas como el culito de un bebé, se disimula en lo posible la edad de la mercancía…
Y se exponía a la vista del comprador.

Yo ya no sé contar hasta los años que tengo.
Deben ser muchos porque recuerdo haber ido con mi padre a la feria del ganao.
A la del Prado de San Sebastian, ¡no!
¡Tantos años seguro que no tengo!

He ido a la feria del ganao que estaba donde ahora está construido el barrio de Los Remedios.

Para que os situéis, sólo estaban construidos lo que se llamó muchos años Los Remedios viejos.
Accediendo desde Sevilla a la otra margen del río, por el puente, se llegaba a un gran descampado.
A la derecha calle Betis, y el resto hasta llegar a Niebla, todo era campo.

Pues, allí, en toda esa extensión se ponía la feria.

Era un espectáculo y una fiesta para los ojos ver tanto ganao junto.
Lo que no me resultaba agradable era el olor.
Algunos trozos estaban cubiertos de pajas o pajizo, pero los excrementos despedían un olor muy fuerte, nauseabundo.
Los días de calor, el olor era insoportable. Y las moscas, también.
Por eso creo que decían que la feria mojada era señal de bonanza.
Sobre todo de bonanza económica.

La lluvia mitigaba los olores, limpiaba el pelaje de los animales y favorecía la transacción económica.
O sea, los tratos.
Y allí estaban los que vendían, los que compraban, y los tratantes.

“Este burro me gusta, ¿cuánto?
-Cien duros.
-Me lo llevo.”

Uno daba los cien duros y el otro entregaba el burro con la guía, que era la documentación que estaba al uso.
Se estrechaban la mano en señal de trato.
No había nada más. No había papeles que firmar. Estrechar la mano era palabra de hombre de ley y ahí quedaba todo.

El que tenía más ganao que vender se quedaba allí a la espera de otro cliente y el que tenía más dinero que invertir, daba vueltas y vueltas buscando lo que le interesara.

“ – ¿Cuánto vale este caballo?
– Doce mil reales.
– ¡Eso no puede ser, hombre! Este caballo no vale ni seis mil reales.
– Pos de once no bajo
– Pos yo sólo llego a siete.
– Que sí
– Que no.”

Y al final el caballo se vendía por unos diez mil reales.

Yo no entendía nada.
Allí se hablaba de duros y de reales.
Yo sólo conocía la peseta, o la gorda o la chica que me daban para comprar chucherías.
Pero aquello me resultaba divertido.
Continuar leyendo «Los buenos días de Manuela.»

Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.

Buenos días, de ecuador de Feria.

“!Ay, ay!- decía una gitanita ayer.

¡Ay, ay! Qué estoy reventá! y aún me quedan tres días de Feria.

¡Pos no vengas más! – le decía el hermano.

¡Sí, hombre! ¡Y esperar hasta el año que viene!”

Quedan tres días de feria, hay mucha gente que está reventá, las carteras están cada día más vacías, pero nadie quiere perderse ni un minuto de estar en el Real.

Conozco una familia, puede que haya más, que se traslada a vivir a la caseta.

En la trascaseta hay una sola cama, y cuando les pregunté cómo dormían, me dijeron: “Muy fácil, cuando uno se levanta el otro se acuesta”

¡Ya hay que ser amante de la Feria!

Y siempre está el saborío de turno que dice: “Total, en la Feria, qué se hace?. ¿Comer, beber y bailar?”

¡Pues sí! Básicamente eso.

Y a media noche un caldito con yerbabuena para seguir alternando.

¡Sí, eso es la Feria!

Hay quien tiene bastante con un ratito y hay quien necesita la semana entera.

También está el placer de vestirse de gitana, de pasear el Real a caballo o en coche de caballos, de ir a los cacharritos de la calle del Infierno, de ver una corrida de toros en la Maestranza o de compartir unos días de juerga con los amigos.

Es una semana para divertirse y pasarlo bien.

Esa es la Feria y lo es para una minoría.

Hay muchos sevillanos que ni siquiera la pisan.

Y, a parte de otros motivos, el principal salta a la vista. Puede que haya cuerpo que lo resista, pero no hay cartera que lo pague.

Y no estoy descubriendo nada nuevo ni criticando a nadie ni a nada.

Es una realidad.

La misma realidad que en todas las fiestas del mundo.

Hay quien se las puede permitir, hay quien no, y hay quien las trabaja.

Y creo que este último colectivo es el que más necesita de las fiestas.

Por eso me revientan las críticas que estoy leyendo en la prensa y oyendo y viendo en televisión.

“¡Qué barbaridad! ¡Qué derroche de dinero! ¿Dónde está La crisis?”

¡Pues hijo, un niño chico lo entendería!

La crisis está, pero no es igual para todos, y me parece estupendo que el dinero corra de mano en mano.

Sobre todo de la mano que lo tiene a la que se lo busca con su trabajo.

¡Seamos serios, señores!

Menos palabrería hueca y repetida.

Por lo menos cambiad el discurso, que todos los años es el mismo.

¡Anda, vámonos un ratito a la feria, y que cada uno la viva como pueda y quiera!

Y los criticones de la prensa que no se aprovechen de la credencial y se pongan púos de tó, y de gañote.

¡Ay, ay!

Buenos días, amigos de Sevilla.

Buenos y de ecuador de la Feria.

 

Manuela Sosa Martin.