Pese a su gran valor artístico y patrimonial, el Palacio de San Telmo es un edificio un tanto desconocido para el público en general. Sí, es verdad que sabemos que existe, cuál es su ubicación, cómo es su fachada y que es sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, pero debido a que tiene un uso exclusivamente político, todo lo que contiene de puertas para adentro está fuera del alcance de los ciudadanos de a pie. Y es una auténtica lástima, ya que tanto sus interiores como su propia historia no tienen ningún desperdicio. De hecho, para remontarnos a sus orígenes hay que retroceder en el tiempo más de tres siglos.
Los terrenos, que eran propiedad del Tribunal de la Santa Inquisición, fueron transferidos para la construcción del colegio-seminario de la Universidad de Mercaderes en 1682. Esta institución formaba a los huérfanos de marineros, posteriormente pasó a llamarse Colegio de la Marina y tuvo como alumno a Gustavo Adolfo Bécquer. Por suerte o por desgracia, la labor docente desapareció por completo del edificio cuando fue adquirido por los duques de Montpensier 1849, que lo convirtieron en su residencia oficial y lo aderezaron a las costumbres refinadas de su época. Pero el palacio no perteneció a la nobleza demasiado tiempo, ya que, unos cincuenta años después, la infanta y a la vez duquesa viuda María Luisa Fernanda falleció y legó los jardines (los que hoy forman el Parque de María Luisa) a la ciudad y el inmueble, a la Archidiócesis de Sevilla. Así, funcionó como seminario católico desde 1901 hasta 1989, momento en el que el
cardenal Marcelo Espínola se lo cedió a la Junta de Andalucía.
Y la pregunta del millón: después de todos los usos que se le dio y por todas las manos que pasó, ¿qué hay dentro del Palacio de San Telmo? Al margen de un entramado de oficinas y recepciones solemnes, posee hermosos patios interiores, torres, jardines y una capilla presidida por la imagen de Nuestra Señora de Buen Aire. Todo ello, impregnado del mejor estilo barroco. Y qué decir de la portada, rematada por la figura de San Telmo, el patrón de los navegantes. También son llamativas las esculturas de doce sevillanos ilustres, entre ellos Miguel Mañara, Luis Daoíz y Bartolomé Esteban Murillo, que coronan la fachada que da a la calle Palos de la Frontera.
En los últimos días el Palacio de San Telmo ha sido noticia después de que el Partido Popular haya prometido en su programa electoral romper sus barreras invisibles y abrir sus puertas de par en par a la ciudadanía y al turismo, algo que ya sucede en las sedes de otras comunidades autónomas como la catalana, la valenciana o la murciana.