La actual sede del Distrito Nervión fue en su día una mansión encantada. Eso es, al menos, lo que dice la leyenda sobre el edificio situado en pleno corazón de la Avenida de la Cruz del Campo, que fue construido originariamente en 1919 por los discípulos del célebre arquitecto Aníbal González para el Organismo de Investigaciones Agraria. Visto desde fuera desprendía un aroma clásico y llamaba la atención por sus vistosos azulejos, aunque con el tiempo dejó de asombrar para infundir terror. No en vano, en 1956 fue adquirido por el doctor Guija, quien decidió abrir una misteriosa institución psiquiátrica en sus dependencias.
Fundados o no, pronto empezaron a aparecer rumores. Y es que el doctor Guija quiso desde el primer momento trabajar en la más absoluta intimidad, acompañado de la oscuridad, el hermetismo y el silencio. Tal era la confidencialidad con la que trataba a sus pacientes que dio pie a que los sevillanos pensaran que en sus consultas se llevaban a cabo experimentos inhumanos. Se hablaba de terapias de electroshock, alaridos, golpes secos, llantos desgarradores… y cómo no, cadáveres, que terminaban calcinados o emparedados. Lejos de quitarle hierro al asunto, los trabajadores de mantenimiento difundieron más y más historias para no dormir, quizás por sus propios temores o simplemente para alimentar la leyenda.
El caso es que el doctor Guija murió en 1966 y la institución psiquiátrica pasó a manos de su hijo hasta su cierre, en 1974. Fue a partir de entonces cuando vagabundos, drogadictos y jóvenes osados comenzaron a visitar el lugar de noche para practicar la ouija, pues creían que había una relación entre el apellido del galeno y este juego de espiritismo. También algunos directores cinematográficos aprovecharon la cresta de la ola para rodar cortometrajes y largometrajes de terror. Pasado un tiempo, las autoridades locales decidieron cortar por lo sano y llevaron a cabo una reforma integral del edificio, que como apuntábamos al comienzo de este artículo, hoy es la plácida sede del Distrito Nervión.
respuesta está en la Guerra Civil. Miles de republicanos se refugiaron en Francia antes, durante y sobre todo después de la contienda nacional, y cuando Hitler invadió el país vecino unos años más tarde, tomaron partido en la resistencia. Pese a todo, los alemanes terminaron imponiéndose y capturaron a muchos de ellos. Dado que las relaciones entre España y Alemania eran relativamente buenas, Hitler consultó a Franco sobre qué hacer con aquellos prisioneros. Y el Caudillo se lavó las manos.
Ya por aquel entonces su actividad había menguado y sólo recluía a presos de tercer grado. Era la prueba evidente de que las autoridades pensaban ‘jubilarla’ más pronto que tarde y en 2007 se iniciaron las tareas de demolición pese a la oposición de los vecinos de La Concepción, antiguos condenados y asociaciones de la Memoria Histórica, que sólo pudieron conseguir que se conservara la fachada principal y el pabellón administrativo. Así pues, donde antes hubo calabozos, barrotes, corredores, aseos comunes, garitas y alambres, pronto habrá un parque, un centro cívico y una nueva jefatura de la Policía local. Sin duda, será un cambio drástico al que tendrán que acostumbrarse todos, especialmente, los que pasaron una parte de sus vidas en aquel imborrable lugar.
Las cifras oficiales hablaban de más de 550 hectáreas afectadas por la riada, pero estudios recientes han demostrado que las secuelas se dejaron notar en más de 3.400 hectáreas. Tanto es así que Sevilla fue nombrada zona catastrófica y un mes después de la tragedia se organizó una cabalgata solidaria de índole nacional que partió desde Madrid hacia la capital hispalense. La llamaron Operación Clavel, fue capitaneada por el popular locutor radiofónico Boby Deglané y aglutinó a 42 camiones, 150 coches y 82 motos que transportaron comida, enseres y juguetes para los afectados. Entre vítores y en un ambiente de máxima expectación, la caravana entró en la ciudad la tarde del 19 de diciembre de 1961, pero en cuestión de minutos la alegría se volvió a tornar en tristeza cuando un avión de exhibición que fotografiaba a la muchedumbre realizó una maniobra temeraria y acabó enredándose en los cables de alta tensión, dejando el accidente un lúgubre balance de veinte muertos y más de cien heridos. Como se suele decir, fue peor el remedio que la enfermedad.