El Pabellón de la Navegación, situado en el número 2 del Camino de los Descubrimientos (Isla de la Cartuja), está acogiendo desde el pasado 21 de diciembre una muestra itinerante titulada ‘El tesoro de los faraones’, la cual recrea de forma fidedigna el esplendoroso Templo de Abu Simbel (Nubia, Egipto). Este histórico edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979, data del siglo XIII antes de Cristo y fue construido durante el reinado de Ramsés II para conmemorar la victoria en la batalla de Qadesh contra los hititas, hacer una ostentación de poder y reforzar la influencia de la religión egipcia en la región.
La exposición ha sido ideada por el artesano egipcio Hany Mostafa y consta de cuatro salas bien diferenciadas. La fachada presenta cuatro estatuas de Ramsés II de unos 20 metros de altura, las dos cámaras recrean el interior del templo, tanto a nivel de arquitectura como de pinturas, y el Santuario ilustra las creencias de la época. Gracias al personal bilingüe, los visitantes no solo pondrán conocer los pormenores de este precioso monumento en particular, sino también todo lo referente a la cultura egipcia en general. De hecho, podrán contemplarse las danzas típicas del Nilo y degustar algunos de sus platos tradicionales.
‘El tesoro de los faraones’ fue expuesto el año pasado en distintas ciudades de Portugal, obteniendo un gran éxito de público, y espera hacer lo propio en Sevilla antes de trasladarse a Francia e Inglaterra. En la capital hispalense, la muestra permanecerá abierta hasta el 4 de mayo y su horario es de 10:00 a 20:00 horas de lunes a domingo. La visita al recinto es guiada y dura aproximadamente unos 20 minutos. Por su parte, las entradas cuestan 5 euros, aunque hay descuentos especiales para estudiantes, grupos y familias.
En Sevilla podemos encontrar alrededor de una veintena de museos de diversa índole y hoy ahondaremos en el que quizás sea el más desconocido para el público en general: el que trata sobre el Guadalquivir. Está situado tras una de las naves de la Avenida de la Raza, su nombre oficial es Centro de Información del Puerto de Sevilla y su contenido permite responder a la compleja pregunta de qué sería la capital hispalense sin el río y viceversa. La exposición, que es permanente, ocupa aproximadamente 1.600 metros cuadrados y está diseñada para que los visitantes realicen un recorrido histórico lineal, aunque existe total libertad para detenernos más en unos lugares que en otros.
Plaza de América, junto al Pabellón Real y dentro del Parque de María Luisa, fue fundado en 1879 para reunir las piezas de valor que habían sido encontradas durante las excavaciones estatales y las obras de arte que liberaron los conventos tras las desamortizaciones. Sus primeros fondos procedían casi exclusivamente de Itálica (Santiponce), los cuales fueron expuestos durante un tiempo en los Reales Alcázares, pero conforme pasaron los años se fueron incorporando más hasta convertirlo en uno de los museos de referencia en nuestro país.
Fue inaugurado en 1852, es decir, en pleno Romanticismo, como respuesta al crecimiento demográfico y las necesidades de la ciudad de concentrar en un mismo lugar a todos los fallecidos. Anteriormente los sevillanos eran enterrados principalmente en iglesias o en cementerios improvisados, tales como el de El Prado de San Sebastián, el de Los Pobres, el de los Canónigos o el de San José (Triana). A diferencia de estos, el nuevo estuvo bien organizado desde el primer momento a través de la alineación de cipreses, el árbol fúnebre por excelencia, aunque también hay muestras de palmeras, laureles, romeros, cedros, etc. Todo el recinto se encuentra presidido por la regia figura del Cristo de las Mieles, cuya leyenda ya abordaremos en otro momento.
su encanto. Tanto es así que en ellas crecieron personajes tan ilustres y variados como Gustavo Adolfo Bécquer, el Conde de Barajas, el Cardenal Espínola, Ortega Bru, Francisco Buiza, Manuel Font de Anta, Manolo Caracol, etcétera.
significativo, cabe destacar que es el único de Andalucía que está orientado hacia el oeste. Medio siglo más tarde, concretamente en 1917, se desenterró también de forma inesperada el segundo: el de Matarrubilla. A la vista de personas no expertas en la materia, nada hacía indicar que la gran losa granítica que se asomaba a la superficie fuese una gran cámara sepulcral, pero los arqueólogos se encargaron de confirmarlo. Además, llegaron a la conclusión de que el monolito de mármol negro que se hallaba en su interior hacía las veces de altar o mesa de ofrenda en tiempos pretéritos.
como quedó patente en 1910 con su nombramiento como director de las obras de la Exposición Universal Iberoamericana de Sevilla. Antes de esa designación se había inclinado por el estilo modernista, con trabajos muy vistosos como el desaparecido Café de París de la esquina de Campa con O’Donell, en el espacio que hoy ocupa el Burger King. Sin embargo, poco a poco fue dejando a un lado sus ideas vanguardistas y desarrollando un estilo propio, autóctono, muy del sur: el denominado regionalismo andaluz.

celdas, la casa del inquisidor y la capilla formaron parte de una de las etapas más lúgubres de Sevilla, caracterizada por el juicio de valor, el abuso de poder y la indefensión de las víctimas. No obstante, se suele decir que se aprende más de los errores que de los aciertos y la frase está impregnada de razón.