La Plaza del Pan y su trajín

La Plaza del Pan se llamaba así en el siglo XVII por los motivos que todo el mundo puede imaginar: porque albergaba varios puestos en los que se hacía y vendía pan. Dada su privilegiada ubicación, en pleno centro de Sevilla y entre dos lugares estratégicos como la antigua mezquita aljama y la alcaicería, siempre ha sido muy transitada, por no decir propensa a los ‘tapones’ humanos. En su época de mayor actividad comercial, cuando a los puestos de pan se unieron los de frutas, pescado y todo tipo de alimentos, era prácticamente imposible atravesarla sin detenerse alguna vez, ya que había demasiados tenderetes… y demasiados clientes para tan poco espacio.

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Una calle, una feria y un motín

Hay calles que tienen vida. Nacen en un momento determinado, echan a andar antes de lo previsto, maduran con la experiencia de los años y van desarrollando una personalidad propia que les hacen ser diferentes a todas las demás. Un buen ejemplo es la calle Feria, cuyo semblante es fácil de recordar e imposible de olvidar. Su trazado arranca en la Iglesia de San Juan de La Palma y finaliza en la calle Resolana, dejando entre medias una estela de 900 metros repletos de comercios tradicionales, viviendas con el sello autóctono y edificios con mucha historia. Entre ellos, la Iglesia de Omnium Sanctorum, la capilla de Monte-Sion, el Mercado de Abastos y el Palacio de los marques de la Algaba.

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Érase una vez una palmera

La avenida de La Palmera se edificó a mediados del siglo XIX con un trazado recto similar al actual, aunque bastante más corto. Fue concebida como una continuación del paseo de Las Delicias y su trayecto fue aumentando con el paso de las décadas, llegando hasta las inmediaciones del barrio de Bellavista. Cuando ya tenía casi un siglo de edad, fue bautizada en 1910 con el nombre de ‘La Palmera’, en honor a una bella especie de este tipo que crecía en la glorieta Plus Ultra (la que está situada junto a la grada de Fondo del Benito Villamarín).

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La calle Cuna

¿Por qué la calle Cuna se llama así? Su nombre procede del antiguo Hospicio de Niños Expósitos, también conocido como ‘Casa Cuna’, que se encontraba en el espacio que hoy ocupa el Teatro Quintero. Abrió sus puertas en 1558 por orden del Cabildo Catedralicio Hispalense y no era precisamente un sitio agradable. Al menos, esa es la impresión que le dejó al viajero británico Richard Ford, que escribió sobre ello. “Los que quieran cebarse en horrores pueden visitar el hospital de los expósitos, la cuna, que se llama en España, como si en efecto fuera la cuna y no el ataúd de los desgraciados niños. La cuna o casa de expósitos puede ser definida como el lugar donde los inocentes son asesinados y los hijos naturales abandonados por sus antinaturales padres, y atendidos en el sentido de que se les mata a hambre lenta”.

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La invisibilidad de la Puerta Osario

Puerta OsarioNo queda ningún vestigio de ella, pero seguimos hablando de la Puerta Osario como si siguiera en pie. Y eso que hace mucho tiempo que dejó de existir, concretamente, desde el 22 de septiembre 1868, día en el que se procedió a su derribo. Previamente había sido una de las entradas de la ciudad; ni la más antigua, ni la más hermosa (de ahí que haya pocas representaciones gráficas), pero sí de las más importantes por su posición estratégica (se hallaba en el cruce de las calles Valle y Puñonrostro).

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La Plaza Mayor de Sevilla

plaza san francisco fotoQuizás los más pequeños identifiquen la Plaza de San Francisco únicamente con el mapping navideño, pero estamos hablando de uno de los lugares más antiguos de Sevilla. Si bien no hay una fecha exacta que nos permita situar su origen más remoto, sí podemos afirmar sin miedo al error que en el siglo XVI ya era el corazón de la ciudad. Tanto es así que allí se encontraban prácticamente todos los poderes civiles: el Concejo hispalense (actual Ayuntamiento), el Tribunal de Justicia (donde la Santa Inquisición imponía sus condenas), etcétera. Pero su actividad no quedó ahí, ya que con los años también se erigió en coso taurino, punto clave de la Carrera Oficial de la Semana Santa y demás. Ejercía, en esencia, como la Plaza Mayor de Sevilla.

Su nombre, que data de la Reconquista, proviene de un majestuoso convento que se encontraba en sus aledaños y recibía el nombre de ‘Casa Grande de San Francisco’. No obstante, hay que aclarar que durante un breve periodo de tiempo (desde 1812 a 1814) acuñó la denominación de ‘Plaza de la Constitución’, en virtud de la carta magna que había sido aprobada.  Más adelante, también de manera fugaz, también fue bautizada como ‘Plaza del Rey’ y ‘Plaza de Isabel II’, fruto de las fricciones internas que asolaban a la monarquía española. Más adelante, en tiempos de la II República, fue titulada como ‘Plaza de la Libertad’, para seguidamente adoptar el nombre de ‘Plaza de la Falange Española’. Ya en 1980, recuperó definitivamente su actual designación.

Antes hemos mencionado que albergaba (y sigue albergando) edificios de gran relevancia, tales como el ayuntamiento, la antigua Audiencia, el Banco de España, el Edificio Bar Laredo o la Casa Arcenegui, pero también otros más corrientes, en los que trabajaban plateros, pintores y artesanos. Sus puestos estaban organizados en torno a unos muros nada presuntuosos y sus correspondientes soportales, que le daban un sello muy particular. Con todo, la Plaza de San Francisco siempre ha tenido un aura de elitismo por la proximidad del ayuntamiento, del que hablamos detenidamente en el anterior artículo.

El porqué de La Campana

Plaza-La-Campana-VerticalHoy reemprendemos nuestra ruta por la historia de las calles de Sevilla haciendo una parada en Campana, cuyo origen se remonta nada más y nada menos que al siglo XVI. Por aquel entonces era una vía mucho más pequeña que la de ahora, pero igualmente relevante debido a su privilegiada ubicación. “Es el lugar más público de Sevilla”, llegó a afirmar en su día el escritor Cristóbal de Chaves, mientras que el francés Antoine de Latour la apodó “la Puerta del Sol sevillana’ por su incesante trajín. Todos los empresarios querían instalar sus dependencias allí y por eso en el siglo XIX su disposición cambió para albergar más comercios. 

Al principio predominaban los alimenticios, y muy especialmente, los relacionados con los dulces (los buñuelos causaban furor), razón por la cual llegó a ser bautizada con el nombre de calle ‘Pasteleros’, pero conforme pasaron los años la oferta se diversificó hasta convertirse en un gran foco recreativo. De esta manera, a lo largo de sus 60 metros de longitud, que limitan con Martín Villa y la Plaza del Duque, se emplazaron numerosos establecimientos de inolvidable recuerdo, como los célebres cafés (Bordallo, París, Novedades…), el Pasaje Eritraña, la Cervecería Inglesa, y un largo etcétera.

¿Y por qué acuñó el nombre de Campana? Por un antiguo almacén que el Ayuntamiento tenía en esta calle, el cual hacía las veces de central de bomberos. De hecho, de su edificio colgaba una campana que sonaba en situaciones de emergencia para movilizar a los vecinos y viandantes. Por todo lo expuesto anteriormente, La Campana siempre tuvo un marcado acento elitista y buena prueba de ello es que fue lugar de paso obligado para cabalgatas, desfiles militares, manifestaciones, carnavales… y por supuesto para las procesiones religiosas, pues todo el mundo sabe que la Carrera Oficial de la Semana Santa sevillana comienza justamente allí.  

El lugar más transitado de Sevilla

Ahora puede resultarnos inverosímil, pero lo cierto y verdad es que durante la Edad Media un brazo del río Guadalquivir pasaba por lo que hoy es el centro de Sevilla. De hecho, el espacio que ocupa la Plaza Nueva era conocido como la laguna de la Pajería, ya que era propenso a las inundaciones. Por esta razón, durante mucho tiempo esta zona no estuvo poblada y fue empleada como cementerio, huerto, etcétera. Sin embargo, los cambios geológicos propiciaron que la orden franciscana se instalase allí en el siglo XIII, abarcando desde la Plaza de San Francisco (por eso fue llamada así) hasta la calle Zaragoza, donde fue levantado el convento de San Francisco el Grande.

El edificio sufrió los estragos de la Guerra de la Independencia y de un incendio posterior que tuvo lugar en 1810, el cual se llevó por delante la mayor parte de su estructura. Fue entonces cuando surgió la idea de derribarlo y acondicionar la zona para construir una Plaza Mayor como las de Madrid, Salamanca, etcétera. Tras una serie de desavenencias entre las autoridades competentes, en 1853 se concluyeron las obras, aunque no se inauguró oficialmente hasta cuatro años más tarde. A principios del siglo XX se incorporaron arriates para los jardines y se erigió el monumento a San Fernando (1924) en el centro, sustituyendo a un antiguo quiosco de música Evidentemente, el aspecto que tenía originariamente (se asemejaba a un caserío de dos plantas) difiere con el de ahora, y sólo podemos hacernos una idea certera de sus orígenes observando el tramo que va desde el edificio de Telefónica a la calle Barcelona.

La plaza fue rotulada, en orden cronológico, como Plaza de San Francisco, Plaza de la Infanta Isabel, Plaza de La Libertad, Plaza de la República, Plaza de la República Federal, Plaza de San Fernando y finalmente Plaza Nueva (1936), pero realmente la gente siempre se refirió a ella mediante esta última denominación. Actualmente está emplaza en el centro neurálgico de Sevilla, tanto a nivel administrativo (alberga al propio Ayuntamiento), como a nivel comercial (está rodeado de tiendas y empresas). En sus aledaños podemos encontrar, además de los ya mencionados, edificios de gran valor la Capilla de San Onofre, la Casa Longoria, el del Banco de Bilbao, el de la firma holandesa Philips, etc. No es de extrañar por tanto que un estudio reciente (el Índice TC-Street) haya revelado que la Plaza Nueva es el lugar más transitado de Sevilla, registrando un pico de 20.570 personas el pasado viernes 8 de febrero.

La Facultad de Empresariales pasa a llamarse de Turismo y Finanzas

facultadLa Facultad de Turismo y Finanzas de la Universidad de Sevilla, antigua Escuela Universitaria de Estudios Empresariales, ha celebrado este martes el acto oficial de redenominación del centro, que cuenta con 124 años de historia, en un acto presidido por el rector, Joaquín Luque, y el decano, José Luis Jiménez.Este centro acoge en sus aulas a unos 5.000 estudiantes, que reciben docencia de los grados en Turismo y en Finanzas y Contabilidad, además de las diplomaturas en proceso de extinción en Ciencias Empresariales y Turismo, así como el máster universitario en Dirección y Planificación del Turismo, ha explicado la universidad.La historia de la Facultad de Turismo y Finanzas se remonta a 1887 con la creación de la Escuela Elemental de Comercio para la impartición de la carrera de peritos mercantiles.

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