Juan Carlos I de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Rey de España hasta que el Príncipe le suceda formalmente el próximo 18 de junio, no nació en Sevilla sino en Roma (5 de enero de 1938), pero siempre mantuvo un estrecho vínculo con la capital hispalense. Le venía por vía materna, pues María de las Mercedes de Borbón se crió en nuestra ciudad y una parte de su corazón nunca se fue de aquí. De hecho, cuando la Familia Real se exilió en Estoril (Portugal), bautizó su residencia con el nombre de ‘Villa Giralda’. Además, era bética confesa y socia de honor del club heliopolitano. Casualidades de la vida, quiso el destino que la primera Copa del Rey que entregó su hijo como monarca fuera a parar a las vitrinas del Benito Villamarín (1977).
Volviendo al eje central, Juan Carlos I tuvo mucho que ver con la Exposición Universal de 1992. Es más, fue quien propuso su celebración el 31 de mayo de 1976, haciendo un guiño a la feria iberoamericana que había auspiciado su abuelo, el Rey Alfonso XIII, en 1929. “Reanudando una noble tradición familiar y monárquica, desearía que se celebrase en España, si todos me ayudáis,la IIIª Exposición Internacional Iberoamericana. Para mí, personalmente,nada será más alentador que iniciar mi reinado con esta empresay convertirme en patrocinador de vuestro esfuerzo y en portavoz de vuestro espíritu”, afirmó.
Don Juan Carlos también está presente en Sevilla a través de nomenclátor. No en vano, un paseo situado en el margen derecho del Guadalquivir lleva su nombre, al igual que uno de los puentes que une la capital hispalense con el Aljarafe a la altura de San Juan de Aznalfarache. También la Real Maestranza de Caballería tiene un nexo con el todavía monarca, pues es el Hermano Mayor de esta institución desde 1993. Y al igual que su madre le ‘contagió’ la simpatía por Sevilla, Don Juan Carlos ha hecho lo propio con sus descendientes, tal y como quedó probado con la boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, celebrada en la Catedral de Sevilla el 18 de marzo de 1995.