La basura que no se ve

A nadie le gusta tener basura delante de su vista. Y menos aún, olerla, pero el caso es que la producimos y no nos queda otra que convivir con ella de la mejor manera posible. Por eso, asumiendo que los residuos existieron, existen y existirán por los siglos de los siglos, el objetivo que perseguimos todos es que apenas se perciban, de ahí que se recomiende tirar la basura por la noche para que sólo esté en los contenedores una horas, que es el tiempo que tardan los camiones en recogerlas y llevarlas a los vertederos.

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Los Baños de la Reina Mora

banos-reina-moraLos almohades dejaron una huella imborrable en Sevilla. No en vano, muchas de sus grandes obras (La Giralda, la Torre del Oro…) siguen dando lustre a la ciudad, si bien su arquitectura civil no corrió tanta suerte. De hecho, son pocos los edificios de este tipo que han sobrevivido a nuestros tiempos, aunque hay honrosas excepciones, como la que hoy nos ocupa. Hablamos de los Baños de la Reina Mora, que datan del siglo XII y se encuentran ubicados entre las calles Baños, Jesús de la Veracruz y Miguel Cid, es decir, en el corazón de la ciudad.

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Mitad teatro, mitad cine

cervantesEl Teatro Cervantes no sólo es el más antiguo de Sevilla, sino también el único de su época que ha sobrevivido a nuestros tiempos. Fue diseñado por el arquitecto sevillano Juan Talavera y de la Vega (autor también de El Costurero de la Reina) y abrió sus puertas al público el 13 de octubre de 1873, es decir, hace más de 140 años. Sorprendentemente, y pese al paso del tiempo y a las numerosas modificaciones realizadas, su interior conserva la esencia original, lo cual le otorga un valor histórico añadido. Y eso que en la década de los sesenta dejó de ser un teatro para convertirse en cine, aunque nunca perdió su alma escénica.

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Bye bye catenarias

tranviaaSiete años. Eso es lo que han durado las catenarias en Sevilla. El alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, confirmó el pasado jueves que ya ha dado luz verde a la supresión de los postes y cables que utiliza el Metrocentro desde el Prado de San Sebastián hasta el Archivo de Indias, por lo que en un corto periodo de tiempo (se estima que las obras finalizarán en el mes de octubre) el centro histórico quedará liberado de estas aparatosas infraestructuras, las cuales causaron controversia desde el mismo día de su instalación.

Cabe recordar que la retirada de las catenarias está siendo progresiva, pues ya comenzó en con el tramo que discurre entre el Archivos de Indias y la Plaza Nueva, coincidiendo en el tiempo con la ampliación del trayecto hasta San Bernardo (2011). Pero la pregunta que muchos se hacen es… si las catenarias eran necesarias, ¿cómo funcionará el tranvía a partir de ahora? La respuesta se halla en un Acumulador de Carga Rápida (ACR), sistema que permite almacenar energía y se basa en el empleo de ultracondensadores. Así pues, en la práctica, funcionará como si de un surtidor de gasolina se tratase.

El cargador que se implantará en cada parada llenará el ‘depósito’ en apenas 20 segundos, por lo que en ningún caso será un lastre para el tráfico diario. Es más, previendo posibles problemas técnicos y para garantizar la autonomía, las cuatro unidades tranviarias contarán con una batería adicional de ión-litio de gran capacidad. El presupuesto de la renovación ronda los 250.000 euros, una cantidad elevada que se rentabilizará a medio plazo, pues el nuevo sistema propiciará un ahorro de 25.000 euros anuales en consumo eléctrico y un evidente salto de calidad en el apartado puramente estético. 

Otro museo para Sevilla

bellverNo se puede decir que Mariano Bellver sea una personalidad pública, pero sí es un hombre tremendamente respetado en el mundo del arte. Bilbaíno de nacimiento, se trasladó con 12 años a Sevilla, ciudad en la que su abuelo, Ricardo Bellver, había dejado su huella previamente. No en vano, en 1885 fue el encargado de realizar el relieve de la Asunción de la Catedral y del apostolado que flanquea la misma puerta. Mariano no hizo carrera como escultor sino como profesor (es dueño del colegio privado San Juan Bosco) y actuario de seguros, si bien la pasión por el arte que heredó de sus antepasados nunca le abandonó.   

Tanto es así que, una vez casado con Dolores Mejías, comenzó a coleccionar obras de gran valor. Inicialmente su obsesión consistía en conseguir todo lo relacionado con el Siglo de Oro, pero después amplió sus miras y adquirió pinturas del romanticismo y el realismo, sobre todo las elaboradas en Sevilla en los siglos XIX y XX. Así terminó reuniendo una amplia colección de pintados por autores de la talla de Ricardo López Cabrera, José Pinelo Llull, Gonzalo Bilbao, Manuel García y Rodríguez, Valeriano Domínguez Bécquer, etcétera, la cual ha decidido donar a la ciudad de Sevilla.

Si bien la cesión ha sido totalmente gratuita y desinteresada, el mecenas ha puesto algunas condiciones para que su legado se conserve en el tiempo y pueda estar al alcance de todo el mundo. Una de ellas ha sido la de que todas las obras (943, de las cuales más de 360 son pinturas) tendrán que ser mostradas sin excepción. Por esta razón, el Ayuntamiento habilitará el Pabellón Real de Sevilla para cobijar y exponer la colección al completo a partir del 5 de diciembre de 2016, coincidiendo con el 90 cumpleaños de su artífice. Eso sí, se hará de manera rotatoria, pues la cantidad es tan voluminosa que resulta imposible enseñarla toda de una vez.

 

Una iglesia con acento francés

san luisEn Sevilla, como en Roma, hay una iglesia en cada esquina y resulta materialmente imposible jerarquizarlas porque todas tienen su encanto. Hoy hablaremos de la de San Luis de los Franceses, uno de los mejores exponentes del barroco hispalense. Fue construida con un gusto exquisito entre 1699 y 1730 por la Compañía de Jesús, que ya había levantado previamente la Iglesia de la Anunciación. Los terrenos eran propiedad de Doña Lucía de Medina, quien puso dos condiciones para donarlos: que el templo se consagrara a San Luis (rey de Francia) y que ella misma fuese enterrada en su Capilla Mayor cuando pereciera. Ambas peticiones fueron aceptadas.

Funcionó como noviciado hasta 1767, año en el que los jesuitas fueron expulsados por primera vez por orden de Carlos III. Posteriormente pasó a ser un seminario clerical, un hospicio para religiosos mayores, un convento franciscano, una fábrica… en resumen, todo menos una iglesia. De hecho, durante muchos años estuvo cerrada al culto y en una situación de semiabandono. Afortunadamente, entre 1984 y 1990 se llevaran a cabo unos trabajos de restauración para darle una nueva utilidad: la de ser un privilegiado escenario para conciertos musicales y representaciones teatrales. Actualmente también se encuentra en obras para renovar su aspecto y reforzar sus estructuras.

¿Y pué podemos destacar de su arquitectura? Pues prácticamente todo. Se da por hecho que el diseño corrió a cargo de un arquitecto italiano desconocido y que el sevillano Leonardo de Figueroa actuó como maestro de obras. Vista desde fuera, la iglesia de San Luis llama la atención por su bellísima fachada elaborada en piedra y ladrillo, sus dos torres octogonales y su portentosa cúpula. El interior se articula con refinadas columnas salomónicas y cuenta con siete retablos de incalculable valor. El principal está presidido por un lienzo de San Luis, una Inmaculada de Duque Cornejo y un cuadro de la Virgen María con el Niño Jesús, mientras que los otros seis, situados en los laterales, están dedicados a diferentes Santos Jesuitas: San Ignacio de Loyola, San Estanislao de Kostka, San Luis Gonzaga, San Juan Francisco Regis, San Francisco de Borja y San Francisco Javier.

Melonares, en la recta final

MelonaressDe Melonares se lleva hablando tanto tiempo… que ya nos parece un pantano antiguo. Y nada más lejos de la realidad, pues oficialmente aún no se ha estrenado. Pero vayamos por partes. A principios de los setenta se llegó a la conclusión de que era ineludible construir un nuevo embalse para aumentar el abastecimiento de agua en el área metropolitana de Sevilla y acabar con el temor a las prolongadas sequías. La ubicación elegida fue la Sierra Norte, y más concretamente, un parque natural situado entre las localidades de El Pedroso y Castilblanco de los Arroyos que recibe el nombre de Los Melonares.  

Como suele ocurrir con todos los proyectos de gran envergadura, los plazos iniciales no se cumplieron y hubo que esperar más de lo debido para ver los planos transformados en realidad. Tanto es así que las obras, financiadas con fondos europeos, comenzaron durante el mandato de Soledad Becerril (1995-1999) y no concluyeron hasta diciembre de 2007. Pero claro, una cosa era rematar el pantano y otra, conectarlo a la red de Emasesa. Dichos trabajos están a punto de finalizar, por lo que, si no hay imprevistos de última hora, los sevillanos podrán beber agua procedente de este embalse a finales de este mismo año.

Cuando hablamos de Melonares nos estamos refiriendo al pantano más grande de los que abastecen a Sevilla (186 hectómetros cúbicos), muy por encima del de Zufre (175). Se nutre del río Viar, que nace en Monesterio (Badajoz) y desemboca en el Guadalquivir, regando entre medias (su canal) las cosechas de los pueblos de Cantillana, Villaverde del Río, Alcalá del Río, Burguillos, Guillena y La Algaba. Una vez que las conexiones estén operativas, el agua ‘viajará’ desde Melonares a El Carambolo (Camas), donde Emasesa tiene su estación de bombeo. En total, hará un recorrido de 60 kilómetros antes de introducirse en las tuberías de la capital hispalense. 

Un hogar para las páginas

terrenosHace algunos años se llegó a la conclusión de que las bibliotecas de Sevilla necesitaban un impulso para adaptarse a los nuevos tiempos y ofrecer un servicio de primera calidad, de ahí que las autoridades competentes decidieran tomar cartas en el asunto. La piedra angular del proyecto que se aprobó consistía en la construcción de una nueva biblioteca general el Prado de San Sebastián, con el objetivo final de convertir la antigua Fábrica de Tabacos en un campus de Humanidades. Por problemas administrativos (licencias y oposición vecinal) y financieros (presupuesto elevadísimo), aquella idea inicial no pudo llevarse a cabo pese a los más de nueve millones de euros invertidos.

En cualquier caso, el plan no quedó enterrado. Asumiendo su cuota de responsabilidad, la Universidad de Sevilla se puso manos a la obra para encontrar una ubicación alternativa y levantar una biblioteca menos pretenciosa, pero igualmente relevante. Así, se acordó que fuera emplazada en la avenida Eritaña, en la parte trasera de los pabellones de México y Brasil, en el edificio que iba a ser sede de la Fundación de Investigación (Fius). Se espera que en los primeros meses de 2015 se trasladen los casi 70.000 libros que pertenecen al Fondo Antiguo y Archivo Histórico de la Universidad de Sevilla a las nuevas dependencias, que serán bautizadas con el nombre de ‘Rector Antonio Machado y Núñez’.

Si no hay más imprevistos, la nueva biblioteca general podría estar operativa en el segundo semestre de 2015, toda vez que la mayor parte de las obras de adecuación tendrán lugar en el interior del inmueble. Tras el fracaso de la primera intentona, este proyecto será sensiblemente más barato y buena prueba de ello es que cuenta con un presupuesto ligeramente superior a los seis millones de euros, por los 22 que iba a costar el original. En otros términos, de los 9.000 metros cuadrados previstos se pasará a 5.000, una reducción de espacio que implicará la supresión del auditorio y la sala de exposiciones.

El desarrollo de Amate

amateEn su origen más remoto, es decir, en los tiempos que precedieron y siguieron a la Exposición Iberoamericana de 1929, Amate fue algo parecido a un asentamiento chabolista situado a las afueras de la ciudad. Llegó a congregar a unas 3.000 chozas de pequeñas dimensiones que habían sido construidas con materiales de bajo coste en desordenadas calles rotuladas con números, de ahí que la zona acuñara coloquialmente el nombre de ‘Los Estados Unidos de Amate’. El Ayuntamiento no tomó verdadera conciencia de su infrahumana situación hasta principios de los años cuarenta, cuando ordenó la demolición de los tugurios y la edificación de nuevas viviendas dignas.

Las primeras que se entregaron (1948-1952) fueron las de la barriada Santa Teresa y las de Amate, nombre que terminaría englobando a toda el área. Posteriormente vieron la luz las de La Candelaria (1956), Los Pajaritos (1959), Madre de Dios (1961) y Juan XIII (1964). Un año antes se incluyó en el PGOU la construcción de un pulmón verde en el terreno delimitado por Las Candelarias y la Carretera de Su Eminencia, aunque los problemas presupuestarios retrasaron las obras hasta bien entrada la década de los setenta. Durante la espera, una parte del espacio se transformó en una improvisada escombrera y en el otro lado se habilitó un canódromo para acoger carreras de galgos.

Afortunadamente, el proyecto no quedó en el olvido y finalmente fue completado en 1987. Así, el parque quedó estructurado en torno a un eje central en el que se hallan una plaza semicircular, un estanque para riego de los jardines y una fuente. Desde este vértice parten numerosos caminos de albero bordeados por una frondosa y heterogénea vegetación, formada por más de 85 especies diferentes que generan un ambiente fresco y apacible. Sus 30 hectáreas de extensión permiten practicar numerosas disciplinas deportivas, pues dispone de una zona para fútbol y balonmano, pistas para jugar a la petanca, aparatos de musculación y senderos para corredores. Además, también es un lugar ideal para descansar, leer, pasear al perro, disfrutar de la naturaleza y desconectar del estrés diario. Por último, cabe reseñar que en una de las glorietas se levantó en 2007 un monumento en honor a la clase trabajadora.