Los detalles de la Puerta del Perdón

PuertadelperdonLa originalidad de la Puerta del Perdón de la Catedral de Sevilla no reside precisamente en su nombre, pues tiene ‘tocayas’ en ciudades como Santiago de Compostela, Burgos, Toledo, Ciudad Real o Jaén, pero sí en otros rasgos que le hacen ser diferente a todas las demás. Si nos centramos en el templo hispalense, hablamos de la puerta más antigua y la única que perteneció a la vieja mezquita almohade. Fue construida a finales del siglo XII bajo el mandato del califa Abu Yusuf y ha llegado a nuestros tiempos en buenas condiciones, si bien las distintas remodelaciones han cambiado parte de su fisonomía.

La Puerta del Perdón es muy fácil de identificar porque hace las veces de acceso principal al Patio de los Naranjos desde la calle Alemanes. A diferencia de las otras puertas que tienen la misma denominación, nunca estuvo relacionada con indulgencias ni con actos de expiación de ningún tipo. Es más, según el catedrático Alfonso Jiménez, en un principio tuvo un uso militar, ya que los almohades quisieron separar la mezquita de la ciudad levantando unas murallas, proyecto que no terminó de cuajar y fue reemplazado por el célebre patio.

Está documentado que en la parte superior de la puerta sobresalía una azotea y que debajo de ella había dos habitaciones que se alquilaban con regularidad hasta la época de los Reyes Católicos. Dichos elementos se perdieron, pero otros perduran, como el arco túmido y el pórtico en sí, cuyas dos enormes hojas fueron elaboradas con madera de cedro, revestidas de bronce y decoradas con motivos de lacerías. Además, contiene inscripciones árabes que repiten versos del Corán, tales como “el poder pertenece a Alá” o “la eternidad es de Alá”, y unos aldabones de un valor incalculable, pues podrían ser las muestras más antiguas de la orfebrería sevillana. Quizás por ello, hace algunos años los originales se trasladaron al Museo de la Catedral y en su lugar fueron colocadas unas réplicas fidedignas.

La puerta que se transformó en plaza

Desde la época romana hasta el siglo XIX, Sevilla estuvo cercada por murallas. Las entradas y salidas se realizaban a través de dieciocho puertas, de las cuales sólo cuatro permanecen en pie: la de la Macarena, la de Córdoba, el postigo del Aceite y el del Alcázar. La que hoy abordamos en este artículo, la de Jerez, no logró subsistir. Adoptó este nombre porque servía como punto de partida para los que se dirigían a la ciudad gaditana y como punto de destino para los que hacían el camino a la inversa. El portón se encontraba exactamente en la confluencia de las calles San Gregorio y San Fernando, justo en frente del hotel Alfonso XIII.

 

De su fisonomía no se conocen demasiados detalles. El dato más significativo es que fue construida por los musulmanes entre dos torres y que su imponente reja se elevaba durante el día para dejar pasar a transeúntes y mercancías. También cabe destacar que el único reducto que se conserva es la famosa lápida que estaba insertada sobre su arco, tallada en 1578 y renovada en 1622, la cual reza así: ‘Hércules me edificó, Julio César me cercó, de muros y torres altas, el Rey Santo me ganó, con Garci Pérez de Vargas (…)’. En 1846 la puerta fue derribada y sustituida por otro, pero, ironías del destino, la nueva duró poquísimo, ya que apenas 20 años después fue demolida al mismo tiempo que la muralla y ya no se levantó ninguna más.

 

En su lugar se habilitó una plaza y por esta razón su denominación cambió a Plaza de Andalucía y posteriormente a Plaza de Calvo Sotelo. No obstante, dado que todo el mundo seguía llamando a esa zona Puerta de Jerez, finalmente recuperó su nombre original. La plaza se inauguró a la par que la Avenida de la Constitución con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1929 y en ella se instaló la ‘Fuente de Sevilla’, que representa a la ciudad y sus tres sectores económicos: el primario (la agricultura), el secundario (la industria) y el terciario (el comercio). Recientemente ha sido motivo de actualidad por la decapitación que sufrió su estatua durante la celebración del título de la Eurocopa de fútbol, suceso lamentable perpetrado por unos vándalos en mitad del holgorio.