Murallas de Sevilla

En tiempos de Julio César, aproximadamente entre los años 68 y 65 a. C., cuando era cuestor de la ciudad, se construyeron estas murallas y sus torreones, reemplazando la antigua empalizada hecha con troncos y barro existente desde la época cartaginesa. Durante el imperio de Augusto fueron ampliadas y perfeccionadas debido al crecimiento de la ciudad.

Época árabe: Los árabes añadieron más a la defensa de la ciudad ensanchándola, y fortalecieron ese ensanche amurallándolo bajo el dominio del sultán Alí Ibn Yusuf, quien amplió el espacio protegido por la cerca en casi dos veces su antigua superficie. Los almorávides, que eran conscientes del avance conseguido sobre los reinos cristianos del norte de España se dedicaron a reforzar sus defensas, construyendo y fortaleciendo las murallas.

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Puertas de acceso de la muralla

Entre puertas y postigos contaba la ciudad con diecinueve accesos:

Puerta Macarena, situada frente a la Basílica de La Macarena. Por ella hizo su entrada el emperador Carlos I. Puerta de Córdoba, está frente a la iglesia de los Capuchinos. Es la que conserva más claramente la disposición originaria y su carácter cerrado y militar.

Puerta del Sol, localizada al final de la calle Sol, frente a la Trinidad. Su nombre proviene del sol que tenía grabado en piedra sobre el dintel.

Puerta Osario, en la plaza del mismo nombre. Puerta de Carmona, situada en la esquina de San Esteban con Menéndez y Pelayo. Unido a esta puerta se encontraba el acueducto conocido como Caños de Carmona. Derribada en 1868.

Postigo del Jabón, está en la mediación de la calle Tintes.

Puerta de la Carne, en la calle Menéndez y Pelayo a la altura de la calle Santa María la Blanca.  

 

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