Arva, la ciudad olvidada

Sabemos mucho de Itálica, pero no tanto de Arva, otra ciudad romana que se levantó en la provincia de Sevilla. Para más señas, en una colina situada entre los antiguos municipios de Axati (Lora del Río) y Canama (Alcolea del Río), o lo que es lo mismo, entre el arroyo de Los Premios y el Guadalquivir. Justo allí, el emperador Vespasiano ordenó construir un asentamiento que tenía como objetivo controlar la economía de la provincia bética. Y no sólo en términos recaudatorios, sino también a nivel productivo, tal y como quedó más que demostrado en 1981 con la excavación de cinco hornos en los terrenos de El Tejarillo.

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Vitrinas que guardan nuestro pasado (II)

La sede del Museo Arqueológico de Sevilla fue en su día el edificio más caro que se construyó en la Plaza de América para la Exposición Iberoamericana de 1929. El diseño corrió a cargo del afamado Aníbal González, quien se inspiró en el Palacio de de Monterrey (Salamanca) para crear su Palacio del Renacimiento (así se llamó). Una vez finalizada la muestra, no fue excesivamente difícil adaptarlo a su uso actual, ya que poseía suficiente espacio y una buena distribución. Así, hoy tenemos a nuestra disposición un museo de tres plantas con nada más y nada menos que 27 salas.

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Antonio Machado: su recuerdo

tumba antonio machadoEl pasado 22 de febrero se cumplieron 75 años de la muerte de Antonio Machado y el aura de dicha efeméride propiciará que Sevilla salde una antigua deuda que tenía con el poeta. Así, tras muchos amagos que quedaron en saco roto, Machado tendrá por fin un monumento en su honor y la ciudad verá aprobada una de sus grandes asignaturas pendientes, toda vez que el reconocimiento a su trayectoria había sido más bien escaso. El monolito fue encargado hace bastante tiempo al artista Julio López Hernández, quien ya ha inmortalizado a Federico García Lorca, Jorge Manrique y Gerardo Diego entre otros, pero por una cosa u otra, no ha visto la luz hasta ahora.

En un bajorrelieve, el monumento se basa en la famosa fotografía que tomó Alfonso en el Café de las Salesas (1933), en la que se aprecia a un Antonio Machado con rostro sereno ante un café humeante. Del mismo modo, con la figura de una lectora, el autor ha querido introducir un elemento de su cosecha, simbolizando la eternidad de sus versos. Queda por despejar la incógnita de dónde se colocará, toda vez que el emplazamiento deseado por todas las partes, la pequeña plazoleta que se encuentra junto al Palacio Dueñas, lugar en el que nació el poeta, no es del agrado de la Casa de Alba, propietaria del edificio.

El siguiente objetivo que se han marcado las autoridades es el de repatriar sus restos mortales, que se encuentran actualmente en la localidad costera de Colliure (Francia). Allí, en un hotel y junto a algunos de sus seres queridos con los que había huido de la Guerra Civil, falleció a los 63 años, dejando tras de sí una colección de versos de primerísima calidad. Uno de ellos se encuentra grabado en su tumba, y dice así: “Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos a la mar”.

La ciudad de las torres

A medio camino entre Córdoba y Sevilla se encuentra Écija, conocida popularmente como la ciudad de las torres. Sus orígenes se remontan a la época tartésica, aunque el despegue definitivo se produjo en el periodo romano, cuando se convirtió en uno de los principales vértices de la provincia Bética gracias a su privilegiado emplazamiento. No en vano, Astigi (así se llamaba entonces) estaba muy próxima a la Vía Augusta, la gran calzada que atravesaba Hispania desde Los Pirineos hasta Cádiz, y también al río que Genil, que facilitaba las tareas de regadío en un tierra tremendamente fértil. No es de extrañar, por tanto, que Écija lleve 20 siglos exportando aceite de oliva.

La relevancia de Écija no se esfumó con la caída del imperio romano, que dejó mosaicos y yacimientos de gran valor, sino que siguió intacta durante el dominio musulmán. Pasó a llamarse Istiya o Astiya, y posteriormente fue bautizada con el sobrenombre de Madinat al-qutn (ciudad del algodón). Los árabes consideraban muy valioso este territorio y buena prueba de ello es que lo amurallaron con unas fortificaciones y torres albarranas (de ahí su apodo actual) que afortunadamente han sobrevivido a nuestros tiempos. Tras la reconquista llevada a cabo por Fernando III, se instalaron en Écija familias acaudaladas y miembros de la nobleza que fomentaron la construcción de numerosos palacios, monasterios, conventos e iglesias.

Écija, conocida también como ‘La Sartén de Andalucía’ por las elevadísimas temperaturas que se alcanzan en verano, ha recibido numerosas distinciones a lo largo de su historia. Sin ir más lejos, fue sede episcopal entre los siglos VI y XI, capital de provincia en el Emirato y Califato de Córdoba, ciudad de realengo en la Edad Media y declarada ‘Conjunto Histórico Artístico’ en el año 1966. En resumidas cuentas, ha tenido, tiene y tendrá todo lo necesario para ser un reclamo para el turismo y un orgullo para los que viven dentro de su término municipal.

Las joyas arqueológicas de Sevilla

No hay mejor manera de adentrarse en la historia más antigua de Sevilla y su provincia que recorriendo de punta a rabo el Museo Arqueológico de Sevilla. Ubicado en la Plaza de América, junto al Pabellón Real y dentro del Parque de María Luisa, fue fundado en 1879 para reunir las piezas de valor que habían sido encontradas durante las excavaciones estatales y las obras de arte que liberaron los conventos tras las desamortizaciones. Sus primeros  fondos procedían casi exclusivamente de Itálica (Santiponce), los cuales fueron expuestos durante un tiempo en los Reales Alcázares,  pero conforme pasaron los años  se fueron incorporando más hasta convertirlo en uno de los museos de referencia en nuestro país.

 

 
Su primer director, Manuel de Campos y Munilla, ya se encontró con el problema del espacio en el Convento de la Merced, sede original, y no sólo por el ingente patrimonio que debía almacenar, sino por las numerosas visitas (más de 12.000) que recibió el museo a las primeras de cambio. Sin embargo, para hallar una solución hubo que esperar hasta el año 1941, cuando el Ayuntamiento de Sevilla cedió el emplazamiento actual. Dos décadas más tarde el edificio fue declarado Monumento Histórico Artístico y a renglón seguido fue remodelado para ampliar el número de salas hasta las 27 que posee a día de hoy.

 

 
¿Qué podemos encontrar exactamente en el Museo Arqueológico de Sevilla? En términos numéricos, más de 60.000 piezas que van desde la Prehistoria hasta la Edad Media, con muestras muy valiosas de la cultura tartésica (una copia exacta del Tesoro de El Carambolo), la cerámica ibérica, la mitología griega (un torso de Artemisa), el Imperio Romano (esculturas, mosaicos, orfebrería…), Alejandro Magno (un retrato), los periodos visigodos y califales, y un largo etcétera.

 

 
En estos días el museo es motivo de actualidad por la paralización del proyecto de rehabilitación integral, una obra que está pendiente desde 2009 y que no se ha llevado a cabo por falta de financiación. Por esta razón, el Ayuntamiento, con el apoyo de todos los grupos políticos, ha solicitado formalmente a la Junta de Andalucía y al Ministerio del Interior que culminen lo antes posible esta necesaria reforma y que hagan un esfuerzo para que el Tesoro de El Carambolo (el original) pueda exhibirse permanentemente al público, algo que hasta ahora no ha sucedido por problemas seguridad.

Prehistoria en Valencina

Si ya es difícil que edificios construidos hace cien años sobrevivan a nuestros tiempos, pueden imaginarse lo extraordinario que es hallar y conservar vestigios anteriores a la vida de Jesucristo.  Pues bien, en la provincia de Sevilla, concretamente en la localidad aljarafeña de Valencina de la Concepción, se encuentra uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de la prehistoria en nuestro país. En esencia es una necrópolis, es decir, un cementerio de grandes dimensiones, y en ella destacan sobremanera sus tres dólmenes. Estos monumentos funerarios, que tienen aproximadamente cinco milenios de antigüedad, se caracterizan por sus piedras sin tallar, hincadas en la tierra de tal manera que dan como resultado una forma similar a la de una mesa.

En 1860, mientras se plantaban unos viñedos, se descubrió accidentalmente el primero de los dólmenes: el de la Pastora. Su corredor subterráneo tiene una longitud de 46 metros, está dividido en tres tramos y desemboca en una cámara circular. Como dato significativo, cabe destacar que es el único de Andalucía que está orientado hacia el oeste. Medio siglo más tarde, concretamente en 1917, se desenterró también de forma inesperada el segundo: el de Matarrubilla. A la vista de personas no expertas en la materia, nada hacía indicar que la gran losa granítica que se asomaba a la superficie fuese una gran cámara sepulcral, pero los arqueólogos se encargaron de confirmarlo. Además, llegaron a la conclusión de que el monolito de mármol negro que se hallaba en su interior hacía las veces de altar o mesa de ofrenda en tiempos pretéritos.

En 1948 se descubrió el último dolmen hasta la fecha, el de Ontiveros. Acuñó este nombre porque así se llamaba la finca bajo la que se encuentra, aunque ahora se le conoce como finca de Nuestra Señora de los Reyes. El caso es que no sido posible realizar una excavación completa por el riesgo de que el edificio pueda resentirse. Aun así, en las exploraciones realizadas hasta la fecha se han localizado fragmentos óseos, puntas de flechas, cuchillos, cerámica y otra serie de objetos que pueden observarse actualmente en el Museo Arqueológico de Sevilla. En resumen, se podría decir que en Valencina de la Concepción se encuentran los restos de nuestros antepasados más remotos, aquellos a los que nadie podrá poner nombre y apellidos en un árbol genealógico, pero cuya existencia fue tan real como la vida misma.

El inolvidable acueducto de Sevilla

Hace más de 2.000 años, el agua llegaba a Sevilla desde Alcalá de Guadaira gracias a un conducto de 17,5 kilómetros de longitud que alternaba tramos subterráneos con otros por encima de la superficie. Sus 400 arcos de ladrillo dan fe de la magnitud de una obra que fue realizada por los romanos en la época en la que Julio César era el cuestor (recaudador de impuestos) de Híspalis. No obstante, fueron tan profundas las remodelaciones que hicieron posteriormente los musulmanes, que existe cierta polémica acerca de si los árabes reconstruyeron por completo el acueducto o arreglaron el que ya existía.

Tenía su punto de origen en el manantial de Santa Lucía y terminaba en la mismísima muralla de la ciudad, justo en la Puerta de Carmona, donde existía un enorme depósito desde el que se distribuía el agua a los emplazamientos públicos y a la aristocracia. Curiosamente, cabe destacar que, a la altura de lo que hoy conocemos como Torreblanca, la canalización se elevaba sobre los arcos y por eso hoy el barrio se llama oficialmente Torreblanca de los Caños. Aunque nos resulte muy lejano en el tiempo, lo cierto es que el acueducto funcionó a pleno rendimiento hasta bien entrado el siglo XIX y testimonios objetivos como el del alemán Jerónimo Münzer, que Acueducto Sevillavisitó Sevilla en 1495, nos sirven para comprender su relevancia: “Hay en Sevilla mucha agua potable y un acueducto de trescientos noventa arcos, algunos duplicados por un cuerpo superior, para vencer el desnivel del terreno, va por este artificio gran cantidad de agua y presta muy buen servicio para el riego de jardines, limpieza de calles y viviendas”.

El acueducto fue demolido en 1912 para ensanchar la calle Oriente y levantar el Puente de la Calzada. Los tres vestigios que han sobrevivido a nuestros días son muy valiosos desde el punto de vista histórico y se les conocen como ‘Los Caños de Carmona’. El primero está ubicado en el actual barrio de Los Pajaritos; el segundo se encuentra casi al comienzo de la avenida Luis Montoto y necesitó ser apuntalado para evitar su desplome; y el tercero, que fue el último en descubrirse, estuvo enterrado durante años bajo el puente que permitía a los trenes que venían desde Madrid dirigirse hacia Cádiz. Una de las cosas buenas que ha aprendido el ser humano a lo largo de su evolución es la de conservar su legado, y por eso, hoy día tenemos la certeza de que lo que queda del acueducto de Sevilla se protegerá con uñas y dientes para que no desparezca nunca de la faz de la tierra.

San Andrés-San Martín La reserva arqueológica de Sevilla

ExcavacionesEl 63% del subsuelo de esta zona está «inalterado» y en él se encuentran las claves para comprender algunos de los enigmas de la historia de la ciudad.Una auténtica reserva arqueológica por explorar y en la que se pueden encontrar muchas claves del pasado de la ciudad. Se trata del subsuelo de las collaciones y cercanías de San Andrés y San Martín, cuyo plan especial de protección ya ha sido entregado por el Ayuntamiento a la Comisión Provincial de Patrimonio como fase previa para su aprobación por la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta. La riqueza en restos y yacimientos de este subsector del Plan Especial del Conjunto Histórico de Sevilla es tal que el plan municipal establece el «grado máximo de protección». «El estudio histórico-arqueológico del sector revela sustratos con un elevado potencial informativo» sobre cuestiones tan variopintas como el trazado de las murallas de la ciudad romana y la localización de las puertas de Hispalis o la urbanización almorávide-almohade. En general, en las entrañas de las collaciones de San Martín y San Andrés se encuentran claves que pueden aclarar desde cuestiones antropológicas sobre las poblaciones romanas, islámicas y cristianas hasta la determinación de límites y caracterización de industrias, almacenes conventos y cuarteles ya desaparecidos para siempre.

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Hallan restos mudéjares en la iglesia de San Luis de los Franceses

iglesia san luisDicho hallazgo, que ha tenido lugar durante su restauración, permitirá la apertura de dicho templo, cerrado desde los años 60.La diputada provincial de Cultura e Identidad de la Diputación de Sevilla, Guillermina Navarro, y el arquitecto responsable del proyecto de restauración de la iglesia de San Luis de los Franceses y la Capilla Doméstica del Antiguo Noviciado de los Jesuitas, Fernando Mendoza, han guiado este viernes una visita por varios recintos del complejo jesuítico más señero del barroco sevillano, con el objetivo de comprobar en el propio conjunto monumental el curso de las obras de este proyecto, que comenzaron el pasado mes de julio, promovidas por la Diputación de Sevilla en colaboración con el Ministerio de Fomento del Gobierno de España, y que finalizarán en 2012.Según ha explicado Navarro, «una vez que concluyan las obras, en julio de 2012, la Diputación tiene previsto que San Luis forme parte de un circuito turístico en torno al barroco de la capital hispalense y que sus espacios recuperados, tales como la cripta y la Capilla Doméstica, sirvan como salas de exposiciones y conciertos y acojan varios proyectos culturales, de forma que la iglesia forme parte del pálpito y de la vida del barrio de San Luis, del que forma parte».

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