El primer alcalde electo

uruñuelaDespués de más de 35 años bajo el yugo del franquismo, Luis Uruñuela Fernández se convirtió en el primer alcalde electo de Sevilla el 21 de abril de 1979. No fue un día como otro cualquiera en la ciudad, ya que, salvo los más viejos del lugar, nadie había tenido la oportunidad de ejercer su derecho a voto en unas elecciones municipales. Bien es cierto que las generales se habían celebrado dos años antes (ganó Adolfo Suárez), pero para encontrar un antecedente de comicios locales había que remontarse a 1933 y desde entonces había llovido mucho. El recuento dio nueve concejales a la Unión de Centro Democrático (UCD), ocho al Partido Andalucista (entonces PSA), ocho al Partido Socialista (PSOE) y seis al Partido Comunista (PCE).

Estas tres últimas formaciones llegaron a un acuerdo regional para repartirse las capitales de provincia y fue así como el andalucista Luis Uruñuela alcanzó el puesto de primer edil hispalense. Sevillano de pura cepa, Uruñuela nació en 1937, es decir, en plena Guerra Civil, y se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla, donde también fue profesor posteriormente. Precisamente en el ambiente académico conoció a Manuel Clavero y a Alejandro Rojas-Marcos, con quienes trabajó conjuntamente para fundar el Partido Socialista Andaluz en 1976.

De talante moderado, le tocó gobernar con unas arcas vacías, de ahí que no pudiera acometer grandes proyectos durante su gestión al frente del Ayuntamiento de Sevilla. Aun así, se negó tajantemente a paralizar las obras del Metro (iniciadas antes de tomar posesión del cargo) porque creía ciegamente en los beneficios de este medio de transporte, idea que no compartieron sus predecesores. En el aspecto urbanístico, empleó más esfuerzos en conservar edificios de gran valor que iban a hacer destruidos que en levantar otros nuevos, aunque cabe destacar que fue uno de los impulsores del Polígono Aeropuerto, barrio que se conoce actualmente como Sevilla Este. Actualmente tiene 76 años, está totalmente retirado de la política y es el presidente de Estudios Universitarios de Andalucía (EUSA).

La quimera de Rojas Marcos

En Sevilla, las primaveras son efímeras y los veranos, eternos. Las altas temperaturas nos dan la bienvenida en mayo (a veces incluso antes) y no deciden marcharse hasta bien adentrado el mes de octubre, razón más que suficiente para considerar el calor como algo inherente a la ciudad. Para combatirlo, alternamos la tradición de los abanicos con la sofisticación del aire acondicionado, y para las zonas comunes hemos ideado toldos estratosféricos como los que se instalan en las calles del centro y aspersores como los que refrescan el ambiente de comercios y bares durante el periodo estival. Sin embargo, hubo un proyecto de mayor envergadura que nunca pudo llevarse a cabo: la playa artificial.

Corría el año 1999 cuando Alejandro Rojas Marcos, entonces líder del Partido Andalucista, sorprendió a propios y extraños incluyendo en su programa electoral la construcción de una playa en San Jerónimo. No fue un globo sonda. De hecho, le encargó al ingeniero José Luis Manzanares Japón que transformara el viejo anhelo de los sevillanos en algo que pudiese convertirse en realidad. De esta manera, vio la luz un boceto que destacaba las bondades de un paraje que tendría 60.000 metros cúbicos de arenas, oleaje artificial, capacidad para 2.000 personas y sobre todo, chiringuitos, ya que según el ex alcalde, éstos iban a rentabilizar la inversión presupuestada: 566 millones de las antiguas pesetas.

Como todo el mundo sabe, aquella maqueta no fue a ninguna parte y quedó en saco roto por su inviabilidad geológica. No obstante, en los últimos años Juan Ignacio Zoido ha dejado caer en más de una ocasión que le gustaría hacer algo parecido, aunque ni mucho menos igual: edificar dos piscinas públicas en el río Guadalquivir, una a la altura de Plaza de Armas y otra junto al Alamillo, siguiendo los pasos de las que se pueden encontrar hoy día en París, Berlín y Copenhague. Hay quien dice que a Sevilla sólo le falta una playa para ser perfecta y otros piensan que ya lo es sin ella. Sea como fuere, mientras esos proyectos toman visos de realidad, siempre quedará la alternativa de acudir a la provincia, concretamente a San Nicolás del Puerto, para disfrutar de una playa artificial, o adentrarnos en las cercanas costas de Huelva y  Cádiz, que siempre han acogido gustosamente a los sevillanos.