La Borriquita: el principio de todo

Con el permiso de las emergentes hermandades de vísperas y de La Paz, que sale de su templo un rato antes, podría La Borriquitadecirse que la Semana Santa de Sevilla comienza el Domingo de Ramos a las 15:10 horas, justo cuando la Cruz de Guía de la cofradía de La Borriquita sale de la Iglesia del Salvador rumbo a la Santa Iglesia Catedral. Es un momento en el que la impaciencia de todo un año se evapora de forma fulgurante para dar rienda suelta a las emociones de niños, adultos y mayores. Pero son los primeros los grandes protagonistas de este cortejo de pequeñas túnicas blancas, varas y palmas que acompañan al Señor de la Sagrada Entrada en Jerusalén.

Esta hermandad fue fundada a finales del siglo XVI por los medidores de la Alhóndiga, que tenían su propio hospital, y en 1618 se fusionó con la del Amor, que tenía como razón de ser atender a los presos. Esta fructífera unión ha perdurado hasta nuestros días, aunque las cofradías salen en distintos horarios salvo cuando la lluvia de la tarde las hace procesionar juntas por la noche (sucedió en los años 2000 y 2010. El Cristo, de autor anónimo aunque atribuido al círculo de Pedro Roldán, va a lomos de una bisoña burra en un paso dorado de estilo neobarroco en el que también aparecen otras figuras, tales como San Pedro, Santiago el Mayor, San Juan, un judío, una hebrea, un niño, dos niñas y un enanito (Zaqueo).

La composición está organizada en torno a una palmera y desprende alegría y festividad. No en vano, representa una escena previa a la Pasión de Jesucristo. Tiempo atrás, también en Sevilla, concretamente en el barrio de Triana, existió un paso de misterio de similares características, el de la Hermandad de la Entrada Triunfante en Jerusalén y María Santísima del Desamparo, aunque los enseres desaparecieron con la invasión francesa y no hay demasiada documentación al respecto.

La divinidad de la Macarena

Originalmente, la Hermandad de la Macarena procesionaba con un crucificado y una virgen del escultor Pedro Nieto. Por motivos no Hermandad de la Macarenademasiado claros, en torno a 1680 la corporación decidió hacer un nuevo encargo, quizás al taller de Pedro Roldán, aunque no hay pruebas fehacientes. El caso es que llegó a la capilla de entonces una bellísima imagen mariana de las denominadas de candelero, es decir, de las que sólo están talladas hasta la cintura y pueden ser vestidas de diversas maneras. Realizada en madera de pino y ciprés y con 175 centímetros de estatura, la Macarena asombró a todos los hermanos por la expresividad de su rostro.

Y es que su cara combina al mismo tiempo rasgos de la inocencia de una adolescente y del sufrimiento de una mujer curtida en la adversidad. Tiene la cabeza erguida, pero la mirada levemente inclinada hacia el suelo, muestra de su tristeza. Asimismo, sus cejas arqueadas transmiten dolor y sus párpados hinchados revelan que ha llorado desconsoladamente por su hijo. Buena prueba de ello son las cinco lágrimas de cristal que recorren sus mejillas, las cuales representan las cinco angustias que padeció la Virgen María. Y qué decir de sus manos, que me tienen las palmas abiertas porque se resisten a separarse del Señor.

Dicho esto, cualquier descripción que se haga de Ella es insuficiente. Las fotografías sirven para recordarla con nitidez, pero no para conocerla. Nadie olvida cuándo fue la primera vez a La Esperanza Macarena de Sevilla, ya sea en su Basílica o recorriendo las calles de nuestra ciudad bajo palio, y nadie quiere que haya una última vez. Por eso es una de las imágenes con más devoción, no solo en nuestra ciudad, sino en todo el mundo. Gracias a su divinidad sobrevivió a un atentado durante la Guerra Civil y pudo ser coronada canónicamente en 1962, pero desde mucho antes de esa fecha ya alumbraba a toda Sevilla desde el barrio de San Gil.