La primera imagen cristífera que tuvo la Hermandad de San Gonzalo la talló José Luis Pires Azcárraga en 1944 y procesionaba de espaldas al público, como lo hace actualmente el misterio de La Bofetá, acompañada de otras seis figuras. Sin embargo, en la década de los sesenta la corporación trianera decidió encargar un nuevo conjunto escultórico a Castillo Lastrucci y traspasar su antiguo titular a una hermandad de Jerez de los Caballeros (Badajoz). Para desventura de sus hermanos, sólo catorce años después, en 1976, el deterioro del Cristo del Soberano Poder ante Caifás obligó a solicitar una nueva cabeza a otro imaginero: Luis Ortega Bru.
Así las cosas, podemos afirmar que la mayor parte del cuerpo es obra de un autor (Castillo Lastrucci) y el rostro, de otro (Luis Ortega Bru). El resultado, lejos de ser discordante, muestra una de las tallas más preciadas de la Semana Santa de nuestra ciudad. El Cristo del Soberano Poder mide 185 centímetros de altura, fue realizado en madera de pino de Flandes y está completamente anatomizado. Su disposición física, con la cabeza inclinada hacia abajo, las manos atadas y las piernas separadas, sugiere que esquiva la mirada de Caifás mientras ambos andan.
Es precisamente su caminar uno de los elementos más llamativos del Lunes Santo. La clave reside en la flexión hacia adelante de la pierna derecha y el firme apoyo de su correspondiente pie, así como la posición de la pierna izquierda, atrasada y sostenida con el impulso de los dedos del pie. De esta manera, no posee la zancada de un Nazareno, pero tampoco la estática de un Cautivo, por lo que presenta un movimiento muy personal, gracias también, en gran medida, al valioso trabajo de sus cuadrillas de costaleros. Como último dato anecdótico, cabe destacar que la cabellera del Cristo del Soberano Poder ante Caifás era rubia, si bien con las últimas restauraciones ha sido oscurecida sin llegar al color negro de la mayoría de las imágenes.