La Universidad: rivalidad en los primeros años

Tras un paréntesis por la proximidad del Vía Crucis, retomamos la historia de la Universidad de Sevilla. Como ya indicábamos en el anterior artículo, Maese Rodrigo de Santaella fue quien más hizo por impulsarla y se le considera oficialmente como el fundador. Una vez que tuvo todos los permisos y el respaldo de las autoridades, el arcediano costeó de su propio bolsillo la construcción de un colegio-universidad en la Puerta de Jerez, que fue bautizado con el nombre de ‘Santa María de Jesús’. Para cuando finalizaron las obras, él ya había fallecido, pero sus sucesores continuaron su proyecto. Así las cosas, en 1517 se admitieron a los primeros alumnos.

Cabe destacar que desde que se iniciaron las clases hubo una división clasista. Y es que por un lado estaban los colegiales, que vivían en el edificio gracias al poder adquisitivo de sus familias, y por otro, los manteístas, que residían en pensiones y tenían que realizar trabajos domésticos para sufragar los gastos, al margen de demostrar méritos académicos. Era fácilmente distinguir a unos y otros por el atuendo, ya que mientras los primeros llevaban la beca, es decir, una banda como las que se utilizan hoy día en los actos de graduación, los segundos portaban el manteo, una especia de capa con cuello. La rivalidad entre ellos duró siglos y los colegiales casi siempre fueron los que terminaron accediendo a los altos cargos de la Iglesia y de la administración civil.

En 1621 la Casa Real intervino para hacer cumplir los principios originales de la Real Cédula e imponer una equidad legal a través de unos nuevos estatutos. Pero en aquellos tiempos no sólo había fricciones internas, sino también externas, ya que algunas órdenes religiosas también estaban formando a jóvenes en estudios superiores simultáneamente. Eran los casos del Colegio de Santo Tomás (dominicos) y el de San Hermenegildo (jesuitas). Durante un buen tiempo los alumnos que querían cursar Teología prefirieron ingresar en el Colegio de Santo Tomás antes que en la Universidad por la calidad del profesorado, pero la campaña ‘mediática’ la terminó ganando la institución fundada por Maese Rodrigo de Santaella.

El hospital de todos (III)

Una vez instaurada la Constitución Española de 1978 y aprobado el Estatuto de Autonomía en 1981, el Hospital de las Cinco Llagas fue el primer emplazamiento en el que pensaron las autoridades para establecer la sede del Parlamento Andaluz. Sin embargo, las gestiones no fueron rápidas ni sencillas, de ahí que la cámara fuera itinerante durante algunos años. Así las cosas, la sesión inaugural se celebró en el Salón de Tapices de los Reales Alcázares el 30 de junio de 1982, es decir, hace dos décadas.  Aquel día se decretó que Sevilla sería la capital administrativa y Granada, la judicial. En sucesivos plenos, en dicho enclave también se oficializó el himno, el escudo y la elección de los primeros reglamentos y senadores.

Parlamento de Andalucía

Pese a que el país respiraba optimismo por los cuatro costados, no eran tiempos de bonanza económica y el Estado de las Autonomías era un melón por calar. Valga como ejemplo el discurso que pronunció Antonio Ojeda Escóbar, primer presidente del Parlamento Andaluz: “Tenemos ante nosotros una labor gigantesca, una obra ingente para realizar […] partimos también de una situación material precaria, pues ni siquiera contamos con los medios mínimos necesarios para cumplir nuestro trabajo, pero tenemos una gran ilusión, una voluntad política firme y un pueblo decidido a ilusionarse y luchar por su autonomía, por solucionar sus problemas y por recuperar su dignidad”.

Había muchas ilusiones e ideas, pero muy pocos recursos para llevarlos a cabo. Las decisiones se tomaban en los Reales Alcázares y se ejecutaban en el Edificio Cristina, algo que no resultaba nada práctico. Por esta razón, se acordó trasladar la sede en 1983, esta vez al Palacio de la Real Audiencia de Sevilla gracias a la gentileza de la Caja de Ahorros San Fernando, fiel reflejo de que los órganos andaluces dependían de los favores de otras instituciones. Sin ir más lejos, unos años más tarde, el creciente volumen de trabajo forzó una nueva mudanza hacia unas dependencias más espaciosas. Fue entonces cuando el salón de plenos fue instalado en la Iglesia de San Hermenegildo y el centro administrativo, en el edificio de la calle Reyes Católicos en el que hoy opera el Defensor del Pueblo Andaluz, propiedad de la Tesorería General de la Seguridad Social.

Pero la sensación siguió siendo de provisionalidad hasta que la cesión del Hospital de las Cinco Llagas por parte de la Diputación de Sevilla se hizo efectiva en 1992. Fueron necesarios siete años de intensas obras para adecentar y readaptar el edificio, el cual se encontraba en un horrible estado de conservación, pero la espera valió la pena. De forma progresiva, los espacios que en su día fueron ocupados por enfermos y médicos pasaron a manos de funcionarios y políticos con una naturalidad asombrosa.