Lo que nos espera en 2015

En Sevilla hay una serie de eventos que se celebran todos los años sí o sí. Nos referimos, cómo no, a la Semana Santa, la Feria de Abril, el Corpus Christi, el Rocío, la Navidad, y un largo etcétera, pero hay otros acontecimientos de gran calado que sólo tienen lugar en ocasiones puntuales, y en 2015 podremos ver algunos de ellos. Uno de los más sonados, será, sin lugar a dudas, la inauguración de la Torre Pelli, cuya construcción, iniciada en 2007, no ha dejado a nadie indiferente. Salvo imprevisto de última hora, en los próximos meses sus 43 plantas estarán terminadas y podremos contemplar la obra prácticamente desde cualquier punto de la ciudad, ya que, con 180 metros de altura, se ha convertido en un inmueble inocultable.

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La Exaltación

exaltacionEl paso de misterio de la Hermandad de la Exaltación es uno de los más sobrecogedores de la Semana Santa de Sevilla. No en vano, representa el momento en el que Jesucristo, clavado ya en la cruz, es levantado y fijado al suelo por cuatro verdugos para su escarnio público. Asimismo, aparecen en la escena el Buen Ladrón y el Mal Ladrón (que correrían la misma suerte instantes después), así como dos centuriones montados a caballo que supervisan toda la ejecución.  Pero la iconografía no termina ahí, ya que en cada esquina del canasto surge un ángel mancebo (adulto). En el pasado contenía más figuras incluso, tales como el hombre que portaba una escalera, el que hacía sonar la trompeta para convocar al pueblo y el que vociferaba la sentencia.

Como no podía ser de otra forma, todo gira en torno al Santísimo Cristo de la Exaltación, una obra fechada en la segunda mitad del siglo XVII. Se cree que fue iniciada por el escultor Luis Antonio de los Arcos y rematada por su suegro, Pedro Roldán, tras mudarse el primero a Cádiz. No obstante, la blandura que presentan ciertas partes de su anatomía sugiere que también intervinieron otros miembros de su taller. Sea como fuere, la culminación fue portentosa. Es un Cristo de 1,77 metros de altura que mira hacia arriba y está cubierto únicamente por un paño de pureza.

Su rostro, girado hacia la izquierda y suspendido en una posición intermedia entre el suelo y el cielo, no transmite rabia ni dolor, sino más bien la actitud de quien está dispuesto a perdonar, creando una estampa muy ajustada al barroco sevillano. Para concluir, añadiremos  que el Cristo de la Exaltación fue restaurado por Ricardo Comas a principios de los ochenta, recibe culto en la iglesia de Santa Catalina (actualmente en obras, por lo que se ha trasladado temporalmente a la parroquia de San Román) y procesiona el Jueves Santo junto a la Virgen de las Lágrimas. 

Santa Catalina pide auxilio

El 3 de junio se cumplirán ocho años del cierre de la Iglesia de Santa Catalina debido a su delicado estado de conservación y aún no se ha iniciado el ansiado proceso de restauración. El abandono por parte de las autoridades competentes ha provocado que una plataforma ciudadana haya propuesto convertir temporalmente el exterior del templo en una especie de muro de lamentaciones, con la idea de dejar constancia del malestar de los fieles, cuyo objetivo no es buscar un culpable, sino encontrar una solución lo antes posible. Y es que Santa Catalina no es una iglesia cualquiera. De hecho, en 1912 fue declarada Monumento Nacional y esa distinción no se concede todos los días.

También es sede canónica de las hermandades de la Exaltación, de la Virgen del Carmen y del Rosario, y de Santa Lucía, y legado de varios estilos arquitectónicos que dejaron su sello en la capital hispalense. Fue construida en el siglo XIV sobre las ruinas de una antigua mezquita que sólo mantuvo partes del mihrab y del alminar de su torre. Pese a los cambios que ha sufrido a lo largo del tiempo, entre los que se incluyen el traslado de la fachada de la desaparecida iglesia de Santa Lucía a su portal, se puede decir que el edificio desprende un aroma de autenticidad difícil de describir, merced a una armónica combinación del gótico con el mudéjar. Sería una pérdida irreparable que tal valor patrimonial se esfumara con un derrumbamiento, pero esta posibilidad es tan indeseada como factible.

Los últimos informes dejaron bien claro que los pilares están cediendo y los cimientos empiezan a tambalearse. Ahora la pelota está en el tejado del Arzobispado de Sevilla (propietario), del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía, que se comprometieron verbalmente a coordinar la financiación. Mientras tanto, bajo la advocación de Santa Catalina de Alejandría, la mártir que fue capaz de convertir al cristianismo a los más sabios de su época y que por ello fue decapitada, y el respaldo de los feligreses y de la sociedad sevillana en general, el templo pide a gritos auxilio.

Un redoble por ‘El Peregil’

El nombre completo de José María Pérez Blanco sólo aparecía en su DNI, ya que todo el mundo le conocía como Pepe ‘El Peregil’. Falleció el pasado viernes tras una larga enfermedad, dejando apesadumbrados a todos los que le conocían personalmente y a los que le admiraban profesionalmente. El 28 de febrero de 2012 iba a ser nombrado hijo predilecto de Manzanilla (Huelva), así que no tuvo tiempo de recibir la distinción de su pueblo natal, aunque a decir verdad, fue en Sevilla donde pasó la mayor parte de su vida. De hecho, en 2009 fue galardonado con la Medalla de Oro de Sevilla y amaba tanto la ciudad, que nadie puede poner en duda que era un sevillano de pura cepa, y para más señas, bético hasta la médula.

Empezó a darse a conocer dentro del mundo musical a los 25 años de edad tras ganar un popular concurso de radio y con el paso de los años demostró con creces que era un artista tremendamente polifacético. Lo mismo brillaba con el flamenco, que cantando villancicos, sevillanas o saetas. Este último registro le ligó mucho a la Semana Santa y no es ninguna casualidad que fuera hermano de las cofradías de La Cena, El Museo, La Exaltación y El Rocío. Su personalidad abierta, dicharachera y alegre también le permitió destacar en el arte del humor e incluso llegó a editar un libro de esta temática en 2003, titulado ‘Ocurrencias de Pepe Peregil’. Su ‘modus operandi’ consistía en apuntar en un cuaderno los chistes que escuchaba en su bar y luego narrarlos a su manera con un estilo muy peculiar.

Y es que no hay que olvidar que ‘El Peregil’ pasó prácticamente más tiempo detrás de la barra que encima de los escenarios. Regentaba la taberna Quitapesares, en la plaza Padre Jerónimo de Córdoba, junto a Santa Catalina, un barrio en el que se sentía como pez en el agua. Allí prosperó como hostelero, creando un ambiente inimitable dentro de sus paredes y atrayendo a los personajes más singulares de la ciudad. Con su fallecimiento se va un pequeño trozo de Sevilla al cielo, aunque los que siguen en el mundo terrenal le recordarán con descripciones como la que hizo el periodista Joaquín Arbide: “Hablar con él era estar en una carcajada continua. Era un hombre extrovertido, muy abierto, sencillo, muy primitivo en el mejor sentido del término, sin dobleces, educado, amigo de sus amigos…”.