Cuando se iniciaron unas obras en un camino de Carmona allá por el año 1868, nada hacía presagiar que los trabajadores se toparían con una necrópolis romana. Es más, durante un tiempo, el hallazgo pasó desapercibido para las instituciones, de ahí que anticuarios y coleccionistas saquearan el lugar sin ningún control. Afortunadamente, en 1881 se puso freno al expolio gracias a la intervención del historiador Juan Fernández López y al arqueólogo inglés George Edward Bonsor, conocido en nuestro país como Jorge Bonsor. Ambos certificaron el hallazgo de una necrópolis de la época del emperador Claudio y, con el respaldo económico de Luis Reyes, compraron los terrenos e iniciaron unas excavaciones científicas. Así se gestó la Sociedad Arqueológica de Carmona, que en 1887 ya abrió el primer museo de sitio de España.