Un actor precoz

leonardoPor motivos que la razón no puede explicar, Triana ha sido siempre una excelente cuna de artistas. En sus inconfundibles calles nacieron y crecieron grandes cantantes, bailaores y toreros que cosecharon un éxito rotundo, pero no sólo debemos hablar de su cantera en pasado, sino también en presente y en futuro. Buena prueba ello es que en la pasada edición de la Velá de Santa Ana fue distinguido un niño de ocho años como ‘Trianero del año’. Responde al nombre de Leonardo Aguilar Naranjo y dejó el anonimato tras ingresar en el elenco de ‘Los Miserables’, el célebre musical basado en la obra de Víctor Hugo, y realizar una extensa gira por todo el territorio nacional.  

Su madre, que sabía mejor que nadie de su talento, le inscribió en el casting por internet, a sabiendas de que la prueba se realizaría en Madrid. En cualquier caso, el desplazamiento no fue una traba para Leonardo, quien destacó sobremanera sobre los 600 niños que se presentaron, adquiriendo así el papel de Gavroche, un crío tremendamente asunto que es capaz de timar a los adultos y unirse a la Revolución Francesa. Su actuación, así como el espectáculo en general, fueron muy bien acogidos tanto por la crítica como por los espectadores, de ahí que ya le lluevan las proposiciones para unirse a otros proyectos.

Con todo, cabe reseñar que Leonardo no era un ‘novato’ al uso cuando fue elegido para formar parte de ‘Los Miserables’. De hecho, a los cuatro años ya participaba en obras de teatro por las calles, a los seis ingresó en la escuela Viento Sur Teatro y en su currículum vitae ya figuran participaciones en un cortometraje, un videoclip, una serie de televisión emitida por internet y el musical ‘La Bella y la Bestia’. En resumidas cuentas, con tan sólo ocho años tiene mucha más experiencia en su campo que muchos adultos, pero, a pesar de su insultante juventud, mantiene los pies en el suelo, compagina su ‘profesión’ con su formación académica (acaba de terminar cuarto de Primaria) y espera seguir subiendo peldaños poco a poco para convertirse en un actor digno de un Oscar. 

Contra la fuga de cerebros

Las películas filmadas en Hollywood nos hacen creer que las mentes privilegiadas se forman única y exclusivamente en territorio estadounidense, sobre todo en la archiconocida Universidad de Harvard, y cuando se permiten el lujo de hacer excepciones, siempre retroceden en el tiempo para hablar de científicos rusos del KGB o nos muestran la cara de algún asiático que es capaz de hacer manejar el chip más moderno del mundo. Pero obviamente, la ficción cinematográfica no se corresponde con la realidad. El talento no se adquiere, sino que es innato, y por lo tanto, puede nacer en cualquier parte del mundo. Y en Andalucía, y más concretamente en Sevilla, lo bueno, abunda.

Lo difícil es que los afortunados deseen aprovechar al máximo su potencial y tengan al alcance de la mano un marco académico y profesional adecuado. De no ser así, sus capacidades corren el riesgo de quedarse en el tintero… o de emigrar a otro lugar donde estén más y mejor valoradas. Y eso es precisamente lo que desea evitar a toda costa la Universidad de Sevilla, que ha puesto en marcha un ambicioso plan para captar a genios en un plazo de cinco años. El programa, que forma parte del Campus de Excelencia Internacional Andalucía Tech, se basa en dos directrices:
Universidad de Sevillapor un lado, fichar a investigadores prestigiosos en el ámbito internacional, y por otro, retener a las jóvenes promesas andaluzas.

Para ello, dispone de un presupuesto de cinco millones de euros, una cantidad importantísima si se compara con lo que se venía invirtiendo hasta ahora, aunque naturalmente, sigue estando lejos de las cifras que se manejan en países como Francia, Alemania, Japón o Estados Unidos. Sea como fuere, este dinero será más que suficiente para atraer a docentes altamente cualificados a la universidad pública de la capital hispalense, donde instruirán a las nuevas generaciones con infraestructuras vanguardistas. Hay quien dice que no es más listo el que más sabe, sino el que sabe rodearse de los más sabios y aprende de ellos hasta superarles. Y eso, a corto o medio plazo, puede suceder en Sevilla.