Las joyas arqueológicas de Sevilla

No hay mejor manera de adentrarse en la historia más antigua de Sevilla y su provincia que recorriendo de punta a rabo el Museo Arqueológico de Sevilla. Ubicado en la Plaza de América, junto al Pabellón Real y dentro del Parque de María Luisa, fue fundado en 1879 para reunir las piezas de valor que habían sido encontradas durante las excavaciones estatales y las obras de arte que liberaron los conventos tras las desamortizaciones. Sus primeros  fondos procedían casi exclusivamente de Itálica (Santiponce), los cuales fueron expuestos durante un tiempo en los Reales Alcázares,  pero conforme pasaron los años  se fueron incorporando más hasta convertirlo en uno de los museos de referencia en nuestro país.

 

 
Su primer director, Manuel de Campos y Munilla, ya se encontró con el problema del espacio en el Convento de la Merced, sede original, y no sólo por el ingente patrimonio que debía almacenar, sino por las numerosas visitas (más de 12.000) que recibió el museo a las primeras de cambio. Sin embargo, para hallar una solución hubo que esperar hasta el año 1941, cuando el Ayuntamiento de Sevilla cedió el emplazamiento actual. Dos décadas más tarde el edificio fue declarado Monumento Histórico Artístico y a renglón seguido fue remodelado para ampliar el número de salas hasta las 27 que posee a día de hoy.

 

 
¿Qué podemos encontrar exactamente en el Museo Arqueológico de Sevilla? En términos numéricos, más de 60.000 piezas que van desde la Prehistoria hasta la Edad Media, con muestras muy valiosas de la cultura tartésica (una copia exacta del Tesoro de El Carambolo), la cerámica ibérica, la mitología griega (un torso de Artemisa), el Imperio Romano (esculturas, mosaicos, orfebrería…), Alejandro Magno (un retrato), los periodos visigodos y califales, y un largo etcétera.

 

 
En estos días el museo es motivo de actualidad por la paralización del proyecto de rehabilitación integral, una obra que está pendiente desde 2009 y que no se ha llevado a cabo por falta de financiación. Por esta razón, el Ayuntamiento, con el apoyo de todos los grupos políticos, ha solicitado formalmente a la Junta de Andalucía y al Ministerio del Interior que culminen lo antes posible esta necesaria reforma y que hagan un esfuerzo para que el Tesoro de El Carambolo (el original) pueda exhibirse permanentemente al público, algo que hasta ahora no ha sucedido por problemas seguridad.

Repartidores de felicidad

Un año más, sus Majestades los Reyes Magos desfilarán por Sevilla el 5 de enero y por la noche pasarán casa por casa para dejar regalos a los niños y no tan niños. La crisis hará que no puedan mostrarse tan generosos como otras veces, pero como contraprestación serán más puntuales, ya que a partir de ahora llegarán procedentes de la cercana Tartessos y no de Oriente, donde tenían instalados sus almacenes previamente. De este modo, el viaje será corto y estarán más descansados, razón por la cual sus camellos no necesitarán beber y comer tanto durante la madrugada.

La tradicional cabalgata que organiza el Ateneo de Sevilla dará comienzo a las 16:00 horas y partirá desde la Universidad de Sevilla, y más concretamente, desde la calle Palos de la Frontera. A partir de ahí, recorrerá buena parte de la ciudad repartiendo ilusión, ya sea a través de caramelos, dulces o juguetes, hasta las 22:00 horas. El cortejo lo encabeza la Estrella de la Ilusión, que da paso a otras 32 carrozas de temáticas realmente variadas: la diosa Palas Atenea, el Ratón Pérez, Hansel y Grettel, La vuelta al mundo en 80 días, Cenicienta, Las mil y una Noches, La fábrica de chocolate, Narnia, El bosque animado, etc. Incluso habrá un guiño a los mayas, civilización que, según algunas teorías, predijo el fin del mundo  para el 21 de diciembre de 2012. Pero aquí estamos, vivitos y coleando.

Repartidores de Felicidad

Melchor, Gaspar y Baltasar serán encarnados respectivamente por Alfonso Carmona Martínez (pediatra reputado), José Luis Escañuela Romana (presidente de Real Federación Española de Tenis) y Eduardo Dávila Miura (torero y empresario), quienes estarán acompañados por unos 600 beduinos y varias bandas de música. En esta ocasión lanzarán un 25% menos de golosinas, sustituirán los caramelos duros por los blandos y la mayoría de ellos estarán embolsados, medidas encaminadas a conseguir una mayor eficiencia económica y a facilitar las posteriores tareas de limpieza en las calles. Como anticipo, y para ir abriendo boca, el Heraldo Real se desplazará desde el Ateneo hasta el Ayuntamiento la tarde del 4 de enero para pedir las llaves de la ciudad.

Los enigmas del Tesoro de El Carambolo

En un pequeño cerro de la localidad de Camas conocido como El Carambolo se encierra un misterio que aún no ha sido desvelado al cien por cien por los historiadores. Para dar con su origen hay que retroceder en el tiempo hasta varios siglos antes de Cristo, cuando nació una leyenda que aseguraba que allí estaba enterrado un tesoro de un valor incalculable. Casualidad o no, cuando aquel relato aparentemente de ficción parecía haber perdido hasta su último ápice de credibilidad, el tesoro salió a la luz de la manera más inverosímil posible y en el momento más inesperado.

Fue el 30 de septiembre de 1958. La Real Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla, que había adquirido esos terrenos años atrás, estaba realizando unas obras para mejorar sus instalaciones y albergar un importante torneo internacional. El arquitecto, no del todo satisfecho con la posición  Tesoro de El Carambolode una de las ventanas, mandó excavar quince centímetros más a sus obreros y durante la tarea, uno de ellos, Alonso Hinojos del Pino, encontró un brazalete de 24 quilates. Al observar que le faltaba un adorno, animó a sus compañeros a que le ayudaran a encontrarlo y la sorpresa de todos se multiplicó al realizar un nuevo hallazgo: un recipiente de barro cocido que contenía más objetos preciosos. Como se suele decir coloquialmente, aquello pasó de castaño a oscuro.

Naturalmente, a los albañiles les asaltaron las dudas. Algunos creyeron que eran joyas millonarias y otros, para demostrar que eran meras imitaciones, doblaron una de las piezas hasta romperla. Cuando esto sucedió, dejaron de pensar en repartirse el botín y lo entregaron con la sospecha de que pudiera tener un gran valor histórico. Y la intuición no les falló, ya que poco después el arqueólogo Juan de Mata Carriazo lo examinó a fondo y determinó que era “un tesoro digno de Argantonio”, en referencia al último rey del imperio tartésico. Otros estudios posteriores fueron más allá y puntualizaron que las muestras encontradas pertenecían a un solo hombre, que podría haberlas portado como distinciones en momentos de máxima ostentación.

Sin embargo, las investigaciones más recientes discrepan de esta teoría y proponen otra: que el lugar donde fue hallado era un santuario dedicado a Astarté y Baal, los dos dioses más importantes de los fenicios, y que los objetos suponían el ajuar de su sacerdote. Pero esta falta de consenso no es la única incógnita que queda por despejar sobre el Tesoro de El Carambolo. Hay quienes se siguen preguntando por qué se guarda con tanto celo en la caja fuerte de un banco, por qué sólo estuvo unos meses expuesto en el Museo de Arqueología y por qué el Ayuntamiento de la ciudad decidió destituir a Don Jesús Aguirre (Duque de Alba) como comisario de la Expo 92 cuando intentó -sin éxito- solicitar una réplica exacta.